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she will be loved

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intro-logo
Blurb

Gil Collins es una mujer de buena clase social, la favorita de su padre, y la más buena de las amigas. Podría decirse que su vida es perfecta, pero está lejos de serlo.

Siente que es fea como ninguna otra, su hermana la odia y se dedica a hacerle la vida imposible, su padre no le da libertad, y el hombre al que ama está a punto de casarse...¡Con su mejor amiga!

Cansada de su fatídica vida, Gil contrata a un trabajador s****l llamado Jay Brooks, un hombre con aspecto de angel a quién le ha tocado una vida muy difícil.

Ahora sus vidas están a punto de cambiar para siempre. Gil descubrirá lo que es vivir por cuenta propia, y vivir de verdad y llegará a preguntarse si realmente puede ser amada.

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Prólogo
2015 Gil Collins subió las escaleras de dos en dos, procurando no caer a cada paso que daba. ¡No podía creer que tuvieran que enserar en piso justo a estas horas! Era ilógico. Cuando llegó al quinto piso estuvo a punto de caer, se habría dado de bruces contra el suelo, si una mano no se hubiera apoyado en su espalda, sosteniéndola. -¡Eh! Cuidado, niña-dijo Josh alegremente-tu seguro de accidentes no cubre torpeza extrema. Gil lo miró mal y se enderezó con cuidado. Josh Moore era uno de los dos mejores amigos que tenía en el mundo, su otra mejor amiga era la prima de Josh. -Ja, ja-dijo ella mientras se daba la vuelta y continuaba avanzando. Naturalmente Josh la siguió, le gustaba el carácter de Gil, como pasaba de amigable y tímida a una bomba de ira a punto de explotar. -¿Qué haces aquí? -le preguntó ella mientras corría la puerta deslizante de su oficina, para dejarlos pasar-¿Buscando víctimas? Josh se echó a reír, él, junto con su prima Flor, se encargaban de manejar el negocio familiar, una funeraria. Y cada vez que Gil lo veía sabía que estaba ofreciendo paquetes de ataúdes a muy buen precio para los ejecutivos de la empresa de su padre. Una profesión un tanto extraña y macabra para dos personas que se caracterizaban por ser tan alegres. -No, hoy no ando de buitre-le explicó con una sonrisa mientras tomaba asiento frente a ella-Flor me llamó, al parecer tiene algo importante que decirme. -¿A ti también? -preguntó Gil asombrada, mientras sacaba su IPhone del bolsillo-Me escribió anoche, a las doce y quince, que no podía esperar para contarme algo...Está muy rara, ¿No crees? Josh apoyó la barbilla sobre la palma de su mano y suspiró, su prima y Gil siempre estaban siendo muy raras, pero para que Gil lo notara debía ser algo serio. -Sí, casi no la veo-aceptó-Nunca está en su apartamento y cuando estamos en la oficina siempre la noto sonriendo para sí misma o canturreando. Gil sonrió con malicia mientras se inclinaba para mirarlo a los ojos. Josh era guapo, increíblemente guapo, era el hombre más guapo del mundo, de esos que parecen cegarte con su brillo. Y por supuesto Gil no había sido inmune a caer enamorada de él, lo estuvo cuando tenía trece años. Josh, con quince, ya era alto y tenía buena contextura física, jugaba football, y siempre traía el cabello n***o desordenado. ¿Quién habría pensado que sus hermosos ojos grises se iluminaban al ver a los jugadores de su equipo y no a las porristas? Nadie. -¿Crees que nuestra Flor está enamorada? -le preguntó en voz baja, como si Flor pudiese oírla, a pesar de que no se encontraba ahí. Josh sonrió con alegría. -Oh, querida. Estoy seguro de que está enamorada, eso se ve de aquí a China-dijo él riendo-de lo que no estoy completamente seguro, pero creo posible, es que está embarazada. Gil soltó tal carcajada que tuvo que ponerse la mano sobre la boca para obligarse a callar. -Imposible-dijo entre risas-Flor es demasiado seria, no creo... ¿Tú crees? Josh asintió lentamente y Gil volvió a reír de nuevo. Flor Moore era su mejor amiga en el mundo, desde segundo de primaria, y lo que tenía de hermosa (que era mucho) lo tenía de rompecorazones también. Con su melena oscura, sus ojos castaños y su hermosa figura, Gil había visto como enamoraba a hombre tras hombre sin darles siquiera una oportunidad de conquistarla. A veces admiraba a Flor y su capacidad de no enamorarse, le gustaría intercambiar de papeles con ella. Era irónico como alguien tan hermosa como su amiga, no conseguía entregarle su corazón a ninguno de los hombres que la querían, y, sin embargo, ella, la fea, lo entregaba tan fácilmente a todos los que no la querían. -Creo que ha conseguido a un hombre que le derrita ese corazón de hielo-dijo Josh con satisfacción-Tantos años de hacer como cupido al fin han dado frutos. Gil negó con la cabeza. -No funciona así, tendrías que haber sido tú quien le consiguiera a su novio. Josh sonrió despreocupadamente y se relajó sobre la silla. -Digas lo que digas, yo lo considero una victoria-soltó, tan imperturbable como siempre-y ¿Qué me dices de ti? -¿De mí? -preguntó ella, confundida-¿Qué quieres saber? -Ya sabes... quiero saber cómo va ese romance-dijo con felicidad-¿Ya has conseguido a tu príncipe azul? Gil suspiró con tristeza y toda la felicidad que había experimentado hasta el momento se desvaneció en el aire, Josh ya debería saber que preguntarle sobre amor era como echarle sal a una gran herida que nunca se le curaba. Pero Gil sabía que no lo hacía con malas intenciones, tanto él, como Flor, y sus padres, eran las cuatro personas en el mundo que jamás la encontraban fea. Pero no fue eso lo que la turbó esta vez, si no la aterradora respuesta que tenía para esa pregunta. Sí. Había encontrado a alguien de quién enamorarse. Y él estaba a unos pasos de su oficina. El padre de Gil, George Collins, tenía una prominente aerolínea llamada Umbrella Airlines, su sede principal estaba en Seattle y muchas personas se morían por trabajar ahí, a pesar de los altos estándares que ponía su padre. Pero los Collins no habían logrado esto solos, por supuesto que no, anteriormente la compañía de su padre se llamaba Star Airlines, pero en los años ochenta, él y un muy buen amigo suyo, llamado Raphael Grey habían fusionado sus aerolíneas (Star y Cloud Airlines) para crear lo que hoy era Umbrella Airlines. George, al ser el accionario mayoritario había pasado a ser el presidente de la compañía y Raphael el vicepresidente general. Pero Raphael había fallecido el año anterior, por lo que su hijo, recién graduado de su segunda carrera en Harvard, ocupó su lugar al frente de la compañía. Y Gil no había podido evitar enamorarse catastróficamente de él. Cole Grey no solo era guapo, con su cabello oscuro y sus brillantes ojos azules, sino que también era muy inteligente, en un año había realizado propuestas increíbles que habían llevado a la compañía a un muy buen lugar, y era demasiado amable. Eso había sido lo que había terminado de enamorarla. La gente de la compañía no solía ser muy amable con Gil, a menos que su padre estuviese ahí, claro. Los hombres se mostraban distantes y parecían hacer lo que fuera por estar lejos de ella, mientras que las mujeres eran amables en su cara, pero más de una vez las había escuchado riéndose de ella en los baños o en el comedor. Cole por otro lado, no era así. Se había mostrado muy atento con ella desde el principio, casi hasta desarrollar algo parecido a la amistad. Le pedía su opinión para todos los proyectos, y la llamaba a su oficina cuando necesitaba ayuda con las estadísticas de los costos, o de los pasajeros...Y cuando le sonreía lo hacía abiertamente, sin asco, ni odio, ni recelo. ¡Hasta la había invitado a almorzar varias veces! Cole parecía querer llevarse bien con ella. Y eso le había dado alas al desastroso corazón de Gil, durante un año Cole le había hecho sentir de todo. La había hecho sentir como si pudiera ser amada. Era patético que albergara dentro de sí la esperanza de tener algo con alguien cómo él. -Los príncipes azules no existen-fue lo que le dijo a Josh, en cambio. Lo vio rodar los ojos mientras se levantaba a buscar un vaso de agua de su pequeño refrigerador de oficina. -Bueno... ¿Has encontrado ya al bastardo infeliz que sabes que te arruinará la vida, pero que no puede importarte menos, ya que tiene un pene muy grande, y les encanta coger como conejos? -se corrigió. Gil le escupió toda el agua encima antes de echarse a reír como loca. Alguien tocó dos veces a la puerta antes de entrar. -Gil, ¿Podrías venir...? -la voz de Cole fue muriendo al ver la extraña escena. Gil se quedó echa de piedra, con la boca entreabierta mientras Cole pasaba la mirada entre el mojado Josh, el vaso de agua que Gil sostenía, y ella misma. -¡Entiendo que le parezco muy ardiente, señora, pero esa no es razón para lanzarme agua! -dijo Josh levantándose con fingida rabia-Buenos días, y adiós. Se levantó teatralmente y le sonrío antes de cerrar la puerta, dedicándole un guiño malicioso, y un "hablamos de él después" articulado con los labios. Cunado Josh cerró la puerta Cole pareció volver en sí. -Okayyy-dijo acercándose a ella. Gil bajó el vaso y lo miró apenada. -Lo siento, limpiaré esto-dijo en voz baja-y no le eché agua porque creo que sea ardiente. Josh es así, le encanta bromear. Cole se echó a reír. Su risa era tan relajante como estar solo en el campo mientras escuchabas el agua de una cascada correr. Las piernas de Gil parecían estar hechas de gelatina en vez de huesos y sangre. -Me lo imaginaba, eres muy sensata para hacer esas cosas. Y no me pidas disculpas. Es la empresa de tu padre... -Es nuestra empresa-corrigió Gil y automáticamente se puso roja, al pensar en cómo ese plural podía interpretarse-Es decir, es la empresa de nuestras familias...de ambos. Cole le sonrió de medio lado mientras tomaba asiento. -Supongo que sí, en ese caso déjame ayudarte a limpiar, por favor-pidió él, encantadoramente. Gil le sonrió y le paso uno de los dos paños que de seguro la señora que limpiaba las ventanas se había olvidado de recoger. Una vez estuvo todo seco Gil se sentó de nuevo, y Cole puso los documentos sobre su escritorio. -Muchísimas gracias, Cole-dijo ella con voz dulce y una sonrisa-¿Qué necesitabas? -Cierto, casi lo olvido-dijo él con una ligera sonrisa-quería que vinieras a mi oficina para que me ayudaras a revisar algunos cambios que tu hermana realizó en la planilla; pero supongo que también podemos atender esos asuntos aquí. Me gusta mucho tu oficina. Gil miró alrededor de su gran oficina, era un cuarto bien iluminado, con un escritorio en el centro, una pequeña planta de bambú, fotos familiares, y un gran cuadro de un solo ojo. De color gris. La mirada de Cole se detuvo ahí y Gil se sintió enrojecer. -Lo compré en una feria en Londres, estaba de descuento y me pareció muy bonito-explicó ella rápidamente. Cole asintió, la sonrisa no se borró de su rostro. -Tienes razón, es muy bonito. Nunca me había puesto a pensar en lo encantadores que podían ser los ojos grises-admitió-¿Son tú color de ojos favoritos? Gil miró el cuadro de nuevo y luego los profundos ojos azul marino de Cole. Cuando compró el cuadro en Londres lo había elegido precisamente porque ella añoraba tener los ojos grises. -No lo sé-confesó ahora. Ya solo sabía que le gustaban los ojos de Cole. -¿Cómo no lo sabes? -le preguntó Cole riéndose. -No lo sé, no me parece que el color de ojos sea algo muy importante-aseguró-aunque sin duda me gustan los grises eso no significa que los otros colores sean feos. Creo que...no es tanto el color lo que me gusta, si no el color de quien los porta...arg, olvídalo. Nunca he sido buena con las palabras, lo que digo no tiene sentido. Ella se echó a reír para disimular su desliz, pero Cole la miró atentamente. -Te entiendo, Gil-le dijo, asintiendo lentamente-antes me gustaban los ojos verdes, pero ahora me encantan los castaños. Gil se sonrojó y se encogió ante aquella mirada. ¿Era posible que estuviera pasándole eso? ¿Cole le estaría diciendo que le gustaban sus ojos? -Los ojos castaños son los más comunes, no tienen nada de extraordinarios-soltó, estúpidamente. Pero Cole no desistió. -Común no significa feo-defendió él-además de que cómo has dicho, depende de la persona que lo porte. Hay muchas personas que tienen ese color, pero...los tuyos, por ejemplo, a pesar de ser el gen dominante, nunca he visto a nadie con unos ojos como los tuyos. Gil se llevó la mano al arco de sus lentes, sin pensarlo, y se los reacomodó. -Es por la distorsión del cristal. Cole soltó una carcajada. -Ay, Gil. Me pregunto si algún día me creerás cuando te digo que tienes unos ojos hermosos. -No-respondió ella con seguridad-no te creeré nunca, pero haré como si te creyera si me das las papas con queso y tocino que sé muy bien que compraste para el almuerzo de hoy. Ahora sí que Cole había estallado en carcajadas. Gil no pudo evitar sonreír, orgullosa de sí misma. Orgullosa por haberlo hecho reír. -De acuerdo, su majestad-aceptó él-¿Dime que haría sin ti, Gil? -Morir por desorientación-bromeó ella. Pero esta vez Cole no se echó a reír, se puso tan serio que Gil iba a empezar a disculparse cuando él habló. -Tienes mucha razón Gil, te has vuelto una parte muy importante de mi vida. Y te lo agradezco como no te imaginas. Sé que pudo confiártelo todo-le confesó. Gil quería llorar. Llorar de la emoción. -No es nada, sé que también podría contar contigo cuando te necesito-dijo sonrojada por las declaraciones del hombre. Él apoyó su barbilla sobre la mano, como hace un rato lo había hecho Josh, y se acercó a ella. -En este último año he pasado más tiempo contigo que con cualquier otra persona-confesó algo acalorado. Las palabras parecían salir sin parar de su interior, como si fuese imposible para él retenerlas-Y siento que te conozco como a nadie, mejor que a mí mismo, incluso. Pero no sé si es porque eres tan trasparente Gil...y no me malinterpretes, digo que eres magnifica, eres inteligente, amable y decidida, y te abres a todo el que necesite algo sin pensártelo dos veces...me gustaría pensar que yo soy eso para ti también, que puedes verme como yo te veo. ¿Sientes que me conoces Gil? Ella asintió, incapaz de hablar por las lágrimas y los sentimientos que le presionaban los ojos y la garganta. Claro que lo conocía, sabía todo sobre él, sabía que era hijo único y deseaba desesperadamente un hermano, sabía que no le gustaba la leche en su café, ni el azúcar. Sabía cómo se escuchaban