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Agente García

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Blurb

El mundo siempre tiene dos barreras, el bien y el mal.

A mi me tocó estar en ambas a la fuerza y obligada por quién menos imaginé. Toda mi vida fui entrenada para formar parte de la CEP de Rusia. Dudé del poder de la Bratva, se hicieron mis dueños y ahora, soy una ninfa convertida en la dama de la mafia Rusa.

¿Por qué?.

Bueno, el amor rompe barreras y la linea tan delgada desaparece cuando su sonrisa es lo que veo a cada amanecer.

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Episodio 1
Espía. ¿Quién de niño no jugaba a serlo?. Escondernos detrás de árboles, subir a techos con miradores para "espiar" era mi infancia hasta que se convirtió en mi realidad. Veía a mamá vestirse de trajes negros totalmente pegados a su cuerpo. Tenía su propia guardería de armas donde obviamente no me dejaba ingresar. Claro que no entendía lo que era, llegué a pensar que era ladrona o alguna clase de criminal. Hasta que crecí y fui entendiendo con detenimiento toda la realidad en la que vivía. CEP. Mi mundo desde que tengo razonamiento de consciencia. Mamá era una espía exageradamente buena en todo sentido de la palabra. Con variedad de medallas por su excelente trabajo. Dentro de una corporación del gobierno confidencial. Sólo los hijos de los espías podían ingresar a ella, o bien; reclutaban personas que deportivamente eran buenas. Yo al principio no quería ser como ella, pero me obligó a entrenar como si fuera una espía verdadera. Desde mis doce años, me lleva a entrenar. Me enseñó técnicas para matar, defenderme y atacar sin ocasionar daño alguno. Y por obvias razones, me gustó. Me gustó su mundo y ahora estoy llenando el formulario para la admisión de la CEP.  — ¿Guerras?.— pregunto atónita.— Mamá, no quiero morir tan joven.— entrecierro los ojos en ella. — Entonces no marques la casilla.— se encoge de hombros mientras sigue cocinando, dándome la espalda.— No es tu obligación ir a ellas. Sigo leyendo mientras voy llenando los espacios con mis datos. Termino de llenarlo y tomo el folleto de la CEP. Leyes de la CEP. ¿Estás son las tres leyes que me has mencionado anteriormente?.— se gira con el cuchillo en mano y me mira confundida.— Las leyes mamá.— elevo los ojos. — Si, por eso te las enseñé desde niña para que nunca se te olvidaran.— vuelve a lo que hace y suelto un suspiro cansado. Ley #1 Aquel que no cumpla con las leyes, se enfrentará a un castigo dispuesto por el cuarto puesto. — ¿Quiénes están en el cuarto puesto?. ¿Los conoces?. — Claro, si logras ser admitida yo prometo presentártelos.— Responde alegre. No hay tema que la ponga más alegre, que mencionarle a los correspondientes de la CEP. Ley #2 Al entrar a un primer puesto, no hay retracción de la decisión. Es decir, quién ingresa a la CEP no puede salir de ella por más motivos que existan. — ¿Y si yo ingreso y quiero salir?.— mamá se gira hacia mí, pero esta vez sin mirarme cansada. Tiene una sonrisa gigante.  — Te mueres.— dice tan tranquila y llena de felicidad que me aterra. Suelta a reír al ver mi cara.— ¡Gracie!.— se sigue riendo. — Mamá...— alargo el nombre. — Te mueres hija. Al entrar al primer puesto ya sabes completamente todo de la CEP. Al ser una corporación anónima no pueden dejarte ir con tanta información. Lo que conlleva a matarte.— Qué siniestro suena esto. Ley #3 La desobediencia a una orden de un puesto mayor, se paga con castigo.  Cargos de la CEP. Primer puesto: Soldados espías. (Reclutas entrenados y seleccionados). Segundo puesto: Guías. (Tienen a su disposición tres Soldados espías para las misiones). Tercer puesto: Creadores. (Son los que entregan las misiones a los guías para su respectiva solución) Cuarto puesto: El señor Mayor. (El dueño y creador legítimo de la CEP) — Entonces sólo es uno el que corresponde al cuarto puesto.— mamá deja la cuchara y se pone nerviosa. — Nuestro Mayor, el jefe. Siempre debes dirigirte a él por el nombre Mayor. Cuando hay quejas, soluciones o mejoras debes acudir a él. Pero muy pocas personas logran entablar conversación. Nunca está disponible. De ser así es una suerte.  