Fraude

1211 Words
No puedo creer que sea tan tonto. Sé que esto es una maldita tontería y yo no debería preocuparme, pero ¡¡solo quería ayudar!! ─grita furiosa en la habitación.─si tan solo deja de ser un estúpido niño engreído por un minuto. ─bufa golpeando la almohada con saña. ─Quiero suponer que el motivo de su ira es otro, no imagino que pudo haber hecho aquella suave y esponjosa almohada. ─dice Charles al verla desde la puerta, ya que la puerta de la habitación está abierta. ─¿Qué pasó?, ¿que necesita? ─pregunta dejándose caer sobre la cama con molestia. ─El medico recomendo reposo, y golpear a una almohada no creo que encaje en ello. ─señala la almohada toda desfigurada. ─Solo duele cuando intento estirarme. ─musita poniendo los ojos en blanco. ─vino a decirme algo, ¿no es así? ─Ahora que lleva el apellido Argento, debe vestir adecuadamente. ─coloca sus manos entrelazadas en la espalda. ─por o que la llevaré a la que será su habitación mientras el señor Argento "padre" abandone la propiedad. ─hace un ademán con su mano. ─¿viene conmigo? ─pregunta y ella asiente. ─Pero... ─toma su teléfono y enciende la linterna. ─o sigo. ─sonrie. Esto ciertamente le causó gracia a Charles, no porque no tomara su brazo, sino porque realmente se veía graciosa con su teléfono alumbrando el lugar, pero es algo muy normal, ya que ella no tiene la vista regulada como los ya acostumbrados habitantes de la casa. ─Quien diría que estos días pasar por los fúnebres pasillos de lo que alguna vez fue mi casa, ahora sería tan divertido. ─aparece de la nada el anciano. ─¿mi hijo está enterado de esto? ─reclama tomándola del brazo con fuerza. ─¿Está loco, o qué? ─se suelta enseguida muy molesta. ─No me vuelva a poner sus manos encima. ─lo empuja. ─se leo dije, no me importa si es un anciano o un bebe, si me pone la mano encima, lo voy a golpear. ─explota furiosa. ─Señor que hace. ─se pone Charles frente a Ángel. ─no puede tratar así a la esposa de su hijo. ─se pone modo de defensa. ─Ella es una cualquiera y se revuelca contigo a escondidas en los pasillos de mi propia casa, ¿o es que esto también es parte de la actuación?, ¿que mi hijo quede como un imbécil? ─grita también furioso. ─Eres una mujerzuela. ─levanta su mano para golpearla por encima de Charles, pero es lanzado contra la pared por Edward que aparece de la nada. ─No vuelvas a ponerle la mano encima a mi esposa. ─se coloca frente a los dos. ─y tampoco tienes autorización para darle ninguna orden a mi asistente. ─espeta. ─¡¡Te traicionan en tus propias narices, y a ti parece no importarte!! ─le grita furioso. ─Encargate del auto, saldremos a comer fuera. ─le ordena a Charles, y este sale rápidamente. ─ven conmigo. ─tiende la mano a Ángel y ella la toma. Aunque aún está molesta con él por lo que acaba de pasar, lo último que quiere es darle más razones al anciano para fastidiar. Camina por el pasillo en completo silencio, ninguno de los dos dice nada, él camina firme, y ella pese a la limitada iluminación de la linterna camina de su mano, hasta que llegan a un pasillo algo iluminado, por lo que apaga la linterna. ─Creí que toda esta parte de la casa estaba a oscuras. ─dice mirando con asombro unos enormes cuadros de personas en las paredes, por lo alto de estas llega a sentirse como pulgarcita. ─Mi padre no va a dejar de acosarla hasta que se valla, o consiga algo para demostrar que tiene razón, y no quiero darle más motivos para seguir aquí. abre una puerta en lo que parece el pasillo familiar. ─Esta será nuestra habitación hasta que mi padre se vaya. ─abre una puerta. ─¿Todas las habitaciones son igual de grandes? ─pregunta mirando a su alrededor. ─todo se ve... ─¿antiguo? ─pregunta con desdén. ─Bonito, pero sí, antiguo... ─suelta un suspiro mientras observa con detalle las paredes. ─Las escaleras, el pasillo hasta aquí, y esta habitación tendrán iluminación suficiente para que pueda movilizarse sin necesidad de que alguien la guíe. ─advierte. ─Tengo que ir a la editorial en unas horas, no se si ya se lo dijo su asistente... ─balbucea ─Me lo ha dicho usted. ─dice volteando a verla. Ella está demasiado distraída por lo hermoso y clásico del lugar que no ha notado que el la observa tan detenidamente que parece haberse congelado en el tiempo. ─Respecto a lo que pasó... ─se acerca a ella, pero ella da un par de pasos adelante y se inclina al ver una fotografía antigua de un niño. ─¿quien es? ─pregunta al tomarla. ─No importa. ─intenta hacerla a un lado, pero al tocar su brazo ella suelta un grito ahogado de dolor, mismo que calla enseguida. Por primera vez cruzan miradas, pero él baja su mirada a su brazo, levanta la manga de la camiseta que lleva puesta y ve la mano de su padre marcada tomando un color púrpura en la piel de ella. ─¿Cómo es que...? ─Quién dirá lo fuerte que puede ser su padre. ─evade su mirada. ─Es un desgraciado. ─gruñó para sí mismo. ─Se va a borrar en un par de dias, solo duele un poco, es porque no estoy acostumbrada a ser tratada como trapo sucio. ─reniega con sarcasmo. Al escucharla decir esto ve su muñeca y se maldice a sí mismo por dentro, al ver él también le ha dejado su mano marcada. ─Lo siento. ─musita negando con la cabeza. ─¿Por qué...? ─dice, pero al verse a sí mismo nota su muñeca. ─ah, eso. ─carraspea al ver su incomodidad. ─Se borrará, pero si vuelve a hacerlo, haré lo mismo y no será con la muñeca, y le aseguro que le va a doler. ─sonrie con malicia. ─No entiendo... ─se ve confundido. ─No importa. ─se gira a él. ─Sé como es este matrimonio. ─susurra. ─pero podría ser más amable mientras estoy aquí. ─dice con cierto recelo. ─incuso podría decir que podemos ser amigos. ─intenta hacer más llevadera su estadía. Ángel es amable, es amigable, aunque a veces le cuesta hacer amigos, algo que no parece creíble por el simple hecho de ser mamá y el absurdo razonamiento de que al ser adulto, es fácil hacer amigos, ser amigable y cordial con el mundo. Pero para ella, con problemas de confianza, y muchas cosas que por amor propio se niega a cambiar, se le complica, pero pensó que tal vez, con él podría ser diferente. ─¿porque me besó? ─pregunta levantando su mirada hasta encontrar sus ojos, fijos en él también. ─Solo intentaba calmarlo, no śe porque tiene ataques de pánico o de ansiedad, pero se lo que se siente, y... ─¿La han besado cuando sucede algo así? ─pregunta acercándose. ─No debería usar una máscara, no la necesita. ─dice intentando tocar la máscara, pero él azota su mano para apartarla. ─Lo siento. ─dice caminando a la puerta. ─Como sea. ─responde molesta poniendo seguro a la puerta. Edward con solo un acto, demostró que definitivamente no pueden ser amigos, y ella no volverá a intentarlo de nuevo.
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