Ella estaba de pie hablando con uno de sus antiguos instructores de arte de la universidad cuando una vez más sus ojos se desviaron hacia Isaias en la habitación. Era un hombre muy guapo y su actitud relajada y despreocupada encantaba a la habitación de forma experta.
Medía fácilmente seis pies y tres o cuatro pulgadas de alto con cabello n***o y espeso, ojos oscuros como el carbón y dientes blancos como perlas. Sus dientes estaban chuecos. Ella lo había notado de inmediato cuando lo interrumpió en el restaurante. Sus dientes inferiores no eran perfectos, y sus dientes superiores estaban separados un poco demasiado.
Estaba claro que el hombre nunca había usado frenillos. Sin embargo, eso añadía a su encanto. Era gallardo y desenvuelto mientras coqueteaba con las damas mayores que hab
