CAPÍTULO 25: LA TORMENTA INTERNA

864 Words
El amanecer cubría la ciudad de tonos cálidos mientras Ana se preparaba para otro día en su rutina. Aunque trataba de mantenerse positiva, el vacío que dejaba la ausencia de Gabriel en su día a día comenzaba a pesarle. Había algo en las noches solitarias y en los fines de semana que se sentían eternos que despertaba una mezcla de nostalgia y dudas. A pesar de sus constantes videollamadas, algunas noches se encontraba cuestionándose si esta nueva etapa realmente estaba fortaleciendo su relación o si, poco a poco, se estaba desgastando. En su oficina, mientras revisaba un informe, recibió un mensaje inesperado. Era de Laura, su amiga de confianza. “Café esta tarde, urgente. Tengo chismes y consejos que darte.” Ana sonrió. Laura siempre sabía cuándo hacer acto de presencia, como si tuviera un radar especial para detectar los días en que Ana más necesitaba compañía. Respondió rápidamente con un “Nos vemos a las 5”. A esa misma hora, en su nueva ciudad, Gabriel lidiaba con un día caótico en la oficina. Desde que asumió el nuevo cargo, las exigencias habían superado sus expectativas. Aunque estaba entusiasmado con los retos, la presión comenzaba a acumularse. En su escritorio tenía un pequeño recordatorio: una fotografía de él y Ana en su último viaje juntos. Era su ancla en los días difíciles, pero también un recordatorio de lo mucho que extrañaba su presencia. Una colega, Marta, se acercó a su cubículo, interrumpiendo sus pensamientos. “Gabriel, ¿quieres un café? Ha sido un día largo y parece que aún no termina.” Gabriel aceptó la oferta, agradeciendo el pequeño respiro. Mientras caminaban hacia la cafetería de la oficina, Marta comenzó a hablarle sobre un proyecto en el que necesitaba su ayuda. Aunque la conversación era profesional, Gabriel no podía ignorar cómo pequeñas bromas o comentarios casuales se sentían fuera de lugar. La incomodidad lo llevó a cortar la conversación rápidamente, recordándose que debía ser claro en sus límites, especialmente ahora que la distancia ya hacía las cosas lo suficientemente complicadas. En el café, Ana se encontró con Laura, quien estaba ansiosa por hablar. “Bueno, cuéntame, ¿cómo estás con Gabriel? Porque, sinceramente, he estado preocupada por ti últimamente.” Ana tomó un sorbo de su latte, sopesando sus palabras. “Estamos bien… o al menos eso creo. Pero no puedo evitar sentir que algo está cambiando. La distancia nos ha hecho más fuertes en algunos aspectos, pero también siento que nos está alejando de otras maneras.” Laura apoyó su mano sobre la de Ana. “Es normal sentirse así. Pero la pregunta es: ¿están enfrentando esto juntos o cada uno está lidiando con sus propias tormentas por separado?” La pregunta golpeó a Ana como un rayo. Sabía que Gabriel estaba ocupado con su nuevo trabajo y que ella también había intentado llenar los vacíos con sus propios proyectos, pero ¿habían dejado de compartir realmente lo que sentían? Decidió que esa noche hablaría con él, sin reservas. De regreso en su departamento, Gabriel estaba exhausto. Aunque la oferta de Marta de trabajar juntos en el proyecto había sido bien intencionada, no podía evitar sentirse incómodo. Su teléfono vibró, mostrando el nombre de Ana en la pantalla. Su corazón dio un pequeño vuelco; sabía que necesitaban hablar. “Ana,” comenzó, con un tono más apagado de lo usual. “¿Cómo estás?” “Gabriel, creo que necesitamos ser honestos. He sentido que la distancia está pesando más de lo que imaginé. Y aunque hablamos todos los días, siento que no hemos tenido una conversación real en semanas.” Gabriel suspiró, dejando que las palabras de Ana se asentaran. “Tienes razón. He estado tan enfocado en el trabajo que no he notado cuánto nos hemos desconectado. Y eso no está bien.” Ambos se quedaron en silencio por un momento, procesando lo que habían admitido. Luego, Gabriel habló con una sinceridad que lo tomó a él mismo por sorpresa. “A veces, me pregunto si estoy haciendo lo correcto al estar aquí. Quiero crecer profesionalmente, pero si eso significa que estamos perdiendo lo que tenemos, no sé si vale la pena.” Ana respiró hondo, sintiendo un alivio al escuchar su vulnerabilidad. “No quiero que sacrifiques tus sueños, Gabriel. Pero tampoco quiero que nos sacrifiquemos nosotros. Tal vez necesitamos encontrar una nueva manera de enfrentar esto.” Esa conversación marcó un punto de inflexión. Decidieron que no podían simplemente dejar que la rutina y la distancia dictaran su relación. Se comprometieron a ser más intencionales, no solo en cómo se comunicaban, sino también en cómo enfrentaban juntos los desafíos. Unas semanas después, Ana sorprendió a Gabriel con una visita inesperada. Había decidido tomarse unos días libres para estar con él y reconectarse en persona. Cuando llegó a su departamento, Gabriel estaba trabajando, pero al verla, dejó todo de lado. La abrazó como si no quisiera soltarla nunca. “Esto es exactamente lo que necesitábamos,” dijo Gabriel, mientras Ana sonreía. Sabían que la distancia seguía siendo un reto, pero en ese momento, se sentían más cerca que nunca, dispuestos a enfrentar cualquier tormenta que se presentara.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD