Luna pisó el pie de Elio. Èl lanzó un grito. —¡Maldición, Luna! —¡Ay, lo siento, no vi tu pie! Es que es tan grande que estorba. Elio sonrió con burla. —No es lo único grande —murmuró acercándose. Ella golpeó su frente, él volvió a quejarse. —Ojalá tu cerebro fuera el grande, pero es del tamaño de un maní. —¡Ja! ¡Qué gracias, te has vuelto, prometida! ¿Así eras de graciosa al traicionar a tu prometido? —¡Yo no lo traicioné! Para que sepas, él me traicionó a mí y con mi propia hermanastra. Luego de eso, digamos que estaba despechada y ebria y… tuve una… —¿Aventura? ¿Así nació Aly? Luna bajó la mirada abrumada. —Dime una cosa, ¿sabes siquiera quién es el padre de Aly? Luna miró sus ojos, Elio pudo ver el miedo en ellos, y sintió ganas de protegerla. Elio podía burlarse de eso, pe