Capítulo 2

1470 Words
La servidumbre que mantenía Chawton Park tan hermosa, había servido en ese sitio durante muchos años, por lo que todas habíamos convivido con ellos desde nuestra infancia. Era difícil verlos muy ansiosos y temerosos de que el tío Henry decidiera despedirlos o incluso vender la propiedad, ya que era una de las pocas mansiones antiguas que aún conservaba parte de sus objetos originales, así que su valor en el mercado era bastante alto. Todos ellos se formaron en el vestíbulo para recibir a los nuevos dueños, vestían elegantes uniformes negros, cosa que solo solían lucir en ocasiones especiales como una fiesta o navidad, pero no sabían que era lo que el tío Henry depararía para ellos, así que supuse que había optado por prepararse y esperar lo mejor. Amber estaba ahí y en su mano sostenía el brazo de mi pequeña hermana Elsie, la princesa de la casa y, por lo tanto, la más consentida. Mientras mi padre aún estaba con vida, nadie le había prohibido nada en esa casa, podía romper un jarrón sin sufrir consecuencias o incluso tirar la tierra de una maceta sobre una costosa alfombra sin recibir un castigo, pero sin él ahí, la corona que portaba también había desaparecido. Amber se había encargado de que Elsie dejara de comportarse como una niña consentida y comenzara a ver la realidad de la vida. No teníamos dinero y tampoco un hogar, no teníamos nada por mucho que nos doliera. Mama y yo nos situamos al lado de Amber y Elsie, mi hermana menor tenía algunas telarañas en la cabeza, así que intuí donde diablos se había metido todo este tiempo “El lugar secreto” La casa era muy vieja y grande, por lo tanto, tenía muchos escondites secretos que durante varias guerras habían servido de refugio. Uno de ellos lo había encontrado mi padre y algunos restauradores mientras trabajaban en los tapices del lado oeste de la casa, el escondite estaba situado detrás de la chimenea y cuando mi padre termino de trabajar en él, Elsie lo uso de refugio. El ama de llaves finalmente abrió la puerta para permitirles la entrada al tío Henry y su esposa, la nueva señora Bristol. El tío Henry tenía algunos rasgos muy parecidos a nuestro padre, como el cabello ondulado, la altura y la barbilla, así como el color de ojos, pero solo eso. En cuanto a su aspecto, vestía un elegante traje blanco que combino con una camisa azul, algo que mi padre jamás usaría, ni siquiera en una fiesta, él había sido un hombre más sencillo, pero el tío Henry venía de New York así que era un hombre mucho más refinado. Su esposa tenía el cabello marrón ajustado a un moño en su cabeza, de mirada ambiciosa y algo pretenciosa. Primero observo el vestíbulo y sus detalles antes de mirarnos a nosotras, entonces sonrió, pero intuí que esa sonrisa era la única que veríamos por parte de ella, quizás era su manera de sentir lástima por quitarnos nuestro hogar. —Henry—dijo mi madre sutilmente mientras le extendía la mano al tío Henry, pero él, en un acto imprevisto la abrazo y le dio una palmada en la espalda. —Lamento mucho no haber podido venir al funeral—se disculpó casi de forma sincera, no lo conocíamos así que supe si de verdad sus palabras eran honestas—debió ser muy difícil para ti y tus hijas. —Lo fue—musito mi mamá aguantando las ganas de llorar, se escuchaba en su voz. De pronto ese aire melancólico que había generado las palabras de aquel hombre se disiparon cuando su mirada se elevó hacia el techo del vestíbulo, el que papa, había restaurado el año pasado con ayuda de algunos empleados del museo. El tío abuelo había quedado muy satisfecho con el trabajo que habían realizado y al parecer el tío Henry también. —Parece que mi hermano estuvo muy ocupado con la casa ¿No es así? —Así es—respondió mi madre forzando una sonrisa, tal vez esperaba otro tipo de empatía, pero por lo visto el tío Henry no era así, no era como mi padre. —Mi hermano nunca debió dejar su trabajo de restaurador en el museo—indico casi decepcionado, pero quizás no tanto, ya que su talento en realidad no se había