Fui al dormitorio a darme una ducha y cambiarme, me había traído uno de los vestidos que llevo al trabajo, el ne.gro, era lo mejor que tenía y no podía darme el lujo de estar gastando dinero en un atuendo que solo voy a usar una vez en la vida. Sin embargo al salir de la ducha había una chica en el dormitorio, casi me da un infarto al verla parada en medio del lugar como un fantasma. –Disculpe, si la asuste. –Solo un poco –murmuré –. ¿En qué puedo ayudarla? –Soy Antonella y seré su estilista esta noche. –Lo siento, pero yo no pedí ninguna estilista. –Yo sí –habló Sebastián y lo miré –. Sabía que ibas a usar uno de tus vestidos de supermercado y no ibas a maquillarte, es un evento importante y mi padre seguro espera que algo salga mal y probar de que lo nuestro es una tontería –ex