Nervios

1547 Words
Esa mañana Andrew tuvo una reunión que lo dejo más que molesto, incómodo, pero sobre todo furioso al ver el rostro de Graham. Recordaba la tarde en que vio a Ángela salir de aquel despacho tan afectada por las palabras que Graham decía para humillarla. — Mi asistente verifico las cifras Basco, vimos varias incongruencias, y creo que por el bien de ambos debería trabajar algunos días aquí, es para mi un poco agobiante ir y venir cada día, deje instrucciones en mi empresa para que me envíen a mi móvil los informes para compartirlos contigo en la próxima reunión. A Graham no le interesaba tenerlo en su compañía, por el contrario lo agradecía, no le interesaban mucho los negocios, solo gastar el dinero que ahora poseía, presumir ante sus amistades el poder del que ahora era dueño, Andrew sabia que a Graham no le interesaba hacer crecer los negocios, había sido un error por parte de su padre haber confiado en su hijo, George y Selene confiaban en que su hijo haría un excelente trabajo, sin imaginarse que los podía llevar a la ruina. — La verdad es que no hay problema alguno, le pediré a mi asistente que te preparen un despacho, enviaré a mi jefe de contadores para que se ponga a tus órdenes, debe haber alguna confusión, sé lo que sucede en mi empresa, así que no te preocupes, todo está bien. Andrew sonreía, mientras Graham pensaba que era un gesto amable, la realidad es que Andrew se mofaba por la seguridad que Graham tenía, estaba claro que no tenía idea más allá de este despacho de lo que sucedía. — Después de un corto tiempo de espera, la asistente de Graham los guió a una sala de juntas donde ya el jefe de contadores lo esperaba para tratar las dudas de Andrew. El problema era que los informes eran cambiados erróneamente por Rinara, ella siempre buscaba quedar bien ante Graham, pero lo único que lograba era dejarlo en mal ante los demás, pues no tenía idea de absolutamente nada de lo que realmente era la compañía que su padre había visto crecer durante todos esos años. — De verdad lamento mucho los inconvenientes, señor, pero lamento decirle que no es un error de mi departamento, una de mis mejores empleadas se encarga de manejar estas gráficas, por lo que fue para mi algo bastante sorpresivo saber que había algún error, pero este informe no es hecho por nosotros, la asistente del señor Basco se encarga de pasar a un servidor personal del dueño los informes, y parece que el error es directamente de ella. Andrew comprendía lo que el tipo frente a él le explicaba, pues conforme más hablaban, más se daba cuenta de que era un hombre muy capaz, y que quizá el error era encomendar ese trabajo a una mujer como la que ya había conocido, parecía que esa asistente de Graham no solo tenía una aventura con él, sino que lo hacía quedar mal al entregarle informes más estructurados. — Sí, puedo imaginar de lo que habla, pero necesito que esto se solucione lo antes posible, que quien ha estado haciendo mal las cosas deje de hacerlo, soy un hombre amable, pero cualquier otro solicitaría una auditoria de inmediato, dejando expuesto a su jefe y a la misma compañía, sabe que los empresarios son todos conocidos sobre todo por las cosas malas que suceden bajo sus narices, así que necesitaré de su completa ayuda. El hombre asintió ante las palabras amables, pero directas de Andrew, sabía que la única que podía hacer un excelente trabajo era la empleada de su confianza. En realidad yo no podría estar aquí mucho tiempo, comprenderá que soy el encargado del área de contabilidad de la compañía, pero tengo a una empleada de mi entera confianza, de hecho es quien se encarga de esto mejor que nadie, su nombre es Angela Fiore, y estoy seguro de que ella será el mejor conducto para lograr lo antes posible. Andrew le dedico una sonrisa a Esteban, su asistente, sabía que eso solo significaba una cosa, algo que a él le daba mucho más gusto y emoción de lo que deseaba expresar su rostro. — Regreso en un momento señor Bianco. Esteban observó a Andrew, quien sonreía sin poder evitarlo. — ¿Así que es por ello que estamos aquí? Preguntaba Esteban a su jefe, pero Andrew se negó. — Aun que pienses lo contrario no es así, mi padre como sabes me obligo a estar aquí con este imbécil de Basco, como lo imagine no tiene idea del lugar donde está parado, es un estúpido que