Los primeros rayos de sol de aquel frío mes intentaban acceder a la habitación. En el exterior se empezaba a escuchar los tímidos sonidos de aquella ciudad que, poco a poco, iba despertando. Mary pensó que no deberían ser más de las seis de la mañana, que era demasiado temprano para levantarse y que al ser domingo podía ronronear un rato más entre las sábanas de la cama. Cerró nuevamente los ojos y se acurrucó en una esquina intentando hacerse pequeñita para que el despertar no le atrapara. Finn aun dormía, o eso pensó en aquel momento. Sin apenas saber cómo, Mary notó como se aproximó a ella, acurrucando su cuerpo desnudo junto al de ella. Esta sintió el calor que éste emanaba y como su respiración profunda, ya muy cercana, se resbalaba a tocar de su nuca. Una inmediata erección se hiz