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Al ver que sin importar lo que dijera y que no conocía el lugar Fazza se molestó más y más y le gritó: - ¡deja de caminar y sube al maldito auto!, ¡soy tu esposo! - gritó y Luisa se detuvo - lo ordeno - dijo al verla voltear. Ella se acercó a él y toco su rostro, eso lo desconcertó, toda su furia, todo lo negativo en sí se desaparecía. - ¿mi esposo? - dijo mirándolo a los ojos con aquellos enrrogesidos ojos verdes. - solo sube al auto, es tarde y no puedes andar por ahí caminando así vestida como una loca tu sola - dijo evadiendo su mirada. - ¿mi esposo? - insistió una vez más buscando su mirada ya que el solo la evadía. - sí, te casaste conmigo, aceptaste ser mi esposa y vives conmigo - respondió de mala gana. - he pasado más tiempo con tu hermana que contigo, he visto más a tu h