Asiento. Me levanto con el formulario lleno y se lo entrego a mamá. Ella me informa que lo entregará y yo subo a mi habitación. Me despojo de mi ropa y tomo una ducha. No niego que estoy nerviosa, me come la idea de verle la cara al Mayor y ver que no le gusta mi trabajo. Que sea hija de una buena espía no me convierte en buena también y es algo que definitivamente no me deja dormir.  Tres días después... — ¡Gracie! ¡Gracie!.— escucho que me llaman pero las cobijas me abrazan con fuerza.— ¡Gracie!.— es mamá.— ¡Gracie!.— abro mis ojos y está frente a mí con una carta en mano.— ¡Fuiste reclutada!.— pega brincos como una niña.— Ser portadora del García tiene sus beneficios mi amor.— me quita la cobija de encima. La verdad no me llena de felicidad esto.— ¡Levántate soldado!. Debes presentarte a la prueba hoy en la tarde.— sonrío ante su emoción.   Muy pocas veces la veo feliz. ¿Y mi padre? Bueno, no lo conozco. Mamá no tiene fotos, nombre o algo de él.  Simplemente la dejó botada a ella embarazada. Fue una noche de fiesta. Si señores, soy el resultado de un embarazo de una noche de embriaguez. Y desde entonces se dedicó a mí, no le he conocido algún novio ni nada por el estilo. Tengo 20 años y le he dicho que puede ser feliz pero no quiere. ¿La razón? La desconozco. Me preparo para ir a la CEP. Mamá me brinda el uniforme que me enviaron y hacemos camino rumbo a la CEP. Estoy nerviosa, muy nerviosa. No voy a negar que si era lo que quería pero sé que me enfrento a una realidad negra sin llena de color. Aquí mueren muchos soldados por misiones incompletas o los asesinan los criminales y definitivamente es algo que me aterra y me hace retractarme en ocasiones. Al llegar al lugar, está resguardado con muros de unos 40 metros con alambres eléctricos arriba. Y la puerta, es de metal, gigantesca y resguardada. La protección del lugar me encanta. La verdad no creí que fuera tan impresionante, me lo imaginé más como un cuartel. Al llegar a la puerta mamá presenta su placa de la CEP y la dejan ingresar. Estoy atónita. El lugar es inmenso. Hay edificios, cada uno con su nombre arriba en un letrero que sus letras están iluminadas.   Mayor Dormitorios  Puesto A Puesto B Puesto C Campos de entrenamiento  Juntas Anonimato — ¿Asombrada?.— asiento. Es increíble.  Mamá se estaciona donde hay una cantidad inmensa de autos. ¿Cómo se acuerdan dónde dejaron el suyo?. Este lugar parece un laberinto sin salida. Salimos del auto y se dirige al edificio de Campos de Entrenamiento.  — Las pruebas las hacen allí.— señala el edificio.— Si pasas las pruebas, mañana mismo inicias en el primer puesto que sería el puesto A. Joven Soldado Espía García. Suena súper bien y ya ando emocionada.  — ¿Tan pronto?. Si, están escasos de personal. Al ingresar al edificio le sonríen en la puerta.  — García.— es un joven, no sobrepasa los veinticinco años. — Ronny.— le guiña un ojo. Mamá es una señora muy guapa, no porque sea mi madre. Sino, porque el entrenamiento la mantiene en forma y con una figura increíble.  Por eso digo que dudo mucho que no haya tenido algún novio. Seguro lo ha ocultado muy bien. Dentro del edificio hay unas treinta personas con el mismo uniforme que yo. O eso calculo. — ¿Cuántos fueron reclu...— caigo de culo al suelo y me timbra todo el cuerpo. — ¡Lo siento!.— se arrodilla a mi altura y me mira. Pero la caída me hace ver un poco borroso.— Yo...yo tenía prisa y yo... — ¡Gonzáles!.— exclama mamá.— Debes andar con cuidado. No puedes andar atropellando a todos.— mamá me extiende su mano y la tomo para reponer mi postura pero me duele el trasero del golpe tan duro que me llevé contra el suelo. — Señora García. Perdón. No fue mi...— se queda mirándonos a las dos y abre sus ojos.— ¿Es su hija?. ¡Dios mío! Señora García usted es una fotocopiadora.— ríe y mamá sonríe orgullosa de lo que le acaban de decir.  — Él es Julián Gonzáles.— me lo presenta mamá.— Es el mejor guía que conozco. Claro, mamá es del tercer puesto lo que quiere decir que Julián hace del segundo puesto. — Pero lo que tiene de bueno lo tiene de distraído y atropella personas.— Julián me mira apenado.  