El camino hacia la empresa era un poco tenso, Cleo quería nuevamente disculparse, pero sentía que si llegaba hablar este se molestaría. Ivar no estaba molesto con Cleo, sino con Emil porque pensaba que lo había hecho todo a propósito solo para molestarlo. ― Señor, de verdad lamento lo que paso… ― Ivar voltea a verla. No podía desquitar su enojo con ella, no tenía la culpa. ― Tranquila, Cleo… Pero te quisiera hacer una pregunta. ― Ella asiente con su cabeza lista para responderle lo que fuera. ― ¿Por qué cuando te llame a tu teléfono no repico?... ― Cleo hace una mueca y desvía su mirada hacia al frente, no creía que tenía que usar su teléfono en el trabajo porque todo le llegaba por correo, no podía decirle que ella misma lo rompió hace ya varios días. ― Se me daño hace días, señor…