Al llegar a aquel edificio abandonado, me escondí en el sótano de este, allí había un pequeño tragaluz donde se podía ver hacia la calle, pero no de afuera hacia adentro. Era el lugar más seguro de todo el edificio. Por lo que hurgando en los departamentos abandonados que estaban en excelente estado, tome una colchoneta y me instale en el sótano, serían días largos solo rogaba que mi esposo, su padre hubiesen huido y estén a salvo. Recostado en la colchón me eche a dormir, para luego aquella mano despertarme. El tipo era un indigente, su rostro era aterrador parecia una mascara mal hecha de peliculas de bajon presupuesto olia a mil demonios al punto de ser indescriptible del mismo asco; ni bien pudo puso su mano asquerosa en mi boca para que no grite: ¡Silencio! Están arriba y te van a oí