Pequeña Sam

1397 Words
Capítulo 3 Pequeña Sam  David Llegué a la ciudad donde se construirá el complejo y debo decir que no es de mi agrado en absoluto. Es un lugar caluroso y todo se ve bastante sucio. Opté por viajar solo, ya que no necesito asistente por el momento. El chofer me lleva directamente al hotel en el que me hospedaré. Primero realizo el registro y me entregan la llave. Noto como las recepcionistas me observan con deseo y lujuria, no saben disimularlo, tal vez alguna noche invite a alguna de ellas a acompañarme en mi habitación, ya que estaré mucho tiempo por aquí. Me preparo para salir vistiendo ropa más informal. Una vez en la construcción me presento ante el jefe. —Buenos días, soy el arquitecto encargado. —Es la única información que le daré por ahora. —Es un gusto conocerlo, lo llevaré hasta su oficina. — Este me dirige a la pequeña oficina que ocuparé en estos días, al menos allí dentro no hacía demasiado calor, gracias al aire acondicionado. Al mediodía, decido que debo comer algo. Decido pedir sugerencia a un empleado que ha estado ayudándome con algunos papeles. —¿En qué lugar puedo almorzar?. —No creo que existan lugares elegantes por aquí, y la comida del hotel no me gustó para nada. —Le enviaré la ubicación de un lugar muy agradable, sirven buena comida. —Me dice el obrero con cierta diversión, correspondo a su apretón de manos, mientras tanto me pongo al corriente de la obra. A pesar de no ser una gran ciudad, puedo notar que los trabajadores son muy responsables, de nuevo pensé en el hotel; sin embargo, a juzgar por la comida y el tiempo, preferí dirigirme al lugar recomendado, tomo un taxi y voy hasta la ubicación, no muy lejos de la construcción. El taxista nota que no soy un simple trabajador, así que me lleva a un restaurante que no tiene categoría Michelin, pero tampoco es una fonda. —Le recomiendo este lugar, es mejor que donde me pidió que lo llevara. —Miro en la ventana y le agradezco el gesto. —Gracias, es muy amable. —Dejo algo de propina y observo alrededor, debo conseguir hoy mismo un vehículo en el cual moverme, en al entrada del pequeño restaurante, pido una mesa cerca de la ventana. Mientras reviso la carta, llega la mesera, quien se presenta con su nombre, ni siquiera levanto la vista, pero al bajar la carta para darle la orden, me sorprendo al ver que se trata de una linda rubia de cabello rizado y corto, quien me atiende con una sonrisa amable. —¿Señor?. —Ella insiste, pero yo quedé encantado con su belleza. —Disculpa. — Le dicto lo que voy a pedir, y de nuevo, con su sonrisa, esta vez se despide con amabilidad. «Realmente tiene una linda sonrisa» no dejo de mirarla, eso se me hizo imposible, puedo notar que también posee una hermosa figura. Mientras aguardo mis alimentos, me dedico a revisar algunas cosas en mi celular, levantando la mirada de vez en cuando en busca de la hermosa mesera. «David, al menos debes saber su nombre primero.» Noto que no me fijé en su nombre ni puse atención cuando me lo mencionó. Después de veinte minutos, regresa con una bandeja con mi pedido, y es ahí que me fijo en su gafete. «Samantha Robbins». Lindo nombre. –Pensé mientras ella acomoda todo en la mesa y se despide con una sonrisa encantadora. Dos pequeños hoyuelos adornan sus mejillas cuando sonríe, y sus ojos verdes tienen un ligero brillo. —Gracias. — Menciono de manera a agradecer su atención. —Gracias a usted por venir. —Me dice con dulzura. Al terminar, la llamo para que me traiga la cuenta, en verdad, nunca había comido algo tan barato, pero realmente no estuvo mal, decido dejar una generosa propina para la bella chica. Al llegar a la puerta de salida, volteo para buscarla con la mirada, al parecer, ella siente que la observan y voltea para mirarme también. «Bueno, Sam, te veré