—¿Estás bien, mi pequeña rebelde? —Uriel se coloca al lado de Selene en el balcón desde donde ella está mirando al gentío que está en el patio del castillo Alba Noctis. Él ha notado que su nieta está muy callada e inquieta desde anoche. Puede ser que la luna llena esté ejerciendo este efecto en ella, pero no la había visto así desde aquella noche que encontró a su compañero hace un año.
—Estoy bien, abuelo —Selene se aclara la garganta y se frota las manos contra su ropa, es evidente que algo la incomoda. Uriel logra ver a Saya moviéndose inquieta en la mente de su nieta, moviendo la cola y chillando.
—¿Por qué aún no has bajado? Hay muchos lobos de tu edad allí abajo. Podrías divertirte mucho.
—No quiero ir, abuelo. Toda esa gente me asfixia.
—Esta conversación ya la tuvimos, Selene, hace tres días, cuando volviste de compras y refunfuñando en contra de un tal “Señor zanahoria”. Me prometiste que lo harías por tu madre. Ella se decepcionará mucho si no participas al menos por unas horas. Ya estás vestida —Uriel señala el hermoso vestido celeste que ella lleva puesto, toda ella está preciosa. Fue una lucha de sus hermanos convencerla de dejar sus típicas camisolas y jean rotos para usar algo más decente esta noche—. ¿Él está aquí? ¿Es por eso que no quieres bajar?
—¿Quién? —Selene se vuelve a aclarar la garganta sin comprender la pregunta de su abuelo.
—Ese hombre en el que has pensado estos tres días. Aún lo puedo ver rondando dentro de tu mente.
Un rubor se extiende en el rostro de la joven al recordar lo que pasó ese día. Ella se siente muy avergonzada. El señor Zanahoria la había cargado como a una pequeña niña en su regazo frente a todos hasta que el doctor terminó el procedimiento y no la soltó hasta que Moreira le dijo que ya todo estaba bien. Incluso se aseguró de que bebiera agua antes de que ella tomara un taxi para volver a casa.
En ese momento tuvo muchas ganas de darle una cachetada. ¿Quién se cree que es para tratarla de ese modo? Sólo espera no volver a cruzarse con él nunca más o no sabe de lo que sería capaz.
—Por supuesto que no, abuelo —Selene desvía su mirada hacia la luna que ya está subiendo lentamente en el horizonte—. No creo que él participe de estas cosas. Ya debe estar emparejado, tiene al menos 30 años o más.
—Nunca se saben los designios de la Luna, mi pequeña rebelde —Uriel sonríe de lado, pero Selene no se percata de ello. Su abuelo deja un beso sonoro en su frente y se marcha mientras ella queda sumida en sus pensamientos.
«Puedo sentirlo, él estará aquí, Selene, nuestro mate» Saya repite lo mismo desde que el anochecer inició hace un par de horas. Selene bufa sin contestar nada. Está claro que su loba está dispuesta y emocionada por encontrar un nuevo compañero, pero ella no quiere dejar ir al recuerdo de Dexter, ella lo amaba más que a nada en este mundo. ¿Cómo puede no entenderla?
Luego de unas respiraciones profundas, se alisa su vestido y camina hacia la salida. Es cierto, se lo prometió a su familia. Sólo será un momento y volverá a su habitación como si nada. Si ese supuesto mate que Saya tanto menciona aparece, buscará la forma de convencerlo de que la rechace y ambos podrán seguir con sus vidas.
***
Dentro de la habitación VIP de un hotel humano, Jackson mira a Connor sentado en el mismo sillón, en la misma posición y con los ojos cerrados desde la tarde. Su primo alfa no es muy sociable y estas actividades definitivamente no son de su agrado, pero aceptó venir porque fue una petición muy especial de su amigo y socio Ragnar. Si no le debieran tanto a ese hombre que los asistió cuando la manada estaba en su peor momento y a punto de ir a la extinción cuando el noventa por ciento de sus miembros fueron muertos en un ataque sorpresa, tal vez Connor no hubiese aceptado venir y ninguno de ellos tres estaría hoy aquí.
—Connor… —La voz de Jackson resuena en la amplia y lujosa habitación.
—Lo sé —Connor finalmente abre los ojos saliendo de su letargo—. Espérenme abajo, ya estaré con ustedes en unos minutos.
Beltrán y Jackson bajan al estacionamiento mientras el alfa se dirige al sanitario. Connor mira por unos segundos su demacrado semblante en el espejo. Sorem ha estado muy inquieto este día y no está seguro de poder contenerlo esta noche si lo inevitable se presenta. Encontrar a su compañera destinada nunca estuvo en sus planes debido a su complicada situación dentro de su manada, ¿pero será capaz de ignorar ese vínculo si esta noche finalmente la encuentra? ¿Será capaz de renunciar a ella y volver a California a seguir con esa vida que le fue impuesta?
