Darius era un hombre peligroso cuando se trataba de dar lo mejor de si mismo en la cama. Cuando de s*x* se trataba, se volvía una bestia sedienta e insaciable qué casi ninguna chica habían logrado domar a excepción de una, el único problema era qué aquella mujer en realidad hoy en día lo odiaba o al menos se había vuelto su enemiga debido a un mal entendido que había dejado a Darius mal parado y humillado ante esa chica.
Habían pasado diez años desde aquella mala situación y había visto a esa chica en ese tiempo al menos unas cinco o seis veces y Helena, la chica que alguna vez había sido su novia en la universidad, no había dudado en demostrarle cuando lo odiaba en todas esas ocasiones, por lo que Darius también comenzó a odiarla al no permitirle pedirle una disculpa y comportarse como una loca.
—¡Si, dame más!—gemia la mujer que estaba en la cama de Darius, era una bella rubia de curvas pronunciadas qué tan solo con ver a Darius entrar al bar, había decidido qué ese hombre sería suyo.
La embestidas de Darius eran firmes y rítmicas, ocasionando qué entre sus cuerpos se escuchara una especie de choque gracias a la humectacion de la v*gina de esa chica. Estaba tan húmeda qué había comenzado a manchar las finas sábanas, pero para Darius esa era una señal de que estaba haciendo bien su trabajo.
—¡Espera, por favor! —suplicaba la chica de rubios cabellos mientras trataba de sostenerse lo más fuerte posible de las sábanas para poder aguantar el placer qué Darius le proporcionaba en ese vaivén.
—Lo siento pequeña—pronunció Darius con una sonrisa perversa—No puedo detenerme ahora.
—¡Por favor!—insistió, pero en ese momento ella había llegado a su clímax, su v*lva palpitaba al ritmo en que el p*ne de Darius explotaba llenando con sus fluidos la punta del preservativo.
La chica delante de él, soltó un gemido sonoro luego de que el *rgasmo qué Darius le había causado comenzara a bajar su intensidad hasta que solo tenia la sensación entre las piernas, eso y el p*ne de Darius, el cual enseguida saco cuando este comenzaba a perder firmeza.
—!Diablos muñeca! —se quejo Darius mientras miraba el fino reloj de su muñeca—voy a llegar tarde gracias a ti.
Mientras Darius se retiraba el preservativo, la sexi rubia sobre su cama se cubrió con la sabana toda arrugada a su lado, mostrando una sonrisa satisfecha y al mismo tiempo feliz, no había hombre en la tierra qué la cogiera como Darius lo hacía y aunque sabia que era un mujeriego sin remedio, ella volvía solo por el s*xo.
—No vayas, tesoro—lo animo mientras le hacía un espacio para él en la cama, a su lado, pero Darius la miro con cierta molestia.
—Lo siento, esta noche no muñeca—declaró mientras caminaba desnudo hacia el baño y de ahí a la ducha.
La sexi rubia de nombre samantha, se sintió un tanto frustrada de que a Darius le interesara más los negocios y por supuesto, las cenas y todo tipo de eventos de caridad, aunque no precisamente con el propósito de ayudar a los menos afortunados, sino porque en esas fiestas conocía a gente importante, políticos y otros empresarios porque deseaba hacerse de buenas amistades que le brindarán sus influencias para sus propios proyectos y esa noche no era la excepción.
—¡Maldición! —vociferaba Darius mientras intentaba abotonarse la camisa luego de un baño de cinco minutos solo para refrescarse y quitarse el olor a s*xo de su m*****o.
—Por favor, cariño quédate conmigo—le suplicaba la joven—sabes que no suelo venir a la ciudad, esta es mi última noche aquí.
—No digas tonterias—le exteriorizo Darius frunciendo la ceño mientras salía del baño. Ya lucia un traje n***o elegante y listo para irse a una cena de recaudación para una reserva de animales de circo abandonados, por supuesto nada de eso le interesaba, pero era importante ir esa noche—ya hicimos lo que queríamos hacer, ahora debo irme. ¿Vendrás el próximo mes, no?
La chica, aun en su cama se cruzo de brazos, era cierto qué iba cada mes a la ciudad, pero no siempre iba sola, sino que aveces su esposo decidía ir con ella para pasar tiempos juntos.
—Te aviso si puedo venir a verte—declaró la chica decepcionada y resignada a ser siempre tratada así por Darius.
Le dolía qué él nunca le hubiera propuesto nada, que solo fuera la chica con la que cogia y ya, pero nunca nada serio, ninguna cita, ninguna flor o algún otro obsequio o algo que le dijera que Darius sentía algo más que solo atracción se*ual por ella, pero aquel mal trato ella misma se lo había ganado, al permitir desde la universidad qué Darius la cogiera sin hacer el más mínimo esfuerzo que sacar su pxne, pero no había nada que ella pudiera hacer, más que seguir soportandolo si es que quería seguir cogiendo con él o simplemente abandonarlo sin despedirse, después de todo a Darius no le importaría si ella no acudía a sus citas de cada mes, porque él tenia más chicas con las cuales satisfacer sus deseos.
Darius tomo su billetera, que sabia que necesitaría esa noche y luego tomo sus llaves.
—Cierras antes de irte—le dijo confirmandole una vez más que para él, Samantha no era nadie en su vida, al menos no alguien que pudiera valer la pena, de hecho, samantha dudaba qué existiera alguien así, aunque en ese momento, pensó en una chica, la única que había causado un comportamiento completamente diferente en Darius.
Cuando estuvo con ella, Darius había sido otro hombre, alguien más caballeroso, un hombre comprensivo y también atento a las necesidades de esa chica, pero justo Samantha se había interpuesto en esa relación y desde aquel entonces Darius la había tratado como basura, pero ella seguía viniendo con la esperanza de que él se enamorara, pero eso nunca pasó.