Keira Después de que Jaime se fue a su casa, subí a la habitación en la que estaba para comenzar mis tareas. ¡Bang! ¿Qué fue eso? Pensé, de repente mi puerta se abrió de golpe. —Oye, mocosa, aquí está tu cosa —dijo Kevin mientras arrastraba mi maleta. —¡Kevin! ¿No tocas la puerta? ¿Qué pasa si estuviera indecente? —me quejé. —Hey, sé que no estás indecente. Uno, tengo todas tus ropas aquí en esta maleta, y dos, te conozco, nunca caminas indecentemente. Tienes demasiado miedo de mostrar piel —afirmó Kevin. —Lo que sea, Kevin, solo toca la puerta, por favor. Gracias por subir mis cosas —le dije. —Kev, la cena estará lista en una hora. Oh, hola, sin hogar —dijo Adam apareciendo en mi puerta. —Sí, solo traje sus cosas —dijo Kevin mientras salía de la habitación con Adam. —Ugh, ni siq