Luego de una ducha rápida, se viste en un traje color fendi con una camisa blanca sin corbata, zapatos marrones y listo. Debido a su aspecto pelirrojo muy definido, no todos los colores le favorecen, pero este tono definitivamente le da un plus extra que lo hace ver imponente.
El castillo Alba Noctis se encuentra a media hora de viaje desde el hotel. Connor toma su celular e ignorando los cientos de mensajes que tiene sin abrir de su madre, hermana e Inés, observa la hora. Todavía faltan casi dos horas para que la luna esté en su máximo apogeo.
«Ella estará allí, Connor. Lo sé» Sorem repica en su mente, dando vueltas emocionado. «La llevaremos a casa, por fin tendremos a nuestra compañera»
Connor asiente y tras verificar su aspecto, por última vez, baja al estacionamiento.
***
Dentro de la fiesta, el ambiente está muy movido. Uriel tenía razón, hay muchos lobos bastante atractivos de muchas manadas dispuestos a encontrar a su mate esta noche. Algunos ya están emparejados, otros todavía no corren con la misma suerte, pero todos están animados y mezclados.
Selene camina hasta el bar y pide un cóctel de piña con ron, su favorita. Voltea con su copa en la mano y observa a sus hermanos mientras interactúan con algunos invitados, varios de ellos se sienten atraídos por su increíble belleza, pero Saya está segura que ninguno de ellos es su mate y los ignora.
Ethan voltea hacia su hermana melliza y le guiña el ojo. Él está muy guapo esta noche y su cuñada también está preciosa con su vestido color rojo.
Un poco más allá están Rouse y su madre acomodando a los recién llegados, su abuela, sus tíos y primos están en una mesa frente al escenario. Su padre todavía está de viaje en Tierra de Pinares resolviendo un asunto que tiene que ver con su primera esposa.
Uriel merodea el sitio con cautela, y tras fijar su mirada en el punto de entrada donde un Maserati n***o viene llegando, una luz dorada emerge de su mano derecha. Un hombre alto, el mismo hombre de los pensamientos de su nieta, baja del asiento trasero junto con otro bastante parecido, pero más joven. Su boca se abre de par en par. Un hermoso e imponente lobo con pelaje naranja y orejas blancas merodea en su mente mientras mueve su cola de manera vigorosa. «Así que este es el último licántropo de sangre alfa de los Redwood Wolves que ha sobrevivido a la masacre de su manada años atrás» se dice así mismo al ver a la hermosa bestia.
Connor abotona su saco de manera elegante y camina lentamente hacia el punto del evento. Su piel se va erizando a medida que avanza y su corazón late con demasiada fuerza dentro de su pecho.
La luna alumbra con mucha fuerza ahora, y un aroma fresco y ligero, similar al que se siente en el aire en un día soleado y despejado, con un toque de hierbas aromáticas como la menta y el romero, va arrastrándolo como una fuerza invisible, pero poderosa. ¿Qué es eso?
«Mate» Sorem chilla dentro de su mente. Connor se detiene bruscamente y sacude la cabeza. Su bestia está en la superficie misma, buscando la forma de salir a flote.
—¿Qué sucede, Connor? —pregunta Jackson a su lado confundido por el actuar de su primo— ¿Qué le sucede a Sorem? ¿Encontró a su mate? ¿Nuestra Luna está aquí?
Connor levanta la vista hacia la multitud sin responder nada y su oído y vistas se agudizan hacia un punto exacto, pero sin lograr verla del todo, solamente su espalda. Allí está ella.
Al otro lado del jardín, un escalofrío recorre el esbelto cuerpo de Selene. Sus manos empiezan a temblar incontrolablemente y la copa de su mano se cae al suelo.
«Mate» Saya chilla levantando la cabeza y mirando hacia atrás. Selene está congelada en su sitio con el corazón a mil revoluciones. ¡No!
Decidida, va a pasos presurosos hasta la parte trasera del castillo con dirección hacia el sendero que lleva al bosque para huir lo más lejos posible de él, pero esos malditos tacones no le colaboran. Se los quita y los tira a un lado antes de seguir su camino.
—¡Alto! —Una voz profunda y ronca a su espalda tiene el mismo efecto que una bomba atómica en todo su cuerpo. Sus piernas flaquean y su estómago es una estúpida revolución que le da unas ganas enormes de vomitar.
Voltea tan lento como es posible y tras levantar la mirada sus hombros caen, tal vez por sorpresa, tal vez por decepción, ¿quién sabe?
—¿Tú? —Ambos preguntan en unísono.