El mensaje llega como cada día. Entre la rutina de Madi y la de Ares West, ya me veo todos los días mirando el reloj a la espera de lo que ya es constante. ¿Cómo está? Es un mensaje así de escueto, una simple pregunta que, siendo otra persona, podría llevar diferentes respuestas, más largas o cortas, en dependencia de a quién se la enviara. En el caso de los West, de los que igual no quiero saber nada, le respondo con un simple: mejorando. Sé que es por Zeus, que quiere saber. Sé que cada día que pasa se acerca más el momento en que deba regresar con mi hermana, llevarla con él y esperar que, después de este tiempo de gracia, él no la vuelva a romper. Lo único “bueno” de todo esto es que, según su padre, mi sacudida a balazos resultó bien. Me río por eso, no por divertida, sino p