Amor a prueba.

Edimburgo, Escocia 2004. Mary está jugando con sus hijos Maya y Emilio, son unos pequeños de 6 y 4 años respectivamente quienes son sus mayores amores aparte del gran amor de su vida uno de los empresarios más importantes en el sector financiero, compra y vende pequeñas empresas para invertir en la bolsa, pero ella desconoce esa faceta de su marido. Mary es una mujer de 27 años estatura mediana cabello n***o y largo, dueña de unos ojos verdes preciosos. Lleva casada 7 años pero aún sigue muy enamorada de su marido aunque a veces le parece que no es recíproco. Desde hace un tiempo siente que su matrimonio se ha ido enfriando pues aunque ella lo ama y desea profundamente su esposo está más alejado de ella de lo que quisiera. Siente que la diferencia de edad está empezando a notarse de manera más evidente. Mientras ata su cabello en una cola de caballo a medio hacer se mira en el espejo sintiéndose diferente no sabe descifrar qué es pero ya no se siente de la misma manera; toma una cesta de ropa donde va depositando todo lo que cree es para lavar, alza las camisas de su esposo y busca de manera instintiva algo que le diga o de indicios de porque ya no la necesita, no encuentra nada y sigue con los pantalones y menos resopla odia que su marido sea tan cuidadoso, así con toda su ropa pero nada. Se siente cansada y sus hijos están en colegio y jardín infantil, aprovecha el momento para asear toda la casa mientras va descalza usando un viejo suéter y pantalones anchos. Erick es un afamado empresario de 38 años, alto de figura muy varonil siempre impecable y muy duro en cuanto a negocios se refiere, deja su blazer sobre su silla donde es el manda más del emporio Santo Domingo Enterprices, recibe todos los recados de su secretaria resopla al recibir la notificación judicial donde se le da una citación para rendir indagatoria, pasa las manos por su cabeza agobiado y le hace saber a su secretaria con un gesto gélido que lo deje solo no sin antes ordenar que le comunique con el bufete que maneja sus asuntos legales. Remueve su corbata incomodo cuando recibe el aviso de la llamada. -Señor Ríos le comunicó con la doctora Alejandra Santana - avisa la secretaria algo temerosa pues intuye la gravedad del asunto. -Alejandra cómo estás? - pone el teléfono sobre su oreja. -Me acabo de enterar de la citación - exclama en tono profesional - No sabes lo que he estado buscando la manera de evitar que pases por esto pero me ha sido imposible - Erick resopla. -Eso quiere decir que debo ir a New York - sisea - No puedo hacerlo - sus labios forman una línea recta - No puedo viajar en estos momentos - esquiva dejar que la conversación se torne más íntima - veras tengo asuntos que no puedo descuidar - piensa y sigue - ¿cuanto tiempo nos tomará? -Erick no quiero mentirte pero es posible que se tomen varias semanas, puedes quedarte en mi apartamento si quieres? - inquiere nerviosa. -No creo que sea lo más adecuado - piensa de inmediato en el desastre que le espera en casa mirando su anillo matrimonial. -Si cambias de opinión está a tu entera disposición - repone en tono coqueto - así como yo...- silencio - Bueno te dejo. -Así como yo - repite colgando el teléfono - Mary - toma la foto de su billetera - si tan solo... - niega mientras espera la respuesta de su interlocutora. -Marisa por favor - le habla por el intercomunicador - haz una reservación para ir New York comunícate con Santana y ponte de acuerdo en el itinerario del viaje. Se sirve una copa de Jerez mientras divisa el panorama de Edimburgo algo cansado del trayecto entre Stirling y la capital si tan solo su mujer aceptará el irse a vivir a la capital, eso le evitaría tantas horas de viaje a la semana en ese trayecto y le daría más espacio a compartir con su familia pero como siempre Mary es una terca y no da tregua con esa solicitud. Siente como el líquido baja por su garganta y no puede evitar pensar en todo lo que ha pasado desde que era muy joven hasta ese día para poder conseguir todo lo que tiene sintiéndose culpable por haber puesto en riesgo su estabilidad por tal negocio. -Hijo - entra una mujer de unos 60 años con gran porte y elegancia - Me entere de lo de Benjapi Holdings cómo estás? Necesitas ayuda? - ofrece la mayor mirando a su hijo algo tenso. -No es eso, solo que necesito salir del país podrías estar al pendiente de Mary y los niños mientras no estoy - pide no muy complacido pues no le gusta hacer tal cosa.  -Cuenta con eso... le haz contado a tu esposa de la gravedad del asunto? - le mira con dulzura. -No, Mary está muy ocupada - habla con cierto sarcasmo - No hay tiempo para nada entre los dos. -Como quieras, pero si necesitas desahogarte no dudes en hacerlo conmigo además debes entender que Macarena es muy joven para entender ciertas cosas pero no por ello deja de ser tu mujer y merecer saber lo que te pasa, -Son prioridades madre y para ella deje de serlo hace mucho tiempo - habla con amargura - solo está conmigo por  la estabilidad económica que le ofrezco y por los niños, sinceramente dudo que me ame - confiesa a media voz. -Por suponer no vallas a terminar poniendo en riesgo tu matrimonio - le aconseja - porque no haz cambiado de abogada? - le mira con cara de disgusto - No me mires así tú y yo sabemos que solo es una palabra tuya y la tendrás en tu cama - le regaña - no es  justo que le hagas esto a tu matrimonio, ni a tus hijos - frunce el ceño - llévate a Mary para que te apoye, tú sabes que es una magnífica compañía a lo mejor eso les ayuda a acercarse nuevamente. -No, te aseguro que esta feliz en esa casa tan pequeña a la que llama hogar sin mí entre menos me vea mejor para ella... -Eres un poco injusto, pero no me meto más es tu vida y siempre haz sabido cómo llevarla. Erick piensa en las palabras de su madre mientras la ve salir. Sus sentimientos en estos momentos son muy confusos ya no puede recordar la última vez que tuvo a Mary para el solo o si quiera si alguna vez ella tuvo la iniciativa de buscarlo pues siempre es él quien empieza cualquier tipo de encuentro con ella, cansado decide volver temprano a casa pero... -Hola - le sonríe la litigante - pensé que estarías yendo y vine a invitarte a comer o tomar algo - le sonríe mientras ve como toma su bolso. -Alejandra eres muy amable pero... está bien vamos - le gusta la sensación de volver a sentirse deseado...