muy pronto», me despido en mis propios pensamientos. Los días transcurren en una especie de rutina, voy a trabajar a la construcción, y a la hora del almuerzo me dirijo al restaurante donde trabaja Samantha. En estos días me he acercado a ella poco a poco. No quiero asustarla ni que note demasiado interés de mi parte. Después de casi un mes viniendo casi a diario, este viernes, en lugar de ir a comer, decido ir a cenar. Claro que tenía mis motivos ocultos. Normalmente, los viernes me retiro temprano para poder viajar a casa y pasar allí todo el fin de semana, pero en esta ocasión decidió quedarme en la ciudad. Elijo mi cena y, al terminar, le pido a Sam la cuenta. Es hora de avanzar un poco más con esta chica. —Oye Sam, quería pedir tu ayuda. —Le digo con interés. —¡Claro que sí, David! Si está en mis manos, cuenta conmigo —Me regala una de sus hermosas sonrisas, me costó lograr que me llamara por mi nombre, pero lo logré, siempre pretendía tratarme de “Señor”. —Es que, como ya te he contado, soy nuevo en la ciudad, y me gustaría ir a beber algo más tarde. ¿Conoces algún lugar agradable, ya sabes, buena bebida, algo de música, puede ser algún bar o alguna discoteca. —Ella piensa un momento, en verdad se está esforzando. —Mmmm, déjame investigar. Realmente no suelo salir a esos lugares, pero de seguro alguno de mis compañeros sabe. Espera aquí, voy a preguntar. — Sam se retira, mientras espero, tomo mi celular y hablo con mi madre. Le informo que este fin de semana no iré a casa. Sabe que en ocasiones tendré que quedarme, así que no se extraña, solo me pide que me cuide y que llame seguido. —¡Lo tengo!, Me dicen que a tres cuadras de aquí hay un pequeño bar, muy agradable, y tiene música en vivo. Precisamente hoy toca el grupo del local y dicen que es muy bueno. Aquí te dejo la dirección y el nombre —Sam se nota emocionada cuando me dice la información que obtuvo, la cual me anotó en una servilleta. —¡Excelente! Muchas gracias. Y… ¿no te interesaría conocer el lugar conmigo? —le pregunto y noto cómo se ruboriza, Realmente se ve linda sonrojada. —Pues no acostumbró a salir con los clientes, es casi una política mía. —Sonríe con cierta inocencia. — Discúlpame, David. —Me contesta con casi un susurro de voz. —Bueno, está bien, no te preocupes, solamente quería estar en compañía de algún conocido, y aunque no lo creas, eres la persona que más conozco en este lugar. En verdad lo siento si te incomodé, bueno, entonces, muchas gracias por la información. — Recojo mis pertenencias bajo su atenta mirada. —¡David, espera! —Volteo para verla, ella viene corriendo agitada. —Si aún está en pie la invitación, me gustaría acompañarte —me dice con un hilo de voz. —¡Excelente! Entonces, ¿quieres que te espere?. —Inquiero con satisfacción. —Aún me falta una hora para terminar mi turno, y me gustaría ir a cambiarme a mi casa. ¿Te parece si nos encontramos en el bar, digamos, en dos horas?. —Sus ojos verdes brillan aún más. — Vivo cerca de aquí, y aparte aprovecho para pedir la salida media hora antes, así alcanzo a tomar una ducha. —Me parece muy bien —le contesto con una gran sonrisa. — Entonces nos vemos dentro de dos horas, Sam asiente, y antes de que vuelva a correr, la detengo con mi pregunta, justo antes de que ella entre al restaurante. —Sam… ¿Me podrías dar tu número de teléfono?, por cualquier eventualidad. — Sam sonríe levemente y de nuevo solo asiente. Se acerca a mí y aprovecho para sacar mi teléfono. Lo desbloqueo y se lo paso para que anote su número. —Listo. — Al terminar me lo entrega más sonrojada que nunca, se despide y entra casi corriendo al restaurante, yo solo sonrío, anticipando el buen rato que pasaré con esta dulce chica. «¡Pequeña Sam, te tengo en mis manos…»
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