La campana sonó para el final de la clase y Keira sobrevivió otro día de tormento que Adam y el equipo de fútbol le dieron. La escuela finalmente había terminado por el día.
Keira
Comencé a caminar hacia casa desde la escuela cuando sentí que mi teléfono vibraba. Como estaba en clase, lo tenía en silencio. Lo agarré y vi que era mi mamá.
—Hola, mamá, ¿qué pasa? —dije al teléfono.
—Cariño, no puedo comunicarme con tu hermano, así que tienes que decirle que llegaré tarde esta noche y que ustedes dos estarán solos para cenar —dijo ella.
Mi mamá trabajaba como asistente administrativa para el papá de Adam. Cuando Adam se mudó aquí hace siete años, no solo se llevó a Kevin de mí, sino que su padre también se llevó a mi madre.
Mi mamá trabajaba muchas horas y nunca estaba en casa. Cuando me quejaba con mi mamá sobre Adam y las burlas, ella decía que no podía hacer mucho. Los chicos serán chicos. Luego agregaba que, si iba a su jefe acerca de su hijo, podría meterse en problemas.
La influencia de Adam estaba en todas partes en mi vida. Parecía que no podía escapar del chico. Había quitado a todos los que se suponía que debían cuidar de mí. De alguna manera, ellos se preocupaban más por él que por mí, su propia carne y sangre.
—Ok, mamá, se lo diré a Kevin —le dije.
—Cariño, cuando llegue a casa esta noche, necesito hablar contigo y con Kevin. Así que una reunión familiar a las 7:30 esta noche, ¿okay? —afirmó por teléfono.
—¿Está todo bien? —pregunté, normalmente mi mamá no decía que íbamos a tener una reunión familiar.
—Sí, solo necesitamos hablar. Habrá un pequeño cambio en mi trabajo y necesitamos tener una reunión familiar —dijo, y luego agregó—. Me tengo que ir, por favor dile a Kevin y nos vemos esta noche a las 7:30, ¿okay? Te quiero, adiós.
—Okay, te quiero, adiós —dije, desconectando la llamada. Ahora tenía que encontrar a Kevin.
Sabía dónde estaba, probablemente en el campo de fútbol con Adam. Kevin y Adam eran los jugadores estrella del equipo de fútbol de la escuela. Así es como se hicieron amigos, por su amor por jugar fútbol. Un día en el campo de fútbol, patear la pelota alrededor fue el comienzo de su "amistad masculina".
Bajé al campo de fútbol y vi a los chicos haciendo ejercicios. Tenía que admitir que mi hermano era bueno, definitivamente tenía habilidad atlética entre los dos. Yo tropezaría con mis pies solo intentando correr y chutar así.
En el fútbol para niños pequeños, iba a todos sus partidos. Solía decir que yo era su animadora más grande. Cuando Adam llegó a su vida al principio, iba a sus partidos y realmente animaba a ambos.
Durante el primer mes después de conocer a Adam, pensé que tal vez los tres éramos como los tres mosqueteros, ya que hacíamos todo juntos. Eso solo duró un mes y luego éramos solo los dos.
Poco después de eso, dejé de ir a cualquiera de los partidos de Kevin y Adam. ¿Quién necesitaba a la hermana menor embarazosa rondando el campo de fútbol? Eso es lo que Kevin decía, que yo era una vergüenza para él.
El entrenador tocó el silbato y los chicos se dirigieron al banco para tomar agua. Ahora era mi oportunidad. Respiré profundamente y me acerqué a la cerca del banco.
—¡Kevin! —le grité desde lejos—. Necesito que vengas un minuto.
Él me miró con una expresión confundida. Sabía que no estaría allí si no fuera importante.
Lo vi hablando con Adam y finalmente se acercó a mí. Cuando se acercó, se detuvo de repente al darse cuenta de que solo llevaba una camiseta de tirantes y pantalones vaqueros.
—Keira, ¿qué demonios te estás poniendo? —gritó en voz alta, haciendo que los demás me miraran.
Mi cara se puso roja de vergüenza por sus palabras y ahora todos me miraban fijamente.
—Ropa. Por favor, necesito hablar contigo, es importante —le dije.
—Quién hubiera sabido que la chica sin hogar realmente tiene melones debajo de esa camisa. —Escuché decir a uno de los chicos.
—Cállate, Colt, ella es mi hermana —gritó Kevin y se acercó a donde estoy junto a la cerca.
Espera, ¿Kevin realmente le dijo a su amigo que se callara? ¿Realmente me defendió y no se burló de mí? Eso era nuevo.
