Al día siguiente… Me despertó un intenso dolor de cabeza, de esos que pocas veces he sentido en mi vida. Abro los ojos de golpe y me encuentro con el techo de mi habitación. Trato de recordar qué rayos fue lo que pasó anoche. Claro que recuerdo haber estado con mis amigos en un club, bebiendo y bailando, pero además de eso, poco recuerdo. Noto que estoy desnudo y me asusto, y al voltear a ver quién fue el afortunado (o desafortunado) que logró llevarme a la cama, me asusto aún más. Ian dormía plácidamente a mi lado, con sus rubios despelucados, delatando que efectivamente algo loco pasó anoche. Y además… ¡toda la habitación huele a sexo puro! No, no, no. Esto no puede estar pasando. Es como si la historia se volviera a repetir. La primera vez que él y yo nos acostamos también fue en