sus pasos mientras llegaba a la oficina, sabía que tenía un lunar cerca de la boca, que no le gustaba la lluvia, que prefería la ciudad al campo, que solo escuchaba música clásica. No sólo lo conocía, lo amaba. -Gil Collins, dime la verdad, por favor-pidió desesperadamente-¿Tú me creerías si te digo que estoy enamorado? Y eso fue todo para Gil, se sintió morir lentamente, y luego se sintió renacer en una explosión de colores. Cole interpretó su silencio como indecisión. -Estoy enamorado, Gil. Con todo mi corazón, con todo mi ser-confesó-estoy tan desesperadamente loco de amor que daría mi vida entera por ser correspondido Gil. Tal vez un año con una persona no te parezca un tiempo suficiente para aceptar una confesión de amor, sé que requiere de tiempo, pero, lo juro, estoy enamorado...Gil, ¿Me crees, Gil? Gil no sabe cómo le hizo para no llorar, debía ser por el estado de dulce shock en el que se encontraba. Pero tomó aire y se obligó a responder. -Sí te creo, Cole-le dijo. Maravillada por el sabor de esas palabras. Cole sonrió como si acabaran de iluminarle el mundo entero. -No sabes cuánto significa eso para mí, Gil. Tu opinión es lo más importante para mí-confesó él, que parecía estar al borde de las lágrimas también-Gil, tengo que decirte algo que me está matando, llevo un año con esto dentro y ya no quiero ocultártelo, no puedo. Tengo que gritárselo al mundo... Gil clavó tan fuerte las uñas en la silla de cuero de su oficina que pensó que el material se rompería. -Gil, estoy enamorado de... -Gil, ¿Cole te entregó las...planillas? -la voz de Grace, su hermana. Fue como un golpe seco al vidrio. El momento y la atmosfera que habían creado se desvaneció en un segundo, y todo el amor y desesperación que había en los ojos azules de Cole, desaparecieron también, sin dejar rastro. Gil quería a Grace, a pesar de que su hermana no parecía quererla mucho, siempre la había querido, sin importar todas las cosas malas que Grace le había dicho. Pero ahora solo quería asesinarla. -¿Qué haces aquí, Cole? -le preguntó molesta-Layla te está buscando, dice que tenías una reunión muy importante. Al escuchar el nombre de Layla, la mejor amiga de Grace, y secretaria de Cole, el rostro de este se llenó de culpa y preocupación. -Tienes razón, lo olvidé también-dijo molesto consigo mismo, mientras se levantaba de la silla y se encaminaba a la puerta-iré de inmediato, gracias Grace. Ella se hizo a un lado para que él pasara, y antes de irse, Cole se detuvo en la puerta, y la miró, con sus bellos ojos llenos de incertidumbre. -Hablaremos luego, Gil-le dijo, aunque parecía más una pregunta que una afirmación. Ella asintió, de nuevo incapaz de pronunciar palabra, y lo vio marcharse. -Está como idiota hoy-dijo Grace poniendo los ojos en blanco mientras tomaba asiento-¿Has visto las planillas? Sé que no eres de recursos humanos, pero se te dan bien estas cosas. Tenemos tres nuevos empleados de mantenimiento, y cinco recepcionistas más. Gil trató de ver la hoja para fingir que le prestaba atención. Sólo pudo ver dos nombres, una tal Camilla Aiden y un Jay Brooks antes de que las lágrimas comenzaran a correr por sus ojos. -¿Y ahora a ti que te pasa? -preguntó su bellísima hermana. Gil la miró, pensando en cuantas veces había querido ser Grace. Grace era alta, esbelta, curvilínea, rubia (natural) y de unos ojos tan celestes como el cielo mismo, ella era la clase de mujer que le gustaba a cualquier hombre. Gil se había preguntado muchas veces que le habría hecho al destino para que Grace fuese tan linda, y ella, que compartía su ADN, fuera tan fea. La respuesta