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3611 Words
(Narra Annie Rowan) El frío subía del suelo a mi cuerpo, mi mano sangrante goteaba y mi vista estaba perdida entre el bosque. ― ¿Qué es lo que acaba de pasar?―Me pregunté. Mis pensamientos no estaban en orden, pero sabía lo que tenía que hacer. Averiguar si lo que creía era cierto, que Dante Sartuori es un hombre lobo. Ahora no tenía duda, las historias del abuelo eran ciertas. Pero antes, me curaría la mano. Entre sin hacer ruido, fui al baño, lave la herida, la desinfecte y la vende. Así como entre subí a mi cuarto, sigilosamente para no alarmar a mis abuelos, que afortunadamente, no se despertaron por el ruido del ataque. Esa noche no pude dormir bien, soñaba con Dante volviéndose un lobo y atacándome, soñaba a Dan corriendo aterrado. Tuve pesadillas horribles y mi cuerpo descansaba pero mi cabeza no. Para que los abuelos no notaran mi herida, baje con guantes. ― ¿Y esos guantes?― Inquirió el abuelo. ―Son para el frío.― últimamente mentir se me daba bien, pero me sentía mal de hacerlo con ellos. ―Son bonitos, los hizo la abuela, ¿cierto? ―Sí, así es. En la cocina la abuela sonrío satisfecha, adoraba que hablaran bien de su trabajo. Me despedí afectuosamente de ellos y emprendí mi camino al instituto. Al llegar el ambiente de felicidad que había se quebró con mi presencia y, miradas llenas de odio se clavaban en mi cuerpo. Una chica me golpeó con la puerta de su casillero, otra más me arrojo su café vacío, unos tipos enormes pasaron cerca de mi haciéndome caer al piso, los de fútbol me lanzaron el balón en la cabeza... Infinidad de cosas malas me estaban pasando, pero sabía que todo tenía una explicación. Dante Sartuori era la explicación. Mi primera clase era Biología, Daniel y yo la tomamos juntos, así que cuando entre, lo vi sonreírme desde una de las butacas del centro del salón. Me senté delante de él y le conté lo que me paso al llegar. ―Son unos idiotas, son los gatos de Dante.― Dijo furioso Daniel. ― Pero te recuerdo que los gatos tiene garras y, quieras o no, te lastiman. Con esa última frase di por terminada la conversación, me gire y preste atención al frente. La profesora pidió las tareas y después de hacerlo nos dio la espalda para escribir en la pizarra. Cuando se giró, montones de bolitas de papel me golpearon, algunas las sentí mojadas, ¿Estarían babeadas? No supe cómo reaccionar, todo el grupo se había puesto de acuerdo. Cuando la profesora volteo y se percató que mi lugar estaba lleno de basura bramo furiosa. ―¿¡Rowan, te parece lindo matar árboles!? Quiero que juntes toda la basura del aula.― La gente se burló, la profesora los silencio, hizo un ademán despectivo hacia mí y se giró. Comencé a levantar cada pedazo de basura que había en el salón, pero, mis compañeros no me ayudaban en nada. Cuando me acercaba a algún lugar, tiraban más basura. No se dé donde la sacaban, pero hacían más basura. La clase finalizó, Daniel trato de consolarme, pero evite que lo hiciera, si lo dejaba, me sentiría débil. Y no me lo permitiría. Ahora tenía un propósito. El siguiente modulo lo tomaba sola, tenía que ir a Ingles, que estaba en otro edificio. Cruce los jardines, otra vez siendo agredida por los alumnos. Mis piernas querían flaquear, se doblaban a cada paso y yo quería mantenerlas rectas. Sentía que no podría con esto, pero apenas estaba empezando. De pronto sentí un jalón en mi brazo, que me arrastro con brusquedad detrás de un edificio. ― ¡A ti te estaba buscando!― Dijo Dante mientras me arrastraba lejos de la vista de todos. ― ¿Qué quieres? De-déjame tranquila.―balbuceé. ―Dime, ¿Te dio gusto que me humillaran ayer?―Lo mire confundida, pero entonces recordé lo de la noche anterior con su padre.― ¡Responde! ― ¡Si, me dio gusto! Te lo merecías.―lo empuje, pero grave error, el sujetó mi mano herida. Gemí de dolor por la presión que ejerció su mano. ― ¿Te duele la herida?