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Mire la puerta de la casa rodante dónde vivía mi abuelo, mi papá y yo, no quería entrar, desde aquí podía escuchar la discusión de mi abuelo con mi papá, siempre era lo mismo.
Un vecino se asomo a lo lejos por la puerta y me sonrió para disimular.
Yo agarre con fuerza mi morral de la escuela y camine a la puerta, la abrí y entre.
— ¡consigue un trabajo de verdad! — Le gritó mi abuelo a mi papá.
Yo fui a la cocina y busque algo de comer, pero no habia nada.
— Si tanto te molesta darle de comer dímelo y nos vamos de aquí de una vez! — Le contesto papá gritando.
— ¡ella necesita muchas cosas! tiene 12 años y parece de 9 de lo flaca que está — Me senté en el sofá viejo y deslavado.
Empecé a sacar los cuadernos de mi morral, tenia algunos deberes que hacer.
— ¡Es culpa de su mamá por abandonarnos! — Papa siempre me recordaba que por mi culpa, mamá se había ido, yo siempre he tenido la duda de saber, que fue eso tan grave que hice para que ella se fuera.
Papá salió de la pequeña habitación que compartíamos, y me quedo mirando.
— ¿desde cuándo estás aquí? — Me preguntó.
— hace un momento — Le respondí con una pequeña sonrisa.
Mi abuelo también salió de la habitación y me quedo mirando con algo de lastima.
— Vamos, tu abuelo no nos quiere aquí —
Papá me agarró del brazo y me saco de la casa rodante, yo mire atrás a mi abuelo que se veía triste y decepcionado.
Papá me hizo caminar un par de cuadras para poder ir al paradero de autobuses.
— ¿iremos otra vez allí? — Le pregunté mientras el me apuraba a subir al autobús.
— solo estaré por un momento, así que no te preocupes — Me contestó mientras nos sentamos.
Papá siempre iba a un enorme casino, pero lo malo es que yo no podía entrar con el, así que me quedaba a esperarlo afuera, y eso no me gustaba, la vez anterior el se quedó por mucho tiempo, si no hubiera sido por mi abuelito que fue a buscarme, yo hubiera dormido fuera del lugar.
— papi tengo hambre — Yo no había comido nada desde esta mañana, y en la mañana solo había comido algunas sobras que había encontrado en la cocina.
— ya veré qué te compro, no te preocupes — Yo asenti con la cabeza y empecé a mirar por la ventana del autobús.
Me gustaba imaginar que vivía en una de esas casas bonitas que tenían un enorme jardín, dónde todos eran felices, imaginar que tenía una linda familia, también soñaba con tener un perro, con comprar todas las muñecas que veía en las vitrinas, o las que salian por televisión.
*
— Lorena , despierta — Yo me sobresalté, me había quedado completamente dormida.
— mire por la ventana y Vi el enorme casino.
Me levanté de la silla y baje del autobús con mi papá.
— Te quedas aquí, ahora regreso a traerte algo de comer — Yo asentí con la cabeza.
Papá se fue, yo me senté en el piso a esperar, tal vez está vez el si estaba diciendo la verdad, tal vez si volvería pronto con comida, y volveríamos a casa.
3 Horas después.
Mi estómago estaba gruñendo, tenía tanta hambre!
Me levanté del suelo y fui a las enormes puertas del casino.
— ¿hey! a dónde crees que vas? — Me preguntó el guardia de seguridad.
— ¿Mi papá está dentro, puedes llamarlo? — Le pedí al enorme hombre que estaba frente a la puerta.
— No puedo dejar el puesto, ahora largo de aquí —
Yo volví al puesto donde estaba y volví a sentarme en el suelo.
— ¿Que haces aquí pequeña? — Me preguntó un chico alto y flacucho.
— estoy esperando a mi papá — Le respondí.
El se agachó y me miró a los ojos, yo me quedé sorprendida al notar que tenía un ojo de cada color, nunca había visto a alguien así, su ojo derecho era de un color chocolate y el otro era tan azul como el cielo, su cabello era n***o y rizado, algunos rizos caían en su frente, eso lo hacía ver muy guapo.
— ¿puedes darme algo de comer? — Me dió un poco de vergüenza preguntar tal cosa, pero ya no aguantaba más, mi estómago me pedía a gritos comida.
— ¿quieres un chocolate? — Me preguntó.
Yo asenti de inmediato, el metió la mano en uno de sus bolsillos y saco un pequeño paquete dorado.
— toma, espero te guste — El me puso el chocolate en la palma de mi mano y después me sonrió.
— Me voy, disfruta de tu chocolate — El se levantó y se dió la vuelta.
Un hombre que estaba entrando al casino le hizo una seña con la mano para que lo siguiera, el chico de ojos de colores corrió tras el hombre y desapareció entre las puertas de ese enorme casino.
Me comí el chocolate de un solo bocado, pero eso no sació mi estómago para nada, yo quería algo más de comer.
Mire a las puertas de casino, y para mí buena suerte no había nadie.
Me levanté y corri, me escabulli dentro del casino sin que nadie me viera, me escondí detrás de una enorme palmera que está allí.
Este lugar era hermoso, parecía un castillo de oro, ahora entiendo porque mi papá queria estar aquí todo el tiempo.
— Los niños no son permitidos aquí — Alguien dijo a mis espaldas.
Yo cerré los ojos por un momento y me di la vuelta lentamente.
— Lo siento — Le dije a la persona.
Yo abrí los ojos lentamente y Vi al chico de ojos de color, el me están sonriendo.
— ¿Aún tienes hambre? — Me preguntó.
Yo asenti con la cabeza de inmediato.
— te invito a comer —
Le sonreí más ampliamente, esto era una maravilla! Este chico flacucho y extraño era como mi ángel de la guarda.