When you visit our website, if you give your consent, we will use cookies to allow us to collect data for aggregated statistics to improve our service and remember your choice for future visits. Cookie Policy & Privacy Policy
Dear Reader, we use the permissions associated with cookies to keep our website running smoothly and to provide you with personalized content that better meets your needs and ensure the best reading experience. At any time, you can change your permissions for the cookie settings below.
If you would like to learn more about our Cookie, you can click on Privacy Policy.
—Así que realmente la anciana se pudre en dinero—expreso Amber cruzándose de brazos al ver la imponente residencia en la que vivía la anciana que para bien o para mal nos había ayudado sin pedir nada más que una miseria de renta que en realidad no le beneficiaba en lo absoluto. —¡Amber!—volvió a quejarse mamá, por enésima vez y es que Amber no dejaba de quejarse prácticamente de todo lo que estaba a su alrededor, incluso por la brisa que tocaba su piel o el aire que respiraba, aunque en eso de tener que respirar un aire que olía a brisa marina y a mariscos era un olor sofocante que no sabia cuando podría pasar desapercibido, pero de ahí en fuera yo también pensaba que mi hermana exageraba un poco, pero aun así, tanto Elsie como yo soltamos un par de carcajadas por tan buen argumento. La