Nuestra primera noche viviendo de Thanet fue una experiencia que nunca olvidaríamos y es que dormir con una ventana rota con la brisa fría del mar, no fue precisamente agradable, a pesar de que habían llevado nuestras cosas de la casa del tío Bernard, así como nuestras camas y nuestras cobijas.
Nunca entendí la definición de frío hasta que llegamos a ese lugar, solo rogaba porque la promesa del tío Bernard de reparar la ventana al siguiente día, fuera real o de lo contrario tendría que dormir con la chimenea encendida.
—Buenos días, Maryam—expreso mamá cuando me levante cerca de las ocho de la mañana para ir al baño. Ella estaba sentada en la pequeña estancia, con el cuerpo cubierto con una manta gruesa, así como una taza de café en sus manos para calentarse un poco—¿Cómo dormiste?
—No
