—¿Cómo? —Soy tu amiga, Emma, no tienes que guardarme secretos, igualmente yo. Escucha, me refiero a cada frase, tiene un asterisco al inicio, y entre paréntesis lo que realizó. ¿Y me dices que es la frase de un libro? Por favor... Me quedé en silencio. Bárbara me conocía muy bien y sabía que estaba mintiendo. No podía decirle la verdad, y volverle a mentirle empeoraría la situación. —Bueno —intervino— si no quieres decirme está bien. —Escúchame Bárbara, hay cosas que no pueden —hice una pausa— ¿cómo explicarlo? no pueden ser contadas, secretos que no son secretos para aquellos, te explico; que como no son secretos para aquellos, tratas de contarlo a otros, pero termina siendo un caos. Quieres contarlo, pero no puedes porque no debes. No sé si me entiendes... —Concluí. Y pude notar su