Lo siento mucho señorita... — Gracie García.— le extiendo la mano y él la estrecha. Charlamos un par de cosas. Tiene veintidós años y es soltero.  Cada vez que repetía que era soltero mamá lo mataba con la mirada y yo reía ante sus celos. Siempre ha sido una mamá celosa pero liberal. Desde que perdí mi virginidad mamá me enseñó a utilizar métodos anticonceptivos y a diferenciar las enfermedades de transmisión s****l para que me cuidara de ellas. Es mi cajita de secretos y la amo con todo mi corazón.  — ¡Soldados! A las pruebas. Mamá me da un beso y me voy a enfilar con los demás soldados. Son cuarenta, Julián me dijo. Nos extienden un arma. El cargador está vacío. La práctica consiste en disparar cuando la situación se preste y yo daré todo de mi para lograrlo. *** Después de las pruebas.  Los nombres están puestos en la pizarra donde hay un tumulto de gente. — De cuarenta quedaron dieciséis.— escuché que decían.  — No pasé la prueba.— empiezan hablar. Mamá sale de ese tumulto de gente y me empiezo a preguntar en qué momento ingresó ahí si no la vi. — Seguro abrirán una segunda convocatoria.— es lo único que me dice y me toma de la mano para salir del lugar.  Me tiembla el cuerpo. Estoy cansada y mamá no me dice nada, lo que me lleva a la conclusión que... No pasé la prueba.  Mamá se sube al auto sin hablarme y me preocupa. Tantos años de entrenamiento para no pasar me llena de decepción contra mi misma. Me he esforzado muchísimo. — Yo te vi en acción.— Mamá arranca el auto, estoy tan sumida en mis pensamientos que no le presto atención al camino.— No lo entiendo. Yo te vi ahí y fuiste la mejor.— golpea el volante y suena la bocina.  No pasé la prueba.  Soy una inútil. Mamá me trata de dar ánimos pero en sus ojos también se ve la decepción que tiene hacia mi. Dice que exigirá una segunda prueba porque eso no puede ser posible. — Estoy segura que esto fue culpa de esa perra.— vuelve a golpear el volante. Está furiosa. — ¿De qué hablas?. — De Tracy...— se pone nerviosa. Estoy segura que su subconsciente la traicionó.— La esposa del Mayor no se lleva bien conmigo. Sabe que eres mi hija y estoy segura que lo hizo ella. Porque fuiste la mejor ahí dentro y aún así no pasaste. El camino se fue en enojos, golpes al volante y chirridos de las llantas cuando metía mucho gas. Llegamos a casa y no quise cenar, me encerré en mi habitación a pensar qué carajos haré con mi vida ahora. Al no ser espía de la CEP, tendría que entrar a una Universidad y eso es lo que efectivamente no quiero para mi vida, no hay ninguna carrera profesional en la que me vea. Mucho menos siendo una doctora o una abogada. No quiero seguir dependiendo de mi madre, soy adulta y por ende debo ver por mi misma. *** Parezco zombie mientras camino hacia la mesa donde mamá dejó mi desayuno. Miro el reloj, 9:34am. Arrastro mis pies hasta la silla y comienzo a desayunar. Tostadas con mermelada de uva y fresco de naranja. Mamá conoce bien mis gustos con respecto a mis estados de ánimo, porque mi estómago necesita lo que mi corazón siente. Debajo del jarrón hay una nota. Dejé dinero donde siempre, compra la alacena de la quincena.  Eres más que una simple calificación. Eres increíble mi pequeña. Te amo. Mamá.  Sonrío, mi corazón siente mariposas y una profunda alegría abarca mi ser; siempre me deja notitas cuando se va y es un gesto algo lindo. Nuestra relación es lo mejor que hay. Mi teléfono celular suena y salgo corriendo hasta mi habitación por él. Tropiezo un par de veces. Siempre lo ando conmigo y hoy precisamente que me llaman, lo dejé arriba. Número desconocido.  Seguro es mi amiga. Siempre me llama desde números diferentes. — ¿Si?.— contesto. — Gracie García Marquéz. Habla el Mayor de la CEP. Mi llamada es para informarle que hubo un error en los seleccionados. Usted ha sido admitida como soldado de la CEP.— mi mirada cae al cielo y un grito interno abandona mi alma. Recuerdo las palabras de mamá.  Muy pocas personas logran entablar conversación. Nunca está disponible. De ser así sería una suerte.  Y vaya suerte la mía recibir una llamada del Mayor.  — ¿Señorita García? ¿Sigue ahí?.— me saca de mis pensamientos. ¡Mierda! Olvidé mi conversación con el Mayor. — Oh, si si, aquí ando.