La rubia llegó temprano como siempre, era sábado. Entrenariamos y le enseñaria a defenderse, comenzamos calentando un poco nuestro cuerpo, la rubia se cansaba rápido y eso nos atrasaba en cuanto a todo lo que deseaba enseñarle. Salimos a correr por el pueblo, para seguir preparándonos. Luego fuimos al gimnasio del pueblo y entrenamos en con el saco de boxeo, le enseñe llaves de yudo y defensa personal. La rubia sudaba mucho y yo sólo reía, siempre me mantuve en forma por mucho tiempo. Por lo que para mi esto era Y es rutina, la rubia tiene muy rojos sus nudillos de tantos golpes que le dio al saco. —¡No sé como puedes hacer esto, duele horrible!—se queja mientras toma agua. Me rió de ella y sigo golpeando el saco con más fuerza. Miro el reloj 11 de la mañana menos 10. A las 11 reserve l
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