No tengo fuerzas para levantarme del suelo, ella lo sabe y él también. Siento sus delicadas manos tomándome de los brazos para levantarme y siento como las manos fuertes de mi padre, también me ayudan a ponerme de pie, cuando fueron esas mismas manos las que le quitaron el seguro al arma y me la dejaron sobre la mesa para que realmente acabara con lo que deseaba bajo mi egoísmo, orgullo y corazón herido. Mi cuerpo, pesado, pero débil, se tambalea una vez de pie dispuesto a desplomarse, pero ella no lo permite, ella saca fuerzas de donde no tiene y yo me obligo a mantenerme de pie para no lastimarla más de lo que ya lo he hecho. Me digo que no debo llorar más, no mientras ella está cargando una parte de mi peso y mi padre el otro. Ya les he causado suficiente daño. Durante toda mi v