— me doy una cachetada mentalmente por mi respuesta. El Mayor en lugar de regañarme, se ríe. ¡El mayor se está riendo!. — Eres idéntica a tu madre.— su comentario me saca de lugar.— Te veo mañana a primera hora soldado.— cuelga. Me quedo con el teléfono en la oreja sin reaccionar.  ¿Cómo conoce a mi madre?. O sea, ya sé que es soldado de la CEP. Pero cómo sabe de ella si con él es difícil entablar conversación. Ella misma lo dijo y las dudas quedan en el aire. Estoy anonadada.   Llamo a mi madre emocionada por la noticia y gritó tan fuerte que tuve que alejar mi celular de la oreja porque arrancaría mis tímpanos. Estaba más emocionada de lo que yo estaba, y en parte estaba contenta porque no tendría que buscar carrera en la Universidad y todos mis planes a futuro estarían tal y como lo había planeado tiempo atrás. Nadie destrozaría mi idea de futuro y eso me alegraba tanto el corazón que quería gritar inclusive más duro que mi mamá pero mis vecinos se quejarían. Alisté el uniforme desde que terminé de comer y he pasado horas viendo que peinado escojo para ir a mi primer día de entrenamiento. Aunque estemos preparados desde niños, nos ponen a pruebas de entrenamiento por un mes para seguir llevando un control de nuestras debilidades y fortalezas. Así se sabe en que pabellón del capitán nos colocan.  Y yo voy decidida para ser elegida por el Mayor y pertenecer a su escuadra de mejores. Aunque para eso debo pertenecer al segundo puesto pero si desde ya muestro mi potencial. Llegaré lejos y es mi meta. Me lo propondré. El día pasó rápido, mamá llegó del trabajo y comenzó a explicarme más a fondo los detalles de la CEP. Puesto que estaba emocionada en parte por mi logro. La noche calló y no dudé en dormirme rápido para que se llegara el día de mañana lo más pronto posible. *** — Hemos llegado. Te dejo aquí porque debo ir a trabajar ya. Te amo.— Me despido de mamá y tomo mi mochila para dirigirme al edificio de entrenamiento.  A primera vista lo reconocí, Julián. — Hey García.— Me reconoció de inmediato también. — Gonzáles.— Lo saludo de beso en la mejilla. — Tu madre me dijo que no habías sido seleccionada pero al parecer fue un error de la esposa del Mayor, por eso estás aquí.— Se me viene a la mente Tracy. Claro, seguro tenía razón mamá y lo hizo por venganza.  — Si, algo así fue lo que sucedió pero no sé. Tengo miedo de fallar.— Expreso lo que siento y Julián ríe. Arqueo una ceja preguntándome porqué le dió gracia eso. — En mis años dentro de la CEP, no había visto el nivel de entrenamiento de una del tercer puesto en una principiante.— Me hace sonreír.— Tu madre te entrenó a su nivel, era casi imposible que no fueras aceptada. Eres el tipo de soldado que la CEP necesita y me hace feliz tenerte en mi equipo.— Ahora estoy tan segura que mi rostro estaba más que confundido. Julián ríe y me da cierta incomodidad, de pronto se queda en silencio y baja su cabeza mirando hacía atrás de mi. — Señorita García,— Una voz fuerte y ronca llamó a mis espaldas. Me giro abruptamente hasta quedar frente a un hombre alto, musculoso, con algunas canas en su cabello castaño y con una mirada fría que me aterraba. — Mayor.— Me acordé de la descripción de mamá y bajé mi cabeza.—Vengo... — No vas a estar el mes de entrenamiento, directamente te elegí para que seas soldado de Gonzáles e inicies con la primera misión hoy mismo. Necesito tu desempeño en esto porque es orden directa del gobierno.— Me interrumpió e inmediatamente me dió órdenes. No suena al mismo señor amable de la llamada. Asiento en varias ocasiones pero él no se va. — Gracias Mayor.— Le responde julián y el Mayor me mira de pies a cabeza, me da una mirada asesina y se retira. Julián toma mi mano y me lleva con él. — No vuelvas hacer eso.— Se queja.— Debes asentir y decir "A sus órdenes Mayor". Tu madre debió enseñarte.— Y me sigo preguntando, como carajos mamá me va decir que debía responder si se la pasó hablando y alabando lo maravilloso que era el Mayor, el increíble jefe que era y como fue reclutada, — Pondré más atención.— Fue lo único que contesté.

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