HISTORIA ESCRITA POR: S. DAL SANTO
IG: S.DALSANTO17
8 de mayo
El sonido de mis tacones Louboutin resuena por los pasillos de la empresa mientras que en mi mano llevo los documentos que comprueban mi nueva victoria en este mundo tan hostil y aun bastante machista que componen los contratos importantes. Al llegar a la puerta de la oficina de mi jefe, respiro profundo y llamo a su puerta —¡Adelante!— Se escucha del otro lado e inmediatamente abro encontrándome al señor Sagairi sentado detrás de su imponente escritorio de madera —Mi querida Grecia, ¿Cómo te ha ido en tu viaje a Roma?— Me pregunta sonriente y pasa sus dedos por su cabello canoso mientras que su mirada oscura no deja de observarme.
—El clima definitivamente ha estado mucho mejor que en esta calurosa y húmeda ciudad— Declaro y dejo la carpeta con el contrato sobre el escritorio deslizándolo con mi mano hacia él.
—Miami definitivamente no es el paraíso climático— Bromea sarcastico y abre la carpeta —Muy bien hecho, ¿Cuánto te ha costado que firmaran?— Cuestiona y sonrió.
—Un vestido de Dolce Gabanna extremadamente sexy, una invitación a uno de los bares de moda de la ciudad, y la suite de uno de los mejores hoteles— Declaro y me mira.
—¿Te acostaste con él?— Inquiere y aparto la silla frente a su escritorio para así sentarme y quedar a la misma altura.
—No fue necesario, después de una botella del coñac más caro, que apropósito debo adherir a la cuenta, no pudo ni siquiera mantenerse en pie— Señalo.
—Bien, sabes que no estoy de acuerdo con esa parte de tu estrategia, aunque debo decir que funciona a la perfección— Dice un poco más serio y sonrió sabiendo que tan solo lo dice para cubrirse las espaldas.
Saco de mi bolso el recibo de los gastos y los coloco sobre el escritorio mientras que él sigue leyendo el contrato —Sabe perfectamente que solo me acuesto con quien yo quiero y cuando quiero, si hay un contrato de por medio, todo se pone un poco más interesante— Hablo segura y sonríe.
—Eres demasiado inteligente, no necesitas tener sexo con ellos, ¿lo sabes?— Me recuerda y lo miró fijamente porque sé los motivos detrás de esas palabras.
—Lo sé, y por eso lo hago, ustedes los hombres ven a una mujer en lencería y son capaces de firmarle lo que quiera solo por desnudarla. En cambio, nosotras somos más frías, un buen paquete no nos distrae al punto de entregarles todos nuestros bienes— Explico y sonríe una vez más, pero en esta ocasión Fabricio se levanta de su silla y da la vuelta a su escritorio para sentarse en el borde de este justo enfrente de mí.
—No te equivoques Grecia, nosotros no nos distraemos solo por ver una mujer en lencería— Señala y me mira detenidamente —Es una mujer como tú quien nos puede volver locos. Tú sabes muy bien que eres diferente, que tu belleza puede conquistar a quien quiera, y me gusta que lo utilices a tu favor—
—Y el de su empresa— Añado.
—Por supuesto— Dice mientras que me levanto de la silla y me acerco a él —Sabes que esto no está bien— Murmura cuando llevo mis manos a cada lado de su cuerpo sobre el escritorio.
—¿Qué cosa? ¿Qué me atraiga mi jefe?— Indago y él lleva una de sus manos a mi cuello.
—Exactamente— Responde sonriente y clava sus ojos negros en los míos.
—De vez en cuando está bien mezclar un poco las cosas— Murmuro cerca de sus labios y es él quien acorta toda la distancia para así besarme con la urgencia que lleva guardando desde que entre a esta oficina.
Su lengua se enreda con la mía de manera desesperada y tiene la intención de levantar mi vestido cuando alguien llama a la puerta —Detesto que nos interrumpan— Susurra y sonrió.
—Yo también, pero debe hacerse cargo de su empresa señor Sagairi— Hablo bajito y le doy un último beso —Lo dejo para que se relaje un poco, en dos días tendrá el adelanto del contrato en la cuenta correspondiente— Señalo y me intento alejar de él, pero me sujeta del brazo.
—Vi que la cifra es más alta de la que esperaba, ¿Cómo lo has conseguido?— Cuestiona.
—Un exquisito conjunto de lencería que también está en la lista de gastos— Menciono y trato de seguir caminando.
—Grecia— Me llama y vuelvo a verlo.
—¿Qué?—
—La información de tu próxima víctima esta sobre tu escritorio, sales a Madrid en dos días— Anuncia y asiento.
—De acuerdo, revisare todos los datos—
—Son 20 hoteles, no podemos perderlos, ¿de acuerdo?— Me dice serio y vuelvo a asentir.
—No se preocupe, así deba acostarme con él todas las noches, usted tendrá ese contrato— Le aseguro y abro la puerta encontrándome con la señora Clara —Señora Sagairi, que gusto verla de nuevo, perdone la demora, pero su esposo y yo estábamos acordando algunos detalles— Indico y sonríe.
—No te preocupes Grecia, sé que para mi marido eres indispensable— Responde alegre y tan solo me excuso para salir de aquí y llamar a mi madre.
—Hija, hasta que por fin llamas— Se queja del otro lado mientras que voy hacia mi oficina.
—Lo siento mamá, estaba en una reunión con mi jefe, ¿Cómo esta Bautista?— Pregunto consternada.
—Hija, los médicos no pueden esperar más, necesitas traer el dinero— Me pide y respiro profundo.
—Mamá, diles que me den el número de cuenta, no puedo ir ahora debo prepararme para otro viaje— Explico sabiendo lo que esto significa.
Escucho el sonido de una puerta cerrándose y su respiración agitada —¿Cuándo rayos te harás cargo de tu hijo? ¿eh?— Me reclama.
Entro inmediatamente a mi oficina y cierro la puerta detrás de mi mientras que siento como mis ojos se cristalizan —Eso es lo que llevo haciendo este último año, tú no tienes idea de lo que tengo que hacer para conseguir el dinero— Expreso triste.
—Pero no estas nunca con él y te necesita, ¿acaso crees que no le duele no verte? Además, es tu hijo, no el mio—
—A mí también me duele, pero no tengo otra manera de conseguir el dinero que necesitamos. Te pido un poco más de tiempo, puede que con este último trabajo consiga lo que hace falta, solo ten paciencia por favor— Insisto.
—Está bien, sigue con tus cosas mientras que yo cuido de él, a veces pienso que no te importa Bautista— Sentencia y concluye la llamada mientras que por mis mejillas caen lagrimas que se han vuelto costumbre.
Me siento en la silla de mi escritorio, y mientras que las lágrimas caen, veo de manera borrosa la información de mi próxima víctima;
Cian Urquiza, 35 años, dueño de IZA Hotels & Resorts, comprometido con Sofía Garza.
«Lo siento Cian, pero haré lo que sea por mi hijo» Pienso y sé que, para encontrar su punto débil, debo investigarlo un poco más a fondo.