Capítulo 9

1611 Words
El teléfono en su bolsillo comenzó a sonar. Atendió en cuanto supo que era Iván. —Decime— dijo intentando ocultar su alteración por saberse un idiota y haber respondido al mensaje de Pilar, a esa reacción a una de sus historias, a esas palabras que no necesitaban ser agradecidas pero él lo había hecho, volviendo a encender la llama de la ilusión en aquella castaña. Mierda, era un pelotudo con todas las letras. —Ivy me pidió si te podía preguntar si no te molestaba ir a buscar a Dany y que se quede con vos un par de horas. —Claro, no hay drama. ¿Estás con ella?— preguntó al caer en la cuenta de aquello. —Sí, Maty. Después te cuento los detalles. Ella… no está bien justo ahora— explicó el castaño y él jamás supo que en ese preciso momento Iván miraba hacia la puerta del baño donde Ivonne devolvía lo poco que había podido ingerir ese día. —Bien. Dale mis saludos, que no se preocupe por Dany — dijo sintiendo que, por lo menos ahora, le era útil en algo a aquella preciosa mujer. ---------------- Escuchó cuando golpearon en la puerta de su hogar y se preparó para abrir. La había cagado la tarde anterior pero esperaba poder arreglar un poco la situación ahora. Su mueca de desagrado al ver a René en la puerta no la pudo, ni quiso, evitar. —Ya lo traigo — escupió sin saludar, esa sonrisa socarrona del imbécil lo ponía de pésimo humor. —Hola, campeón— saludó René al pequeño en cuanto lo vio parado en la puerta. —Hola, René — saludó el niño mirando sus manitos —. ¿Ivonne está bien? No pudo ir por mí a la escuela ni tampoco vino a buscarme ahora — explicó frunciendo el entrecejo. —Sí, solo está descompuesta en casa. Vamos así la cuidamos — explicó con intención mientras miraba de reojo como Maty se tensionaba con sus palabras. —Sí, vamos — respondió el pequeño e hizo algo impensado para René. Dany levantó su bella carita y miró por una fracción de segundo a Maty mientras se despedía y agradecía el cuidado. René debió parpadear para poder comprender que su primito, su precioso primito, había podido hacer contacto visual con un extraño. —Chau y gracias — saludó René antes de girarse y caminar hacia su vehículo estacionado en la calle. Durante todo el camino escuchó la vocecita de su primo que le contaba sobre lo ocurrido en la escuela y luego en la casa de su amiga Luz, donde Maty, el hermano de su amiga, le había mostrado su garaje, en el cual habían algunos vehículos para arreglar. —Es muy limpio— explicó el pequeño mirando por la ventana —, si traes tu taller hasta acá deberías contratarlo — sugirió con dulzura. —Si lo contrato a él no puedo darte trabajo a vos. —Soy un niño, René, no puedo trabajar— explicó con seriedad. —Justamente es por eso que sería mejor, no tendría que pagarte porque no te podría contratar — dijo y luego rió para que su primo comprendiera que era una broma. —Matías me dijo que va a sacar un motor mañana y que puedo ir a verlo — dijo entusiasmado. René necesitó unos momentos para asimilar las nuevas expresiones de su primo, para acostumbrarse a esta nueva etapa donde el pequeño parecía comenzar a sentirse más cómodo con lo que lo rodeaba, pero sobre todo para entender por qué se mostraba tan feliz al hablar de aquella basura de Tempton. En casa el morocho le explicó lo sucedido a su prima que se mostró igual de sorprendida que él, después de todo Dany apenas si había hablado un par de veces con Matías y ahora parecía no poder dejar de nombrarlo. Es por eso que tres días después se encontraba en la puerta de aquel hogar, tocando el timbre y sintiendo que sus piernas temblaban sin control. Cuando aquellos rizos oscuros asomaron al otro lado de la puerta necesitó de toda su fuerza de voluntad para no salir corriendo de allí, para no largar su plan a la mierda y escapar como una cobarde. —Hola — saludó Maty. —Hola — respondió Ivonne y debió inhalar profundamente para no desmayarse. Mierda, ese idiota la alteraba demasiado. —Pasen, Luz llega en un rato— explicó el morocho y les dio espacio. —¿Podremos ver el motor?