Capítulo 11

2047 Words
Supo de la pelea por un par de comentarios al azar que le llegaron. Ignoró por unos momentos el llamado de Iván, ahora debía hacer algo que no podía esperar, no iba a dejar que aquello se fuera a más. La vio caminando por el pasillo de la facultad y apuró su paso. Ahora sí iba a decirle qué mierda fue lo de la noche anterior. Ivonne se atemorizó demasiado cuando volvió a revivir esa escena de él jalando de ella para llevarla a un sitio alejado, a un espacio donde podía hacerle alguna estupidez que la lastimaría físicamente y le rompería el alma. En cuanto Mateo se dio vuelta, la vio, vió ese ser con los ojos abiertos muy grande, transmitiendo el pánico que se estaba apoderando de su ella, que la hacía temblar sin sentido, sin control. —Mierda — masculló el rubio revolviéndose el pelo —. No te voy a hacer daño — aseguró en un tono calmado y poniendo una dolorosa distancia con ella —. Ya no más— agregó con dolor en su voz. Ivonne se relajó solo un poco, aunque sus músculos seguían tensos, atentos por si debía dar pelea. —Decime qué mierda querés— exigió intentando que su voz no temblara, ya que estar a solas con él le hacía sentir el pánico en las entrañas y le revolvía el estómago de manera asquerosa. —¿Qué mierda fue lo de anoche, Ivonne? — cuestionó fastidiado. Ah, sí, él estaba acostumbrado a exigir explicaciones sin merecer una mierda. —¿Qué te importa? —¡Mierda, Ivonne! — Gritó plantando un puñetazo al casillero metálico que estaba a su lado, haciendo que la morocha brincara del terror—. Eso fue una mierda — dijo con los dientes apretados —. Dame tu mejor golpe — exigió poniéndose en completa disposición de ella, estirando el cuello, dejándole el rostro a su completa disposición. —¿Qué? — cuestionó incrédula de aquel pedido. —Quiero ver qué tan fuerte sos, si considero que no sos material para las peleas te quedás fuera — aseguró con firmeza pero la risa completamente carente de humor de Ivonne lo hizo fruncir el entrecejo. —¿Ah, sí?¿Ahora vos y tus amiguitos me van a decir qué hacer? — cuestionó olvidando por un instante el pánico que la devoraba por dentro —. Te tengo una noticia: me importa una mierda — sentenció y clavó sus ojos brillantes de furia en los espejos azules de aquel rubio. Mateo tragó pesado, tragó llevando a su interior todos los sentimientos que se revolvieron dentro de su pecho, intentando pasar a base de saliva aquella cosa que lo mareaba, que lo asqueaba casi al punto de hacerlo vomitar. —Ivonne, te vas a lastimar — dijo casi susurrando, como suplicando que ella comprendiera esa idea, esa terrible idea de que seguir adelante con las peleas iba a terminar en muy mal puerto. —¿Y justamente vos vas cuidar que nadie me lastime?¿Vos?— preguntó con los ojitos brillantes de lágrimas, remarcando ese tono socarrón, burlesco, dañino. —Sí— contestó, aunque en su tono tenía más dudas que certezas. —Sos increíble— respondió ella con sarcasmo, elevando sus brazos al cielo, revoleando los ojos con fastidio, girando sobre sus talones para salir de esa estúpida situación. —Ivonne, esperá — pidió el rubio. Ella no detuvo sus pasos, no aguardó a nada, no lo necesitaba, solo quería salir de ahí, por eso siguió caminando, ignorando al hombre que se rompía en mil pedazos a su espalda. Mateo debió respirar, necesitó reunir cada pequeño fragmento de valentía para poder pronunciar la siguiente frase, frase que lo condenaría para siempre a la miseria o lo elevaría al mejor de los cielos: —. Por favor, me preocupás porque te amo demasiado — agregó en un tono lo suficientemente alto para que lo oyera, pero no tanto como para que se escuchara más lejos. Ivonne detuvo sus pasos y giró sin creer lo que acaban de escuchar. Con la mirada atenta se acercó a él, intentando entender si aquello era cierto, era real. —¿Me amás?— preguntó en un susurro sin dejar de mirarlo a esos ojos azules que parecían más el mar que un par de globos con los que aquel rubio miraba el planeta. —Con toda mi miserable alma — aseguró en un tono bajo y dolido. ¡Claro que la amaba! ¿Cómo no hacerlo cuando ella era tan especial, tan particular que le obligaba a todas las células de su ser rendirse ante sus pies? Bueno, aquella risa de Ivonne lo confundió al mismo nivel que lo lastimó. Definitivamente esa no era una buena señal, no era una buena respuesta, no lo llevaría al destino al que él ansiaba llegar. —¿Qué pensaste que iba a pasar?¿Qué caería a tus pies porque decías esas palabras? — cuestionó con sarcasmo —. Te explico — dijo con tono firme —. Me violaste, nunca podría pensar en vos de alguna forma que no sea con asco y odio — afirmó con esa mirada dura, fría, completamente distante. La cara de completo horror de aquel rubio le dio los detalles que le faltaban al rompecabezas. ¡El imbécil jamás pensó que había sido una violación!¡Mierda! Hasta casi se podía reír de la situación, casi. —¿No pensarás — rió con completa soberbia—, no pensarás que fue consensuado?. —Yo… vos querías— trató de defenderse pobremente mientras el mundo comenzaba a girar a una velocidad demasiado peligrosa en su mente, mientras sus pensamientos lo acorralaban en un espacio asqueroso, sucio, inmundo. Ivonne dejó salir otra de sus extrañas risas y volvió a clavar sus ojos verdes en él, ojos que siempre tuvieron un verde limpio y brillante y que ahora se había oscurecido hasta hacerlos casi negros. —¿En qué momento de la noche pensaste que en mi estado podía ser consciente de lo que pasó? — indagó, aunque era claro que no esperaba una respuesta —. La definición de violación es: Delito que consiste en tener relaciones sexuales con una persona sin su consentimiento o con un consentimiento obtenido mediante la violencia o la amenaza — recitó —. En mi estado yo no podía dar mi consentimiento. —Iv… Ella no se quedó a escuchar, no podía siquiera pensar en que el idiota era capaz de formular alguna excusa que lo librase de su culpa, que lo alejara de lo que él era en realidad, por eso se giró sobre sus talones, dispuesta a alejarse de ahí, a poner distancia con el rubio antes que la ira le comiera la cabeza y terminara golpeándolo como realmente quería. Caminó dos pasos y volvió a girar para encararlo, le faltaba dar un pequeño último detalle: —Ah, y sí, también supe que Candela fue quien puso la droga en el vaso — afirmó y ahora sí lo dejó solo, solo y con el alma destruida en millones de pequeños fragmentos que jamás volverían a unirse, que nunca podrían volver a ser parte de una misma cosa. ------------------------ Estaba como adormecido, flotando en una densa bruma de una realidad que siempre le susurraba su verdad al oído pero él se negaba a escuchar. Era un jodido violador de mierda. Lo sabía, siempre lo supo, pero escucharlo directamente de sus labios le había destruido todo su ser. Era un violador. Escuchó unos gritos en la planta baja y luego su puerta abrirse con violencia. Vio a Iván abalanzarse sobre él y golpearlo con fuerza en el rostro, en el cuerpo, en todas partes mientras le gritaba sus verdades a la cara. No le dolían, los jodidos golpes no le dolían tanto como deberían. De pronto el peso sobre su cuerpo desapareció y pudo ver a Matías intentando sujetar al castaño que se retorcía con ira en sus brazos. —¡Iván, carajo! — gritó Maty sacando a su castaño amigo de aquel trance de odio y violencia. —¡¿Lo sabías?!¡¿Sabías que la violó?!— gritó paralizando al morocho que volvió su mirada hacia aquel rubio que sangraba en el piso. Matías tembló, tembló con violencia mientras sentía que cada átomo de oxígeno escapaba de sus pulmones. No podía ser cierto, no podía ser verdad. Bueno, la cara de su amigo, de aquel que conocía tan bien, demasiado bien, le daban la respuesta necesaria. Sí era cierto y ahora, recién ahora, él comprendía todo. De a poco la ira comenzó a escalarle desde los pies hasta las puntas de los dedos, de a poco la furia le susurró cosas al oído, convirtiéndolo en una masa musculosa a punto de estallar, de explotar con fuerza para destruir todo. —¿Qué?— susurró con asco. —El mierda le puso algo a su bebida. Ella no sabía nada de lo que pasaba. ¡Le sacó la puta virginidad con ella inconsciente!— gritó señalando con furia al rubio y terminando de clavarle las últimas dagas a su alma. —Hijo de puta — gruñó Maty antes de seguir el trabajo que Iván no pudo terminar mientras que Mateo sólo rogaba que sus amigos le sacaran hasta la última gota de aire, no merecía menos que eso, no merecía nada. —Basta, Maty — dijo agitado Iván luego de unos cuantos minutos de violencia sin límite, de odio demencial —. No vamos a ir en cana por un hijo de puta — masculló mirándolo con asco. —Sos una mierda — soltó poniéndose de pie y acomodando su ropa —. Vas a recibir tus pagos de las peleas como corresponde, pero mejor que no te vuelva a ver la jeta porque te voy a cagar bien a trompadas — escupió Maty con odio antes de salir de la habitación y dejar al otro sujeto solo. Mateo se quedó allí, tirado en el piso de la habitación, bañado en su propia sangre y sin poder sentir el jodido dolor que tanto merecía, sin poder sacarse el asco que sentía de sí mismo y queriendo arrancarse la piel para liberarse de la basura que lo comenzaba a llenar por dentro. --------------------------- Maty salió de allí igual de furioso que Iván, se despidieron sin decir una palabra y cada uno tomó un rumbo diferente, él a alguna lejana ubicación donde nadie lo molestara e Iván en busca de Ivonne para asegurarse que estuviese al tanto de lo que acababa de suceder, no vaya a ser que el idiota de Mateo buscara una venganza que no merecía. El morocho encontró un mirador vacío y bajó de su auto sintiendo aún la ira recorrerle el cuerpo. Apenas se paró en la punta de aquel espacio abierto gritó hasta que la garganta le dolió, necesitaba sacar la mierda que llevaba dentro. Durante años él se había preguntado cómo su amigo había logrado estar con la preciosa muchachita de bellos ojos verdes. Entendía que Mateo era el chico más lindo de la escuela, pero pensaba que Ivonne no era como el resto de las muchachas. Se decepcionó demasiado cuando el rubio les contó la noche que habían compartido y cómo ella le había rogado por más. ¡Ella le había rogado! Tan cínico había llegado a ser en su descarado relato. Secó las lágrimas que descendían de su rostro con violencia e inhaló profundo. Bien, Mateo los había manipulado sin escrúpulos, había abusado de la mujer de la que él estaba enamorado desde hacía cinco años, lo convenció de que ella lo deseaba y que jamás miraría a otro hombre que no fuese el mismísimo Mateo. Él creyó cada.palabra. ¡Vaya idiota! Pero ya no, ya no más. —Era virgen — susurró y un doloroso sollozo escapó de su garganta, ahogándolo en el demoledor llanto que le sacudió el cuerpo y el alma —. Era virgen — volvió a repetir cayendo de rodillas en la tierra tan seca como lo comenzaba a estar su mente, parecía que todos los pensamientos se comenzaban a drenar uno a uno, dejándolo vacío y atormentado. Él había sido parte de aquello por demasiados años.
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