CAP 5 UNA CITA

1106 Words
Sara se quedó con Aldo en la casa del árbol toda la semana amándose mutuamente, ella solo recogería su maleta en la vieja cabaña, llegaron y Aldo la esperó en la camioneta. Entró a la casa, Joel estaba en el patio trasero cortando leña, ellos no habían hablado desde esa tarde. Sara subió a su cuarto y bajo su maleta, regresó al patio y Joel seguía cortando troncos en silencio. Ella salió avisándole. “Joel… me voy”. Joel se detuvo por un momento para verla, pero unos segundos después siguió trabajando. Sara lloró gritando. “¡Maldita sea Joel me largo de aquí y no te importa!”. Joel siguió cortando los troncos, pero en el momento que ella gritó él frunció los labios. Sara se quedó por unos segundos esperando que él reaccionara, pero Joel no lo hizo, bajo su cabeza con tristeza y susurro. “Cuídate por favor”. Se giró caminando a la puerta de entrada donde Aldo la esperaba, subieron a la camioneta y Aldo arrancó esperando unos segundos, él tenía la esperanza de que Joel saliera a despedirse. Sara sintió las intenciones de Aldo y solo susurró. “Vámonos se hace tarde para el vuelo”. Aldo asintió mirando la vieja cabaña, puso en marcha la camioneta. Joel escuchó arrancar la camioneta vieja y salió corriendo arrepentido de no hablar con su hija, miró la parte trasera de la camioneta y corría para alcanzarlos en medio de la carretera mientras gritaba. “¡Sara!”. Aldo se detuvo al verlo por el retrovisor, Sara también lo vio y salió de la camioneta corriendo a encontrarse con Joel. Sara corría por en medio de la carretera mientras observaba la luz del sol que entraba entre las ramas de los árboles, cuando al fin llegaron ambos se abrazaron fuerte llorando. Joel lloraba mientras tomaba su cara. “Lo siento Sara, soy un estúpido”. Sara sollozaba. “Lo se… pero aun así eres mi estúpido papá, te quiero mucho”. Joel miró su rostro. “¿Qué dijiste?”. Ella se rio. “Que eres mi único y estúpido papá, siempre lo serás”. Joel se carcajeó gritando “¡Si! ¡Soy tu único y estúpido papá!”. Aldo recargado en la camioneta miraba a ambos, sabía que Joel se arrepentiría si no se despedía. Cuando se calmaron Joel la miró. “Iré a verte cada vez que pueda”. Sara sonrió. “Te estaré esperando papá”. Joel camino junto a Sara a la camioneta y miró a Aldo frunciendo la frente. “Y tu jovencito... espero que hayas usado protección estos días que te quedaste con ella, no quiero que, a mi hija, una futura doctora la dejes embarazada antes de terminar sus estudios”. Aldo levantó las manos en señal de rendición sonriendo, Sara solo golpeó el pecho de Joel negando con la cabeza. Se despidieron y Aldo llevó a Sara a la estación de autobuses, al llegar al aeropuerto en la ciudad tomaría un vuelo. Aldo besaba a Sara apasionadamente. Y al soltarse suspiro. “Maldita sea, creo que me estoy arrepintiendo de esto, no quiero alejarme de ti”. Sara sonrió. “Solo serán unos meses y nos veremos en vacaciones”. Él asintió besándola de nuevo, la semana que pasaron juntos no fue suficiente. Aldo unió sus frentes. “Cuídate Sara, extráñame”. Ella lo miró. “Tú… ¿Me extrañaras?”. Aldo suspiró. “Ya lo estoy haciendo…” Sara le dio un corto beso. “Espérame Aldo, volveré y seremos felices juntos”. Él sonrió besando su frente. “Te esperaré el tiempo que se necesite, te amo mi pequeña Sara”. “Te amo Aldo”. Sara subió al autobús, se acomodó en su asiento y miró a Aldo por la ventana. Mientras recorría la carretera en el autobús recordaba los momentos vividos con Aldo… .................................................. > Sara trabajaba en el viejo cine del pueblo, atendía atentamente a las personas que compraban bebidas y palomitas, Aldo la miraba desde lejos, la amaba de una forma indescriptible, su sonrisa, su amabilidad, su picardía, todo de ella le gustaba. Una chica se acercó a ella y le dio un codazo mirando hacia donde estaba Aldo. “Ya te espera tu novio”. Sara miró hacia donde estaba Aldo y sonrío tímida. Él siempre la recogía al terminar su turno. “Ya puedes irte, yo me encargaré de los clientes que quedan”. Sara asintió y entró en las oficinas del cine para cambiarse en los vestidores, salió por la puerta de atrás y busco a Aldo, pero no estaba, él siempre la esperaba en la puerta. Se extrañó por no verlo por ningún lado y caminó hacia la entrada del cine, pero antes de dar algunos pasos una mano la sujeto hacia el callejón oscuro, ella trató de zafarse asustada, pero a los segundos después sintió esa fragancia que solo a Aldo le pertenecía. “Me asustaste”. Aldo la tenía arrinconada contra la pared, mientras besaba sus mejillas haciéndole cosquillas. El beso sus labios frenéticamente. “Me encanta verte detrás del mostrador, me calientas al momento”. Ella sonrió. “Aldo detente aquí no, vamos al lago”. Él la soltó suspirando. “No, hoy tendremos una cita”. “¿Una cita?”. Ella preguntó intrigada. Aldo asintió y tomó su mano para caminar por la calle principal del pueblo, donde se concentraban los negocios de la gente. Llegaron a una cafetería, entraron y buscaron una mesa, Sara no era muy amante de que la gente la mirara con Aldo, en ocasiones escuchaba los comentarios despectivos sobre ella, que era pobre y mal educada, mientras Aldo era hijo de los más acaudalados del pueblo. A Aldo no le importaba, siempre la abrazaba besándola frente a la gente y los miraba de manera retadora. La gente solo se alejaba asustada por Aldo. La camarera llegó. “¿Qué les sirvo?”. Sara miró a la mujer mayor y después a Aldo para que él pidiera. Aldo sonrió al ver a Sara tan tímida. “Dos hamburguesas con papas y dos malteadas”. Cenaron juntos y conversaban del trabajo de Sara, Aldo por su parte le contaba sobre la granja, le dijo que estaría trabajando con su padre por unas semanas. Sara sonrió tristemente porque esto sería verlo menos tiempo, pero no le importaba ya que deseaba que la granja de su familia se recuperara.
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