desperdiciado—pero el viejo Bristol siempre fue bastante egoísta. Amber me dirigió la mirada y ese simple gesto basto para deducir que le había molestado ese comentario, era claro que no había conocido al tío abuelo como nosotras, pero no íbamos a ponernos a discutir con él estando nuestra madre presente y aunque no lo estuviera, éramos demasiado educadas para hacerle frente a un hombre sin empatía como él. —Henry, me gustaría hablar contigo, me gustaría presentarte al ama de llaves para que hablen sobre como se administra la casa—sugirió mi madre con prisa, tal vez con el objetivo que de se interesara más por la casa en vez de seguir haciendo comentarios hirientes. —¡Oh, no, por favor!—dijo haciendo un gesto con las manos—acabamos de llegar, ha sido un viaje largo, así que nos gustaría más bien descansar y comer algo. —Entonces ordenaré que preparen la mesa—indico mi madre sin mucho ánimo, pero obligada a atender a los dueños de nuestra casa— tal vez podamos hablar después de la cena. —Preferiría que fuese mañana, hoy nos gustaría dar un recorrido y averiguar si hay alguna zona que necesite de nuestra especial atención—expreso casi en una orden, entonces mi madre le dirigió la mirada al ama de llaves, la señora Miller y le asintió con la cabeza dándole a entender que de ahora en adelante debía obedecer las órdenes del tío Henry. —Por supuesto, el ama de llaves los guiará cuando gusten ir, pero antes. ¿Desean pasar y tomar el té con nosotras?—expreso mi madre sin siquiera avisarnos de que estábamos obligadas a convivir con ellos. Amber abrió los ojos de par en par, sorprendida y Elsie simplemente hizo un leve movimiento con la cabeza de que no estaba dispuesta a ir. —Oh si—dijo el tío Henry acercándose a nosotras, fue como si tuviera una venda en los ojos y recién se la hubiese quitado para poder vernos—las hermosas hijas de Albert, si no mal recuerdo, sus nombres son: Ambar, Chelsie y Marianne. —En realidad son: Amber, Elsie y Maryam— le corrigió mi madre un poco apenada, pero tanto yo como Amber y la pequeña Elsie, sabíamos que el único que debía mostrarse apenado por ni siquiera tomarse la molestia de aprender nuestros nombres, era él. —Oh, lo lamento, no soy muy bueno recordando nombres, pero mi esposa es muy buena para eso. Les presento a mi esposa, Olivia—la puso frente a nosotras muy orgulloso de tener a esa mujer como esposa, por supuesto, por mera cortesía nos dignamos a darle la mano, pero seguía sin agradarme esa mujer a pesar de que relajo un poco sus facciones y nos sonrió. —Un placer—se dignó a decir—pero me temo que vamos a tener que negarnos por esta ocasión, queremos saber que tan conservada y restaurada se encuentra la casa. Amber rodó los ojos después de escucharla hablar, era claro que no estaba ahí por mero placer, sino para saber más sobre la casa, quizás para ver la opción de venderla. —Por supuesto—dijo mi madre asintiendo con la cabeza. Entonces el tío Henry y su esposa fueron guiados por el ama de llaves hacia el pasillo del lado derecho para comenzar su recorrido como si nuestra casa fuese un museo, entonces cuando se fueron de nuestra vista, todas soltamos un suspiro y me pareció que incluso los empleados que estaban ahí para recibir a los nuevos dueños se unieron a nosotras. —¡Es increíble!—se quejó Amber cruzándose de brazos mientras los empleados rompía fila y volvían todos a sus actividades— ni siquiera menciono el funeral del tío abuelo y se atreve a tomar pasearse por su casa como si ya fuese suya. —Chawton Park ya es suya—le recordó mama. —Pero… ¿Cómo ese hombre puede echarnos de aquí?—replico Elsie con los ojos llorosos, ella no había llorado así desde el funeral de papa. —Sé lo que sientes, pero no podemos hacer nada al respecto, él ahora es el dueño y nosotras no podemos quedarnos aquí—dijo mi madre tratando de tener tacto con ella y ser directa al mismo tiempo, ella ya era lo suficientemente grande para entender que había cosas que no podíamos evitar.
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