― Sus palabras ahondaron en mi cabeza, eran la confirmación que necesitaba, ahora no tenía dudas. Llevaba guantes, así que nadie sabía que tenía una mordida de lobo. Eso era algo que solo lo sabrían dos personas, bueno una persona y media. ― ¿Cómo sabes de mi herida? Ayer en la noche me mordió un lobo y, que yo recuerde no me he quitado los guantes para nada. Así que...¿¡Como lo sabes!? Dante me soltó, se alejó unos pasos, me miro con recelo y luego sonrío. ―Ya no me queda duda, ¡ese lobo eres tú!― Grité. ―Estás loca Rowan, ¿Cuál lobo?― Su sarcasmos era evidente, pero ¿Qué significaba? Que aceptaba que era un lobo y que me ataco. ―Sé que si lo eres, ¿Cómo sabrías de mi herida? ―Coincidencia, además chillaste cuando toque tu mano.―Dijo. ―No trates de engañarme. ¡Tú eres ese lobo! Y lo voy a probar.― Sentencie casi temblando, los ojos de Dante me estaban fulminando, pero no me retractaría. ―Has lo que quieras conejita.― Dicho esto se fue, vi su corpulenta espalda y note como daba pasos muy seguros, lo envidiaba por eso, él no tenía miedo. A medio camino se detuvo y se dio la vuelta. Se llevó una mano a la cabeza y me miró fijamente. ― Melissa… Ella ¿Qué te hizo? ¿De qué me estaba hablando? Seguro que intentaba jugar conmigo. ― Justo lo que tú le pediste y es lo que todos hacen ahora. ― Le respondí sin vacilar y con un tintineo de rabia en la voz. Fue el quien orquesto todo. ―Yo no lo pedí hacerte nada. Era un mentiroso. Ahora quería jugar conmigo y no se lo iba a permitir. Me di la vuelta y salí corriendo del lugar, Dante gritó mi nombre pero yo no miré ni una vez atrás. Clase tras clase fue pasando el día, Daniel me notó extraña y me cuestiono acerca del porqué, pero no pude decirle. Es mi mejor amigo y lo quiero y, porque lo quiero no deseo involucrarlo en esto. Al terminar las clases, me adentre en Green Cold, camine por diminutas calles pisando las hojas en los adoquines, vire a la derecha y me topé con las escaleras que ya conocía, las subí y leí las letras doradas de la enorme puerta, "Biblioteca Pública." Entre y salude al bibliotecario, Mr. Thom, un hombre mayor, muy mayor, quien apenas noto mi presencia. Fui a las secciones de letras L, H y M para buscar, Lobos, Licántropos, Hombres lobo y metamorfos. Todo lo que pudiera sobre el tema. Investigue durante horas, al no tener tanta información, busque en las computadoras de la biblioteca. Palabras como, Luna llena, fuerza, sentidos agudizados, alfa, beta, mate, monstruo... Eran muy comunes. Pero lo más interesante fue que en varias ocasiones apareció la vieja leyenda que me contaba el abuelo, quizá el supiera más del tema. Tenía que preguntarle. Antes de apagar el equipo mis ojos se clavaron en una nota de periódico "Masacre de lobos en Green Cold". Entre en la página y leí aturdida la notica. Terrible masacre se llevó acabo en los bosques de Green Cold. La mañana del 10 de diciembre del 2005, un hombre y su familia encontraron una manada de Lobos masacrada. Según los expertos fueron hombres quienes hicieron tal acto. Se contaron alrededor de 27 c*******s. Aún no se saben las razones que la provocaron. También se descubrió que algunos lobos fueron asesinados por los de su misma especie. Hasta el momento no se sabe con certeza lo ocurrido, pero es un hecho que consternó a las autoridades y a la población de Green Cold. Masacre de lobos en Green Cold, 10 de Diciembre de 2005. La fecha me angustio aún más que la noticia, dos días después de eso, el 12 de Diciembre, encontramos a Dan, un lobezno sin manada. ― ¿Abuelo que sabes acerca de los hombres lobo?― Me tomo lo mío prepárame para interrogar al abuelo en la cena, dejo de comer me miro y se acomodó los lentes. ―Extraño tema para ti jovencita. ―Es para un trabajo de seres míticos y sobrenaturales... Y como me has contado la leyenda de los lobos, pensé en ellos como mi tema. El abuelo abrió la boca pero antes de que dijera nada, la abuela apareció con el ceño fruncido, nos miró molesta y bajo su plato estruendosamente. ―Te he dicho que no hables de esas cosas. ―Pero es para su tarea, mujer.― El abuelo se vio afectado por el tono de voz que uso mi abuela. ―No me importa, que escoja otro tema. Pero ese no. ―Abuela yo...― Levantó su mano y me señalo. ― ¡He dicho que no! Sin decir otra palabra, se giró y subió las escaleras. El abuelo y yo intercambiamos miradas, ninguno de los dos la había visto tan molesta por un asunto tan trivial como este. Seguimos comiendo sin hablar, recogí la mesa y lave los platos. ― ¿Por qué la abuela se puso así con el asunto? ¿Odia a los lobos? ― Le pregunté al abuelo. Lo miré y él se levantó despacio de la silla, estaba pensando en algo. ― No lo sé, cariño. No lo sé. ― Sonrió y se subió las escaleras hacia su habitación. ¿De qué iba todo eso? Había muchas preguntas que estaban plantadas en mis pensamientos, pero no lograba darles respuesta. Tendría que sacar información de otro lado. Cansada subí a mi habitación, me deje caer en la cama y cerré los ojos. Al día siguiente miraba a Dante desde la distancia, mientras que Daniel leía plácidamente un libro. Estábamos recostados bajo la sombra de un árbol, el sol estaba en su máximo punto y varias personas disfrutaban de él, pues por algo este lugar se llama Green Cold. Siempre hace frío. Dante estaba solo, no había rastro de Melissa, su grupo de amigos lo dejaba tener intimidad, pero para mí eran más bien como perros guardianes. Mire la pequeña lista que había hecho la noche anterior, jugaba con ella en mis manos y decidí probar suerte. Releí cada punto de la lista. Características de los hombres lobo 1. Súper oído. 2. Súper vista. 3. Súper fuerza. 5. Súper olfato. 6. Sanación rápida. 7. Agilidad. Estaba decida a corroborar mi teoría. El número uno era súper oído. Dante estaba lejos, como a 50 metros, pero si era real que tenía un oído agudizado, me escucharía. O eso creía. Levante la vista y lo mire, estaba muy entretenido en alguna especie de llamada telefónica. Gire para ver a Daniel, seguía metido en su lectura. ―Miren a Don importante en su llamada telefónica.― Susurré. No hubo reacción pero era pronto para rendirse.― Dante es un cobarde que molesta a la gente solo porque si.― Su cara se tornó seria y giro en busca de algo, entonces ¿Había resultado? Seguiría con mis insultos hacia su ego, solo para comprobar. ―Dante se peina como niña.― Dije solo un poco más fuerte, lo que provocó que se quitara el teléfono del oído abruptamente y buscará en varias direcciones. Me agache por instinto y me quede quieta, si me encontraba estaba muerta. Mis actos ridículos llamaron la atención de Daniel. ― ¿Qué te pasa?― Preguntó cuándo bajó su libro. ―Nada, solo me recuesto. ¿Me haces un favor?― Dije. ―Claro, dime que es. ― ¿Que hace Dante? Mi amigo elevó su rostro en busca de Dante, me miro y alzo la ceja. ― ¿Por qué?― Quiso saber. ―Solo por...― Me quede pensando en una excusa.― Por curiosidad.― Excelente excusa. Daniel frunció el ceño, negó con la cabeza y comenzó a decírmelo con las manos. ―Está…Él se ve muy molesto...―Dejo de mover las manos un rato y agudizó su mirada en la dirección de Dante.― Ahora se está alejando, ¡Vaya! Sí que se ve molesto. Me incorporé extendí la lista y, con un bolígrafo marque una palomita en número uno, Supero oído. Ahora tendría que probar con el número dos. Le dije a Daniel que tenía algo que hacer, se ofreció a ayudarme pero me negué. Corrí tras Dante, pero fui prudente. El entro en el baño de chicos. Así que despegue un papelito de mi bloc de notas en el que rápidamente escribí, "Dante Sartuori eres una nena, soy más hombre que tú. Encuéntrame en las canchas a las 12:15" la pegue en la pared que estaba enfrente, había una buena distancia y, mi letra era pequeña. Si tenía una súper vista lo leería sin acercarse. Espere un rato escondida. Después de unos minutos lo vi salir, acomodarse el pelo y exhalar molesto, finalmente clavo la mirada en la pared, por algo puse un papel fosforescente. Entrecerró los ojos, frunció el ceño y apretó la mandíbula, dijo algo pero no lo escuche, se giró molesto y hecho a andar. Rogué porque fuera a la cancha, eran 12:13. Lo seguí y, en efecto, fue a la cancha. Marque palomita en el número dos. Pero en ese momento un balón con fuerza iba a impactar en su cara, él lo detuvo con facilidad y... El balón reventó. ¡Reventó! Boquiabierta marque la número tres, súper fuerza. Ahora tocaba súper olfato, sería difícil. Leí en internet que su olfato es sensible, así que una buena cantidad de perfume directo en la nariz lo afectaría. Sonó la campanilla, eso significaba que se me había a acabado el tiempo, mire por última vez a Dante que seguía molesto. Avance entre los cuerpos de alumnos, subí escaleras y cruce pasillos a toda prisa. Me aleje de la muchedumbre cuando tuve la oportunidad, me encontraba en un pasillo vacío, sola. De pronto lo que creí era un costal enorme me envolvió por completo, todo se volvió n***o y una voz que ya conocía muy bien me dijo. ―Ya me cansé de tu jueguito, pero ahora es mi turno, conejita. ― La voz sonaba exasperada, pero había un leve deje de diversión en ella. ― ¿Dante? ― Pregunté mientras me revolvía dentro del costal. Estaba asustada y mucho, eso me sacaba por molestar a una persona tan impulsiva como él. No contesto. La sucia bolsa estaba llenada de polvo y olía a plástico, uno similar a los que tienen los balones, seguramente lo habría robada del gimnasio. La nariz me picaba por el polvo y para colmo me llevaba dando brincos en su espalda. De pronto me dejo caer al piso, pero él piso se sentía extrañamente suave y crujía. Me lleve un leve golpe en la cara, salí molesta y desaliñada, pero dispuesta a encararlo. Al ver en donde nos encontrábamos me volví presa del pánico. No era en la escuela. Estábamos en medio del bosque. No reconocía en lugar. ¿Cómo es que llego ahí en tan poco tiempo? La escuela estaba a 30 minutos del bosque. ― ¡Tú tienes la agilidad de los hombres lobo!― Le grité segura.― Eso te hace veloz. ―Escucha, Rowan. ¿De verdad crees en esas mierdas? ¿Te siguen contando esas historias tus padres a la hora de arroparte?― Dijo con ese típico tono arrogante. ― ¡No es así! Además yo... No tengo padres. Vivo con mis abuelos.― Muy en el fondo sus palabras me hirieron. Pero que tonta, porque le aclaraba el asunto, ¿Qué le importaba mi vida? Lo mire directo a los ojos, otra vez ese verde tan extraño me atrapaba como pez en una red, por un instante, juraría que vi que se arrepintió por lo que dijo, pero de inmediato volvió a ser el Dante que conocía. ― Bueno “conejita” ¿Estas lista?― Se acercó más a mí, tanto que me acorraló contra un árbol. Mi respiración se agitó y mis ojos no podían apartarse de los suyos. ― ¿Li...Lista Pa…Para qué? ― Mi cabeza no pensaba correctamente, estar así de cerca me ponía de los nervios, el daba miedo y mucho. ― Antes que cualquier otra idiotez tuya. Debes saber que yo no le pedí a Melissa hacerte lo que…Lo que te hizo.―Y se acercó tanto, que su rostro quedo justo en frente del mío, afortunadamente mi cuerpo reaccionó y me moví fuera de su alcance. ―No te creo nada. Sé que fuiste tú. Tú me amenazaste. ― Sentencie intentando sonar lo más seria y enojada posible. ― Rowan. ― Suspiró. ― Es cierto que tú me molestas. Pero yo no te haría tales cosas. Su tono de voz me sonó muy sincero, hasta le creí al cien por ciento que yo le molestaba, porque siendo sinceros…Eso era más que obvio. ― Si no fuiste tú ¿Entonces quién? ― El me miró como si hubiera dicho algo realmente estúpido. Pensé unos segundos y con un “Oh” me di cuenta. ― Melissa. ― Corregí ese error. Espero que no te molesten más. Te debe quedar algo claro. ― Cuando lo dijo su mirada cambio totalmente, yo retrocedí por instinto. ― Solo yo puedo molestarte. Yo que soy un lobo feroz. ― Al decirlos una sonrisita burlona se dibujó en su rostro. ― ¿Lobo feroz? Lo dices porque en realidad eres uno. ¿No es así? ― Le señale con un dedo y lo mire exigiendo su respuesta. ― Por favor, ya deja eso, los hombres lobo, vampiros, hadas y unicornios no existen. Madura, conejita.― El sarcasmo en su voz solo me ponía más molesta, estaba jugando conmigo. ― ¡Eres un estúpido! ― Tras decirlo le di la espalda, busque un sendero con la mirada, algo que me llevara lejos de él y de sus tontos comentarios. Avance con velocidad, pero Dante me siguió. No se apresuró, él sabía que si lo deseaba me alcanzaría. Era su juguete, estaba en sus manos. Camine por varios minutos y nada, solo árboles, ramas peligrosamente puntiagudas y hojas secas. ― Ya, Rowan. No me digas que piensas caminar hasta que anochezca. Porque ya van a terminar las clases. ― ¡Aléjate de mí! Puedo arreglármelas sola, he vivido aquí toda mi vida. ―Tienes razón, solo gente de tu "nivel", vive en estos lugares. Me di vuelta y lo observe con desagrado. ― Como si tú vinieras del país de las maravillas.― Ladeo la cabeza como si pensara y alzo la ceja. ― Casi, conejita. Yo vengo de Alemania. Si escuche bien, el venia de un país muy, muy lejano de Green Cold, pero aun con toda su charla barata mis memorias viajaron a Dan, mi lobezno. Tenía que sacar información de esto, si se trataba de lo que sospechaba... ― Y...¿Viviste en "Alemania" por cuánto tiempo? ― Su rostro se tornó serio, me miro de arriba a abajo y luego sonrío. ― Viví ahí toda mi vida, jamás pisaría un lugar tan asqueroso como este. Si no fuera por el imbécil de Adolph... Sentí como una inmensa alegría salía de mi cuerpo y se desbordaba, Dante nunca estuvo antes aquí. Así que, por más que se pareciera a mi querido Dan, no era el, ¡No era! Mi lobezno estaba por ahí. En algún lugar, tan puro e inocente como lo recordaba. Para que mentir, me aterraba la idea de que Dante, fuera el mismo que mi Dan. Ahora ya no más, ahora era feliz. Sin darme cuenta pise mal y resbale, me precipite contra el suelo, vi ramas, de las que son afiladas y traicioneras y, después de eso, todo lo demás pasó muy rápido. ―¡Rowan! ― Gritó Dante. Cerré los ojos por instinto y, cuando los abrí estaba entre sus brazos, levante la vista y me topé con su rostro. Sus labios estaban demasiado cerca, casi podía tocarlos, pero entonces algo llamo mi atención. Su espalda estaba siendo atravesada por las ramas, me levante asustada y me coloque a su lado, para tratar de ayudarlo. ― ¡Dante, por Dios! ¿¡Estás bien!? ―Estaba entrando en estado de shock, la escena era demasiado grotesca y la sangre bañaba las hojas. ― ¿Con quién crees que hablas?― Y mientras lo decía se incorporó lentamente, el ruido de las ramas al salir de su espalda era espantoso, pero el parecía no sentirlo. Me dejo ver su torso lleno de sangre. Y por extraño que parezca mi última teoría se comprobó, sanación rápida. Pues su espalda se curó de inmediato. Deje caer mi mandíbula, estaba más que sorprendida y Dante solo parecía divertirse. ―Ahora escúchame, conejita. Si dices algo sobre esto…― Pensó un rato mientras se sacaba la chaqueta que llevaba puesta― ten por seguro que te asesinare y no solo a ti. Si no también a tus queridos abuelos.― Ni siquiera pude protestar, me jalo con brusquedad de la mano para levantarme y me llevo todo el camino de vuelta al instituto. Mire su espalda, estaba sana, no había ninguna marca, nada. Lo único que quedo fue la sangre húmeda que le resbalaba. Mi cabeza quedo en blanco, su amenaza era más que suficiente. Su voz era seria y cruel. Otra vez, Dante me sometía y ahora ya empezaba a creer que de verdad era un ser tan peligroso, tanto que cometí el error más grande de mi vida al descubrir que realmente era un hombre lobo. Sí por alguna razón cometía un error y alguien se enteraba de esto, mis abuelos pagarían las consecuencias, jamás podría perdonarme si algo les ocurría. Dante era un monstruo y no solo en el sentido de la palabra, ahora el miedo que sentía por él se incrementaba sobremanera, pero del mismo modo que le temía, le odiaba.
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