Luego su esposo, George Somerset, murió en combate y ella, al enterarse de que Selwyn Kiniston se encontraba en París, organizando el Ejército de Ocupación junto con el Duque de Wellington, de inmediato se trasladó a la capital de Francia, donde, durante un corto período, logró vivir como huésped en la mansión que el Duque poseía en los Campos Elíseos. Después le resultó muy fácil seguir a Lord Kiniston, hasta Cambrai e instalarse cómodamente en su Castillo. A él le había sido útil de varias maneras y, además, la encontraba muy atractiva como mujer. De entre todas las bellezas que habían pasado por su vida, ninguna era tan apasionada ni tan insaciable. Ahora Lillian entró en el salón con los ojos entornados y moviendo los labios en un mohín lastimero, ya que se sentía un poco abandonada