La pasión entre Emily y Edward aumentó de intensidad. Sus manos tenían vida propia y sus cuerpos no obedecían la razón. Edward extrañaba ese calor y suavidad del cuerpo de Emily. Su forma de resistirse un poco a su toque, su timidez a pesar de que ya la conocía de pies a cabeza. Su aroma natural lo embriagaba sutilmente, ese aroma que se había impregnado en él desde el primero momento en que la tuvo esa primera vez. Emily trataba de resistir los avances de Edward. Intentaba resisitirse a sus besos, sus caricias, sus manos que lentamente la despojaban de su blusa... De su sostén, su falda.. El pecho de Emily se agitaba de arriba a abajo. Este Edward era el que la había llevado a esa playa maravillosa, donde habían jugado a casarse aquella vez, donde ella había deseado que fuera ver