River
La situación con Lobo Gritón no estaba saliendo como se había planeado y River no estaba seguro de qué hacer con eso. Mientras estaba sentado en su escritorio, revisando los informes de sus guerreros de la patrulla fronteriza Omega, quedó claro que iba a tener que mostrar algo de fuerza para conseguir que los locos del norte dejaran de presionar en sus territorios. Brett había estado vigilando cuidadosamente las cosas, y aunque ciertamente era adecuado en esa posición, River estaba deseando recuperar a su verdadero Beta, Allen, dentro de unas semanas, cuando Sam y el bebé Simpson se hubieran asentado en la rutina.
La puerta de su oficina se abrió y su madre, Patricia, entró con una gran sonrisa en la cara y lo que parecía ser un gran sobre blanco en sus manos.
—Hola, cariño —dijo con una voz cantarina que le hizo pensar. Algo pasaba y River no estaba seguro de querer saber qué era.
—Hola, mamá —saludó mientras ella se sentaba en uno de los sillones de cuero frente a él—. ¿Cómo estás?
—Estoy muy bien —respondió ella, con esa sonrisa que seguía brillando en su bonita cara. Tenía algunas arrugas más que hace unos años, cuando River se había hecho cargo de este puesto y él tuvo que responsabilizarse de ello ya que ella había tenido que continuar con sus responsabilidades de Luna, pero era bueno verla sonreír.
—¿Qué tienes en las manos? —preguntó, mirando el sobre.
—¿Qué? ¿Esto? —dijo ella, haciéndose la tímida—. Oh, nada. Es solo... una invitación.
River gimió por dentro y por fuera.
—Mamá, sabes que no voy a ir a un Baile de la Diosa de la Luna, ¿verdad? De momento, no voy a ningún sitio —afirmó. Miró los informes que tenía sobre su escritorio. La idea de ir a cualquier sitio cuando tenía un asunto tan importante que atender no le gustaba.
—Oh, no seas tonto —comentó su madre, soltando el sobre con una mano para dar un manotazo en su dirección, aunque no estuvo cerca de golpearlo—. Esa estúpida manada lleva causando problemas desde hace mucho tiempo, y seguirán haciéndolo durante muchos años. No, escucha, no es un baile, pero es igual de bueno —declaró deslizándole el sobre por la mesa, dejándolo junto a su pila de papeles y luego retiró la mano con una sonrisa.
Lentamente, River tomó el sobre y lo miró. Aunque estaba dirigido a él, ella lo había abierto, lo que no le sorprendió. La etiqueta del remitente le llamó la atención.
—¿Michael Knight? —inquirió. No recordaba la última vez que el Alfa de la manada de Lobo Veloz se había puesto en contacto con él para algo. ¿O todavía era el Alfa? Técnicamente, ahora era su hija la que dirigía la manada, pero estaba bastante seguro de que a Ellie, una mujer a la que nunca había conocido pero de la que había oído hablar mucho, le gustaba que se refirieran a ella como Luna.
Sacó el papel del sobre y lo miró, observando lo extraño de los colores. Al leerlo, casi se rió a carcajadas.
—¿Un torneo? —preguntó—. ¿Qué somos? ¿Un grupo de gladiadores?
—Claro, ¿por qué no? —preguntó Patricia con una risita—. Oh, vamos, hijo. Será divertido.
River sacudió la cabeza. Parecía que los alfas de las seis manadas más cercanas a Lobo Veloz habían sido invitados. El torneo duraría una semana, y habría tres competencias. Aunque todos sonaban divertidos, no estaba tan seguro del premio: la mano de Ellie Knight en matrimonio y la unión de las dos manadas como una sola que la nueva pareja gobernaría conjuntamente.
—Mamá —comenzó River, dejando el sobre a un lado—. Esto no parece ser lo mío.
—¡Vamos, River! Hemos hablado de esto, ¿recuerdas? Esta es tu oportunidad de encontrar por fin una mujer que te ayude a liderar nuestra manada. Simplemente no hay una candidata más calificada viva, y ya que te niegas a encontrar a tu pareja predestinada o a buscar a alguien de quien puedas enamorarte, ¿por qué no un matrimonio por contrato? Por lo que he oído, Ellie Knight es una mujer hermosa. Es inteligente y una maravillosa líder. Es claramente la mejor mujer para el trabajo. Y... no me estoy haciendo más joven.
Ahí estaba... el chantaje emocional que sabía que iba a llegar. No es que su madre no fuera justificada en nada de lo que tenía que decir. No podía culparla por estar cansada.
—Mamá, no creo que ahora sea un buen momento.
—¿Cuándo será un buen momento, River? Tienes veintiséis años. Siempre habrá trabajo que hacer aquí. Siempre habrá algo con lo que puedas decir que estás ocupado. Es una semana. Brett y yo podemos encargarnos de todo lo que surja mientras tú no estás.
—¿No vas a ir conmigo? —inquirió. Las palabras salieron de su boca antes de que se diera cuenta de lo que estaba diciendo. Sonaba como un niño pequeño que no quería ir a una fiesta de cumpleaños sin su mamá.
Ella se rió de él.
—¿Quieres que yo vaya?
River se encogió de hombros.
—Quiero decir... es tu idea.
—Bien. Trinity puede manejar las cosas, estoy segura. Estaré más que feliz de ir. ¿Significa eso que vas a ir?
River tuvo que pensar en esto. Comprobando la fecha de la invitación, vio que faltaba casi un mes. Eso significaría que Allen volvería a estar de servicio y podría ir con él. Si no quería dejar a Sam y Simpson, ellos también podrían venir. La invitación decía que podía llevar hasta diez invitados. No se le ocurrían diez personas a las que quisiera llevar a algo así, pero sabía que algunos de los otros alfas tenían un buen séquito.
Había dos problemas con la posibilidad de competir en un torneo por la mano de una mujer. En primer lugar, River odiaba perder. La idea de dejar que cualquiera de los otros Alfas le ganara en algo no le gustaba. Dicho esto, ganar tampoco era especialmente atractivo. ¿Por qué querría casarse con una mujer que estaba dispuesta a casarse con quien ganara un torneo? Parecía que aunque ganara, perdería y si perdía... bueno, seguiría siendo un perdedor.
Su madre se acercó a la mesa y le cogió la mano.
—River, cariño, por favor, te lo ruego, hazlo. Deja de posponerlo. Tal vez Ellie sea la respuesta que ambos hemos estado buscando. Tal vez no lo sea. No lo sabremos... a menos que vayas.
Respirando profundamente, River asintió a regañadientes con la cabeza, consiguiendo un chillido de alegría de su madre. Tenía la sensación de que todos acabarían lamentando esto -especialmente Ellie Knight-, tanto si River ganaba como si perdía.