Nuevamente, amaneció, un nuevo día iniciaba en la ciudad de San Francisco, California. Finn iba en camino hasta su trabajo, caminando, para recibir el sol de la mañana y relajarse de todos sus pensamientos, las caminatas últimamente le estaban resultando provechosas, se sentía rejuvenecido, tranquilo, su estrés había disminuido y se lo reconocía a las caminatas, aunque en eso también estaban influyendo Mary y Gabriela, siendo esta ultima la que más hizo parte de sus últimas liberaciones sexuales. Tal como lo habían previsto, Finn llegó a la tienda una hora más temprano y allí estaba Gabriela, viéndose totalmente apetecible como siempre, no se miente cuando se dice que esta mujer está demasiado buena, roba miradas y causa suspiros en los hombres que logran conocerla. Gabriela le saludó