era simple, la madre de Grace, Laura Kravitz, la primera esposa de su padre había sido una modelo tan bella que llegaban a decirle la próxima Grace Kelly, de ahí, el nombre que le puso a su hija. En cambio, Gil era hija de Esmeralda, quien no era nada fea, ni su padre tampoco...no había explicación ninguna para su fealdad. Pero hoy eso no le importaba, porque Cole había estado a punto de declarársele, porque a pesar de ser fea, alguien la quería. Gil sonrió sin poder contenerse. -Por nada, volvamos a las planillas-le dijo a Grace. Su hermana resopló molesta, pero le hizo caso. Para la hora de la salida, Gil ya estaba en las nubes, se había imaginado miles de escenarios de lo que pasaría a continuación. Había pasado disimuladamente frente a la oficina de Cole varias veces, pero él no había salido de su reunión. En ese instante se encontraba en el piso 3, esperando a que saliera. Sin poder aguantar más se acercó a Layla, quien hablaba animadamente con la recepcionista de piso. -Buenas noches-dijo interrumpiendo la conversación-Disculpa que te interrumpa Layla, pero ¿Podrías decirme a qué hora Cole va a salir de su reunión? Layla respiró hondo e hizo un esfuerzo para no girar los ojos, de todas las personas que no querían a Gil, Layla era la que menos la soportaba, y no se esforzaba en disimularlo, como era amiga de Grace sabía que su posición no estaba en peligro, por más grosera que fuera con Gil. -Se fue hace rato-dijo sin siquiera mirarla-y como te decía Jenny... -Y cómo te decía, Gil-dijo Josh apareciendo de repente-hay personas hoy en día que parecen olvidar su posición, y que no respetan a sus superiores. Layla, ¿Te pagan por hablarle a Jennifer o por trabajar? Layla frunció el ceño y se cruzó de brazos. -Eso no es tu problema-le espetó. Josh le sonrió y le enseñó su teléfono. -Tienes razón, no es mi problema, pero si el de mi tío George-dijo con malicia-y que casualidad que te grabara accidentalmente, faltándole el respeto a su hija, y hablando en horas de trabajo. Esperemos que ahora accidentalmente no se lo enseñe a él. Layla lo fulminó con la mirada, pero sabía que tenía razón. -Nos vemos luego, Jenny-fue todo lo que dijo antes de irse, sin dignarse a mirarlos otra vez. Cuando por fin se fue, Gil soltó en aire que no sabía que estaba reteniendo. -La odio como no te imaginas-le dijo a Josh-muchas gracias por responderle. Josh la miró con preocupación. -No deberías dejar que te trate así-le dijo-sé que te odia desde la escuela, pero sean cuales sean sus sentimientos personales, no debería llevarlos al campo profesional. Debe entender que eres su jefa, y que si no te respeta la vas a poner de patitas en la calle. Gil puso los ojos en blanco ahora. -Grace es la jefa de recursos humanos, Josh-le recordó mientras se encaminaba junto con él al ascensor-Nunca dejará que despida a su amiguita. -Entonces dile a tu papá, estoy seguro de que él te escuchará-sugirió. Gil se lo pensó por un momento, conocía a su padre, estaba segura de que si le decía lo sucedido el tomaría cartas en el asunto en segundos. -Soy una adulta, Josh. Mi padre no puede, ni debe, resolver todos mis problemas-se negó-además no me gusta ser chismosa. ¿Recuerdas la vez que le dije a mis padres que Grace había dormido con uno de sus amigos? -Sí, recuerdo perfectamente las horas de dolor que pasaste ese verano-dijo él molesto-nunca se lo voy a perdonar a Grace. La detesto, y no entiendo como no se lo dijiste a tus padres. Gil se encogió de hombros. -En ese momento tenía miedo, ahora no vale la pena mencionarlo. Josh la miró sin gracia. -¡Pero alégrate! -dijo ella, ahora sonriente-algo bueno me pasó hoy. -Apuesto a que tiene que ver con tu ardiente compañero-dijo alzando las cejas, sugerente. Muy a su pesar, Gil se rio. -No deberías pensar que es ardiente. Josh se encogió de hombros. -Tienes razón, no es mi tipo. Pero me hace muy feliz que estés ilusionada con alguien. Gil le sonrió abiertamente. -A mí también me hace feliz-aceptó ella-después de que te fuiste se puso muy serio, y me dijo cosas muy bonitas...creo... ¡Creo que se me iba a declarar! Josh soltó un grito de alegría. -GIL, NO SABES LO FELIZ QUE ESTOY-dijo riendo-Cuenta, niña. ¿Por qué no terminó de declararse? -La grandiosa Grace entró en ese momento, pero me dijo que después lo hablaríamos. Josh hizo una graciosa mueca de asco. -Una razón más para odiar a tu hermana. Gil se echó a reír y en ese momento sonaron los celulares de ambos. -Wao, sincronización-comentó Josh-debe ser un mensaje del grupo. -Que inteligente, Josh-dijo Gil con sarcasmo-mereces un nobel. Josh le dio un golpe en la cabeza, haciendo que ella se riera. -Es Flor-dijo él, leyendo en voz alta-quiere que la esperemos en ese restaurante francés que está cerca de la oficina, según ella es de vida o muerte, para lo que nos citó en la mañana. -Pues se tardó-dijo Gil riendo-¿Vas a ir? -¿Crees que me arriesgaría no ir y que Flor me mate? No gracias-comentó él mientras las puertas del ascensor se abrían-además de que quiero saber si está embarazada. Gil asintió y se rio por lo bajo. En la planta baja había más personas hoy, incluido el jefe de mantenimiento, seguro estaban ahí por el nuevo personal del que Grace le contó. -Buenas noches-dijeron Gil y Josh a la vez, a nadie en particular. -Buenas noches-respondieron los demás al unísono. Justo cuando iba a salir, Gil se giró, y se encontró con la mirada fija de un hombre bastante joven. Este llevaba una gorra negra y una camiseta azul, a pesar de que se dio cuenta de que ella lo miraba, no apartó la vista, haciéndola sentir incomoda. Incluso le sonrió un poco. Gil se preguntó que estaría pensando el extraño de ojos grises, seguro era que no había visto mujer más fea que ella. Otras veces, esto la habría hecho sentir mal, pero hoy estaba atrapada en una nube de felicidad que ni ese extraño, ni nadie, podía romper. Sin prestarle más atención se dio la vuelta y siguió caminando junto a Josh, olvidando al hombre en cuestión de segundos. Pero él no la olvidó a ella. Afuera de la empresa, la noche estaba fría, había estado lloviendo toda la tarde (como no, Seattle) y ahora había muchos charcos sobre las calles y aceras, que le dificultaban a Gil caminar. Por suerte Josh le agarró la mano y no la soltó en ningún minuto. Gracias a eso llegó viva al lugar. El restaurante era pequeño, nada como los que Flor y ella se veían obligadas a visitar en las fiestas de sociedad, pero era bastante bonito. BELLE FRANCE era el nombre del restaurante, y la comida que solía le hacía agua la boca a Gil. De repente esta se detuvo y agarró la manga de Josh con fuerza. -¿Pasa algo, Gil? -le preguntó con preocupación. Ella asintió. -¿Los franceses comen caracoles, no es así? -dijo con total seriedad. -Camina, estúpida-le dijo Josh. Ella se echó a reír y dejó que él la condujera a través del restaurante. Josh aprovechó su altura para buscar entre las mesas a su querida prima, y la encontró. Estaba en la esquina izquierda, junto a la ventana. Hablando con un hombre. -¿La ves? Está por allá atrás-le indicó a Gil. Gil lo miró mal. -¿Es un chiste, ¿no? -dijo dándole suaves golpecitos al armazón de sus lentes-no puedo ver más allá de tres pasos de mí. Josh se rio. -Ay, lo sé. Fue por lo de los caracoles-dijo. -Que risa. Juntos caminaron hasta la mesa donde estaba Flor y el hombre. Cuando este se giró a Josh se le revolvió el estómago. Pero Gil no lo notó enseguida. -¡Flor! -dijo alegremente, saludando a su amiga-Y Cole, que sorpresa. ¿Qué haces aquí? Gil tomó asiento y Josh hizo lo propio, demasiado horrorizado. En la cabeza de Gil solo se maquinaba un pensamiento. De seguro Cole había traído a Flor porque sabía lo importante que ella era para Gil, y quería que estuviese presente en el momento en el que se declarara. Cole le sonrió con alegría. -¿Enserio te sorprende? -le preguntó divertido-tiene que ver con lo de esta mañana. -Gil-dijo Flor tomándole las manos, la sonrisa en su rostro crecía cada vez más-Cole me dijo que te lo contó esta mañana, y que tú parecías estar encantada con la noticia. -Lo estoy, Flor-esta vez no pudo contener las lágrimas-No tienes idea de cuento he esperado esto, literal toda mi vida. Y Cole..., sé que solo lo conozco desde hace un año, pero sé que no hay hombre más dulce, inteligente y amable que él. Cole sonrió. Flor quería gritar de la emoción. -Lo sé, amiga. Al principio estaba indecisa-dijo ella-pero cuando me dijo que tuvo estabas de acuerdo todo me pareció un sueño. Y acepté ser su novia. Josh ya se lo esperaba, pero de todas formas tomó el vaso de vino de Flor y se bajó de un sorbo. Gil no estaba segura de cómo nadie más había escuchado su corazón romperse. -¿Cómo...? -fue lo único que pudo preguntar. -Hemos estado viéndonos hace unos meses, lamento habértelo mantenido en secreto-dijo ella un poco arrepentida-pero sabía que Cole también era importante para ti, y no quería contarte hasta estar segura de mis sentimientos. Y cuando finalmente me enamoré, Cole me confesó su amor, pero seguía indecisa, ya sabes como soy. Tu eres mucho más inteligente, en sentimientos, por eso cuando Cole me contó que estabas de acuerdo, le dije que sí automáticamente. Ahora Josh vacío a la copa de Cole, Flor lo miró mal, pero a Cole no pareció importarle, miraba a Flor como embelesado. La miraba como Gil siempre había querido que la mirara a ella. -Por eso mi opinión era lo más importante-dijo entendiéndolo todo por fin. Por eso tanto esfuerzo en que le agradara. Cole había amado a Flor desde un principio, no había tenido más interés en Gil que el de una amistad por conveniencia. Si se la ganaba a ella, aseguraba a Flor. Y vaya que se la había ganado. -¿Más vino? -preguntó un mesero, acercándose en ese momento. -Sí, por favor-respondieron Josh y Gil a unísono. Esta se bebió su caliente liquido de un sorbo y no se negó cuando Josh le pasó su copa. -¿Y qué les parece? -preguntó Flor, nerviosa-¿Les gusta? Gil y Josh se miraron antes de responder. Cole estaba aún más nervioso. Gil se sentía una estúpida. Había pensado que todos esos sentimientos que atormentaban a Cole eran por ella, ¿Cómo pudo haber sido tan ingenua? ¿Anteriormente cuando la había amado un hombre? Flor seguía con la espalda tensa, Gil la conocía mejor de lo que se conocía ella misma, era su mejor amiga, su hermana, su otra mitad. Sabía lo importante que eran ella y Josh para Flor, si ellos no lo aprobaban Flor lo dejaría. Si Gil le contaba que ella lo había amado primero Flor se haría a un lado, jamás volvería a pensar en él, y haría hasta lo imposible para que ella y Cole acabaran juntos. Porque Flor la quería más de lo que quería a cualquier hombre. Y Gil la quería exactamente de la misma manera. -Verás, Flor...Gil...-empezó Josh incómodo.

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