—¿Qué pasa? —preguntó Kevin.
—Mamá me llamó, no pudo comunicarse contigo. Llegará tarde esta noche y tendremos que preparar nuestra propia cena, pero también dijo que vamos a tener una reunión familiar cuando llegue a casa a las 7:30 esta noche —le dije.
—¿Está bien? —preguntó, sabía que esto no era algo normal en nuestra familia.
—No lo dijo, solo colgó rápidamente —le respondí. En ese momento, Adam se acercó y se paró junto a Kevin.
—Kevin, ¿estás bien? Es hora de volver allá afuera —le preguntó.
—Sí, estoy bien. Keira, ¡ponte ropa, hay hombres aquí! —dijo Kevin, mientras se daba la vuelta y regresaba al campo. Adam se quedó un segundo más, mirándome, y luego se dio la vuelta y volvió al campo.
¿Por qué Adam me estaba mirando? ¿Qué fue eso? Supongo que era el poder de los pechos, como decía Jamie. No era estúpida, sabía que los pechos hacían que los hombres se volvieran gelatina. También sabía que, cuando tienes pechos grandes, también te hacían burla. Había tenido mi buena parte de burlas, eso era seguro.
Dejé el campo de fútbol para volver a casa.
Adam
Estábamos practicando relevos con la pelota de fútbol cuando el entrenador finalmente tocó el silbato para que descansáramos. Me acerqué al banco de fútbol para tomar algo de agua con el resto del equipo.
—¡Kevin! —Escuché a alguien gritar. Miré hacia donde estaba Kevin; su hermana gemela, Keira, estaba agitando la mano—. Necesito hablar contigo un minuto.
—¿Qué quiere? —dijo Kevin mirándome.
—No sé, mejor ve a hablar con ella antes de que uno de los chicos lo haga —le dije a Kevin. Él se acercó a la cerca para hablar con ella.
—¿Por qué está aquí sin hogar? —cuestionó Colt mientras tomaba un sorbo de agua.
—No tengo idea, tal vez necesita pedir prestada la ropa de Kevin. Podría quedarle —le respondí.
—Las ropas de Kevin en ella serían una mejora en comparación con las bolsas enormes que lleva ahora. —Se rio Colt.
Sonreí, esa fue una de las bromas que Kevin y yo le hicimos a Keira cuando teníamos trece años. Cuando ella comenzó a usar esas camisas enormes y holgadas, pensamos que como usaba esas camisas enormes como carpas, debería usar bolsas de basura, ya que parecía una persona sin hogar. Las personas sin hogar tienden a usar toda la ropa que pueden conseguir, sin importar el tamaño. Eso es lo que parece con la ropa de Keira. Ella usa cualquier cosa enorme que pueda conseguir.
Así que llenamos su casillero con diferentes bolsas de basura y una nota que decía que era su nueva colección de ropa. Keira nunca dijo nada al respecto.
Fue poco después de esa broma cuando comenzó el apodo de "sin hogar" y las burlas sobre sus compras en tiendas de segunda mano. Cuatro años después, todavía tiene el apodo.
Un par de chicos se acercaron a Kevin para ver por qué estaba gritándole a su hermana.
—Kevin finalmente está reconociendo que sin hogar es su hermana. ¡No hay forma de que yo admitiera eso en voz alta ante nadie! Tiene agallas. —Rio Colt volviendo al banco.
—Mejor rescato a Kevin. No parece que sin hogar se vaya a ir pronto —le dije a Colt. Me acerqué a donde estaba mi amigo—. Kevin, ¿estás bien? Es hora de volver allá afuera.
—Sí, estoy bien. Keira, ¡ponte ropa, hay hombres aquí! —dijo Kevin.
Me di la vuelta para mirar a Keira y me di cuenta de que no llevaba su camisa exageradamente grande como de costumbre. ¿Por qué llevaba una camiseta de tirantes? No es de extrañar que Kevin le hubiera dicho que se pusiera ropa. Keira nunca se vestía así normalmente.
Kevin se dio la vuelta para irse, pero yo seguí mirando la camiseta de tirantes de Keira. Colt tenía razón, Keira tenía buenos pechos; debería lucirlos más. Me di la vuelta y alcancé a Kevin.
—¿De qué se trataba eso? —le pregunté.
—Una reunión familiar. Mamá necesita hablar con nosotros esta noche —dijo Kevin.
—Probablemente tenga que ver con mi papá y un viaje de negocios que tiene que hacer. Volvamos a entrenar antes de que el entrenador venga para acá —respondí.