llevaría a pique los negocios sin perder tiempo, no comprendo como su padre pudo confiarle una responsabilidad a alguien como él, pero lo único que me interesa es que mi padre no pierda dinero, sinceramente no comprendo como es que invirtió en un negocio con Graham Basco, no comprendo, pero en fin, lo de Angela es una casualidad, así que deja de verme con esos ojos y concéntrate que necesitaremos entregarle a mi padre cifras exactas, odiaría cometer algún error. Pero para Esteban era algo de no creer aun, Andrew con esa tonta sonrisa era algo nuevo. A los pocos minutos la puerta se abrió nuevamente, y una imagen que a Andrew le agradaba tanto, una hermosa Angela caminaba asombrada dentro de la sala, ella lo observo atónita, sin imaginar que a quien vería ese día seria a él, al tipo con el que había dormido, a quien se había entregado en un momento de tristeza y debilidad y que ahora formaba en una de sus mejillas un hoyuelo por la sonrisa dedicada a ella. Su rostro se puso más rojo que un tomate, sintió un calor ardiente recorrer cada parte de su cuerpo, recordó en ese momento sin poder evitarlo esas grandes manos recorrer cada rincón de sí misma, sus piernas temblaron por unos segundos antes de poder articular una sola palabra, Andrew estaba ahí de pie ahora frente a ella con una sonrisa amable, ella no sabía si debería salir corriendo, alejarse de él, o simplemente saludar con cordialidad, no comprendía por qué le afectaba tanto verlo, había sido solo una noche de debilidad pensaba ella, pero al mismo tiempo engañarse no estaba siendo útil en ese momento... — Ella es la chica de quien les hable, Angela a partir del día de hoy trabajaras directamente por órdenes del señor Basco con los caballeros, el señor Andrew Bianco, y su asistente Esteban. Angela sintió de un momento a otro que palidecía, ¿Trabajar con él? ¿Que hacia él ahí? Andrew agradeció la amabilidad del hombre y observo una vez más a Angela. — Tome asiento señorita Angela, tenemos que hablar. Angela se sentó un poco alejada de Andrew, algo que no le hizo mucha gracia al hombre, pues él deseaba tenerla junto a el como fuese posible. — Primero que nada quiero que sepa que haré lo que esté en mis manos para apoyar en lo que necesite señor Bianco, espero poder regresar a mis actividades lo antes posible. Andrew sintió como un golpe al sentir la frialdad con la que Angela hablaba con él, eso no le gustaba, así que sabía que Angela haría eso al estar Esteban en la sala, tenía que deshacerse de él, al menos por un momento para poder hablar con ella. — Gracias señorita Fiore, de verdad agradezco que nos obsequie algo de su tiempo para solucionar este inconveniente que sabemos de antemano no es culpa suya, necesito un poco de café. Angela asintió y se pondría de pie para traerlo de inmediato, necesitaba respirar, salir de ese lugar que con Andrew dentro parecía tan pequeño ahora mismo. — Claro, ahora mismo iré a por él, ¿Desea algo Esteban? Pero antes de que Esteban le pidiera un café, Andrew lo interrumpió. — Se lo agradezco Angela, pero creo que Esteban puede apañárselas para traer el café para los 3,¿Podrías ayudarme con ello Esteban? Sabes como me gusta el café y de donde, mientras tanto la señorita Fiore y yo empezaremos a trabajar. — De verdad, yo puedo traerlo con gusto... Comento Angela una vez más, pero Esteban le dedico una sonrisa y se negó. — No se preocupe señorita, además es mi trabajo complacer las necesidades de mi jefe, solo dígame que es lo que desea beber, que tipo de café le gustaría que trajera. Angela se negó y agradeció, no bebería café, eso la alteraría más de lo que ya se sentía por el momento. Esteban salió y de manera inmediata Andrew se puso de pie para tomar asiento al lado de Angela que intentaba concentrarse en los documentos que tenía en una de las carpetas, pero el cerro por un momento las cifras y se concentró en verle a los ojos levantando la barbilla de esa preciosa mujer que hoy se veía aún más hermosa de lo que él recordaba. — Necesitamos hablar. Dijo él provocando una serie de sensaciones en cada rincón del cuerpo de Angela, que aún no sabía porque le hacía sentir tan extraña, nerviosa, atemorizada, ella no lo sabía, pero estaba segura de que no olvidaría aquella noche llena de caricias jamás....
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD