Jackson llegó a casa, bajó a la mujer del auto, entró despacio. Pero, Peter y Birdy que veían la película El exorcista en la sala, y vieron a aquel par, lanzaron un gritó, asustados, abrazándose, hasta que reconocieron a las personas y se alejaron.
Jack retrocedió, y siseó.
Se conformó al ver que Madison no despertó.
—¿Qué le pasó a la Chernóbil?
—Se sintió mal, la llevaré a dormir.
Birdy sonrió divertido.
—¡Uy, uy, uy! ¿Sabes que haría yo, que tú deberías?
Birdy se acercó a su oído.
—¡Dómala, hermano! ¡Dale duro contra el muro, hasta que se vuelva mansita!
—¡Cállate! —exclamó Jackson enojado.
Birdy rio y volvió con Peter, pero se quejó amargo.
—¡Oh, no, regresa esa parte, hermano! Amo cuando la niña baja las escaleras con la cabeza volteada al revés.
Jack subió hasta la habitación, olvidando a ese par.
La depositó en la cama, quitó sus zapatillas, verla así solo recostada, frágil, sin ser cruel y malvada, lo hizo fantasear.
«Una Maddie buena, dulce, amable. Una Maddie que ríe y disfruta», pensó
De pronto, la imaginó riendo feliz, siendo cordial, disfrutando los momentos simples de la vida, mirándolo con esos grandes ojos verdes, llenos de ternura, pero volvió a la realidad, la recordó en ese juicio, llena de odio, ojos hundidos, lágrimas cayendo.
—Yo mismo te arruiné, Madison… tal vez eras toda esa dulzura y alegría, pero yo te destrocé, quemé nuestros destinos.
Una lágrima salada corrió por su rostro, hasta llegar a sus labios, se alejó y salió de prisa, no tenía más valor para verla.
Al día siguiente.
Adeline despertó en aquella cama, miró alrededor asustada, ¿Aquello fue solo su peor pesadilla?
Se enderezó, levantándose de la cama, pero sintió el dolor en sus piernas, todo su cuerpo dolía.
Fue al cuarto de baño, entró y se quitó la ropa, vio la sangre en su ropa interior, fue en ese momento que lo supo, su peor pesadilla era real.
Entró a la regadera y dejó correr el agua, se sentó sobre el piso, lloró por mucho rato, su corazón estaba roto.
Se sentía sucia, los recuerdos vinieron por ella como un mar que ahogaba, se hizo un ovillo, la fría agua cayendo por su cuerpo, pero sintió que nunca más podría estar limpia, otra vez.
En la mansión Ziegler.
Birdy y Jackson trabajaban en el jardín, los pusieron a sembrar rosas y violetas.
Estaban agotados.
—¡Está Chernóbil! Tiene tanto dinero para pagar miles de personas que hagan esto, pero, ¡Ah, no! ¡Qué lo haga el esposo desgraciado! ¿Sabes qué? Si fuera tú, subiría esa escalera, entraría a esa habitación, la tomaría en mi regazo, y le daría unas buenas…
Jackson tenía ojos como platos, mirándolo asustado.
Birdy soltó una gran carcajada.
—¡Unas buenas palabrotas, que sepa quién es el macho alfa! Pero, ¿Qué pensaste darle, Jack, Jack, el destripador!
Birdy rio de nuevo, Jack le lanzó un cubetazo de agua, Birdy lo maldijo, castañeando sus dientes, era primavera, y hacía un frío terrible para torturarlo así.
—¡Mierda, Jackson! ¿Quieres matarme de neumonía?
Birdy tomó la manguera y lo mojó por igual.
Jackson solo rio.
—¡Por eso es por lo que una gripa te hace chillar! No tienes fuerza de voluntad.
Jack se quitó la camisa, exhibiendo su fuerte pecho, con perfectos músculos.
—¡Ah, ya va el señor presumiendo cuero! ¡Vale, vale, Jackson Mississippi! ¿Olvidas que las mujeres prefieren a los flacos largos?
Jackson se rio a carcajadas.
—No todos tenemos tu doble defecto, Birdy, yo nací con dos buenas virtudes.
—¿Bolas?
—Cuerpo y longitud.
Birdy rio de él, pero la sonrisa se le borró al ver a la mujer acercarse.
—¡Cuidado, ahí viene Chernóbil! —exclamó
Se pusieron rígidos al verla.
—¡¿Qué es esto?! ¡¿Eh?! —exclamó severa, miró a Jackson de arriba abajo con desprecio—. ¿Los pongo a limpiar para que jugueteen como niños de preescolar? Birdy, ve a almorzar.
—¡Yeah! —exclamó—. Vamos, amigo.
—Solo tú, Jackson no comerá, si le gusta jugar con agua, que solo beba, no comerá.
—¡Oh, Chernóbil…! —exclamó Birdy con rabia
—¿Qué? —exclamó ella con una mirada asesina que hizo temblar al hombre
—Eh… Quiero decir… Chernóbil es un lugar que quiero visitar, no dije que tú eras Chernóbil, obvio…
Ella alzó las cejas, sorprendida.
—¿Así que soy Chernóbil? No, querido, soy peor, largo.
Birdy dio un traspié, asustado, caminó a la mansión, pero se giró a mirar, mostrando la lengua, sin que ella lo viera, mientras Jack solo sonrió.
—¿Te gusta andar de exhibicionista? —reclamó ella, tomó la manguera y lo roció de agua fría, él solo desvió su rostro.
Maddie se detuvo, dejó la manguera en el suelo, estaba satisfecha, pero no evitó observar como aquellas gotas de agua, se deslizaban, acariciando con delicadeza su abdomen bien definido, bajando con lentitud hasta su vientre, sus ojos siguieron ese camino, y sintió su boca seca.
«¿En que pensará? ¡quizas quiere matarme!», pensó Jack al verla quedarse congelada.
—¿Señora?
Esa voz la sacó de sus calurosos pensamientos, que de pronto enrojecieron sus mejillas.
—¡¿Qué?! —exclamó a Peter.
—Eh… ya traje los lirios. Los pondré por toda la casa, ¿Está bien?
—¿Lirios? ¿Para qué? —exclamó
(…)
—Hoy es día de…
Maddie abrió ojos enormes, sintió un hueco en su estómago, ¡Lo había olvidado!
—¡Hoy es…! Sí.
Peter fue a depositar las rosas, Maddie alzó la mirada, sintió tanta frustración, se acercó a Jackson, y de la nada le soltó una fuerte bofetada.
—¡Es tu culpa que lo olvidara!
Él la miró atónito.
—Pero…
—Trabaja, ¡Esclavo!
Jackson frunció la boca con rabia, se puso de cuclillas frente a las rosas blancas, cuando sintió como ella haló sus cabellos hacia atrás, para que mirara su rostro, un gemido se liberó de sus labios, lo hizo a propósito para incomodarla, notando como el rostro de Maddie se ruborizó.
—¡Imbécil! Hoy es un día muy especial —había una malicia en el rostro de la mujer, un viento gélido agitó sus cabellos, Maddie miró al cielo, nubarrones se acercaban, ella tuvo un buen plan.