— preguntó Dany ni bien puso un pie dentro de la casa. —Claro — respondió con entusiasmo el hombre—, vamos al garaje — Y comenzó a caminar al lado del niño. Ivonne seguía al par solo unos pasos más atrás, Dany realmente se veía cómodo a su lado y le hablaba fluidamente de las últimas cosas que ella le había leído sobre motores. Llegaron a una puerta al final de un pequeño pasillo de la planta baja, justo ubicado al costado de la cocina. Matías abrió la puerta y se pudieron apreciar tres pequeños escalones que bajaban hacia un amplio espacio donde el olor a grasa abundaba. Ivonne evaluó las pequeñas escalera y notó que no tenían barandilla, por lo que iba a decirle a su hermanito que tuviera cuidado al bajar por allí. No pudo hacer nada más que congelarse en su sitio cuando vio la pequeña manito de Dany envolver dos de los dedos de Matías, aferrándose a él como ancla para poder bajar con seguridad hacia el lugar en donde un enorme motor plateado colgaba de unas cadenas sujetas a un extraño aparato. Maty giró sobre sí al no sentir los pasos de Ivonne y la vio, plantada en lo alto de la escalera, con los ojos abiertos muy grandes y brillantes por las lágrimas que trataba de contener con algo de éxito. En cuanto quiso regresar sobre sus pasos la voz de la mujer lo detuvo. —Tengo que ir al baño — indicó ella sin dejar de mirar a Dany. Maty miró al pequeño, luego a Ivonne y volvió la mirada al pequeño. Algo pasaba allí, delante de sus narices, y él ni enterado. —Claro, tercera puerta de la izquierda— respondió y solo pudo ver a la morocha desaparecer. Luego de lavar su cara y controlar el llanto, que brotó mezcla de alegría y envidia, se dispuso a volver con su hermano. No llegó a salir porque unas fuertes manos la volvieron a introducir al pequeño baño de invitados. Levantó la vista y se encontró con aquellos cuencos oscuros en los que se podía perder con demasiada facilidad. Tragó pesado e intentó preguntar: —¿Qué pasa? El entrecejo fruncido de Matías la confundía, él parecía evaluarla centímetro a centímetro, algo que a ella la estaba llevando al borde del pánico. —¿Qué pasó recién? — indagó serio. —Nada — respondió pero el brillo en sus ojos la delató. —Ivonne — dijo con tono exigente. —Yo… te va a parecer una idiotez. —Decime y yo decido. —Es que Dany, él jamás me ha agarrado la mano, nunca — afirmó para que quedara clara la idea —. Y sentí envidia. Él, él simplemente agarró tu mano. Perdón, no estoy enojada con vos, es solo que… — Y no pudo terminar porque la voz le tembló levemente. Antes de que pudiese continuar con su explicación, unos enormes brazos la envolvieron, llevándola a enterrarse en un amplio pecho que olía a madera y paz. —No sabía eso de Dany — susurró el morocho extasiado por tenerla así, entre sus brazos —. Me hace muy feliz que me haya permitido tomarle la mano — declaró siendo realmente honesto. El sollozo escapó de los labios de Ivonne antes de que ella lo pudiera contener, es que este era un enorme paso para el pequeño y eso la hacía sentir terriblemente feliz. —No llores, juro que no te voy a quitar a tu hermano — dijo y ella rió entre lágrimas. —Dany me adora, no podrías— afirmó con la voz afectada, aún hundida en ese cómodo huequito. —Sos fácil de adorar— susurró bien bajito, casi como si no quisiera que nadie escuchara aquella declaración. Ivonne decidió que era mejor para ella no haberla oído, por lo tanto se despegó del morocho con lentitud, ignorando esa calidez que se abría pasó en su pecho, escapando de esos sentimientos que comenzaban a crecer nuevamente, como los yuyos indeseados del jardín, esos que nadie quiere pero siempre aparecen, siempre vuelven a revivir. —Tenemos que volver, imagino que Dany está solo. —No, no está solo — respondió Maty divertido—, llegó mi viejo con Luz y se quedaron los tres en la sala. No soy tan mala persona como creés. —Todavía no lo sé— respondió ella plantando sus ojitos en él, dedicándole una sonrisa que le abarcaba su bonito rostro, iluminándolo de una forma encantadora. —Yo me encargo de demostrártelo, no te preocupes— dijo haciendo espacio para que la morocha pudiera salir del baño. En realidad él la habría besado allí mismo, cuando le regaló esa bonita sonrisa, pero no quería hacer las cosas mal. Por haberse dejado llevar había terminado enredado con aquella pelirroja que ahora parecía querer cazarlo a toda hora, asique, aprendiendo la lección, decidía ir paso a paso con Ivonne, dándole el tiempo necesario para que ella lo conociera de verdad, para lograr borrar al idiota Matías de la secundaria y crear un nuevo Maty en la mente de esa bonita mujer.
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