Prólogo.
Cuando todo comenzó era uno de los momentos más felices pero más tristes a la vez.
Mi madre siempre trabajó para darnos todo a mis hermanas y a mí, teníamos una casa un techo, teníamos poco, pero también teníamos todo.
Un día mi madre llegó feliz a decirnos que nos íbamos de vacaciones, unas vacaciones que tanto queríamos todas.
—Empaquen, nos vamos en una hora—dijo mi madre.
—¿Cómo es eso?—preguntó mi hermana mayor
—Mi jefe nos invitó—contestó ella feliz, pero algo insegura
Mi hermana menor me miró, sin embargo, yo solo sonreí y me fui a hacer maletas.
No sé por qué, pero empaque mucha, mucha ropa interior, shorts, vestidos y pocos pantalones, ¿A dónde íbamos? Quién sabe, pero era primavera.
La verdad estaba intrigada por conocer al jefe de madre, nunca habló mucho de él, solamente que tenía dinero y pagaba bien, aceptamos que no quisiera hablar sobre eso, las personas solemos tener diferentes gustos y si él no quiere eso bien se respeta.
»En ese tiempo era una adolescente, no sabía ni lo que quería estudiar, pero ahí estaba con 17 empatizando con las personas, que conste fueron los valores que me inculcaron desde pequeña.«
Unas camionetas llegaron con nosotros, pensé que íbamos a ver al jefe ahí, pero nadie se bajó, unos hombres tomaron nuestras maletas y las subieron a las camionetas, al parecer mi mamá los conocía creo que les sonrieron y nos subimos a ellas.
Me tocó irme en una camioneta sola, que triste ninguno quería hablar, así que mire por la ventana, mirando pasar las casas, las personas, mientras conducían, saben los bellos que se ven los árboles cuando el viento sopla, parecen que bailan alegres por esa brisa que yace sobre ellos.
En algún punto debí de haberme dormido, sentí que las manos de alguien me movieron, desperté y abrí los ojos.
—Llegamos niña, bájate rápido—dijo el hombre que me movió.
—Oh, si ya voy
Me bajé como me lo pidieron y caminé hacia él que parecía un restaurante, entre estirándome, no sé cuánto tiempo pase dormida, pero me siento entumecida.
—Ella es mi hija, la del medio—dijo mi madre cuando me vio llegar
—Hola—dije en medio del bostezo
—Comportarte quieres—me dijo mi madre en cuanto llego a mi lado
Es bueno interesante el lugar, había muchas botellas de diferentes tequilas, marcas que no conozco, tenían diferentes tonalidades de café, algunos eran blancos, bueno transparentes.
—Esos son muchos tequilas—dije no tan fuerte
—Lo son—contestó una voz
—Nunca conocí esas marcas—dije en voz baja
—Son mías, para mí, para mí uso
—Impresionante.
Me di la vuelta y ahí estaba un hombre entre sus 25 ‘s tal vez en sus 26’ s, su mirada me daba miedo, sus ojos eran oscuros atemorizantes, imponente, tal vez con maldad.
Me quedé callada y me senté en una silla, eso es lo que me dijo su mirada, eso es lo que me transmitió sin contar el frío que tenía sobre mi cuerpo que hace unos segundos moría de calor.
—Llegó el transporte—dijo aquel hombre
Todos corrieron detrás de él y yo me quedé ahí, mirando a unas personas que a simple vista no conocía.
Pero lo era, los conocía y bien nuestras tías, pero había una persona que no debería de estar ahí, mi abuelo, él había muerto hace muchos años, me estaba volviendo ¡Loca!. Pero no solo era eso me habían dejado, me dejaron ahí, saludé a mis tías, no estaban tan feliz de verme, pero una de ellas sí.
Me acerqué a pedirle ayuda, las camionetas eran conocidas y era imposible no verlas.
—Tía ¿Puedes llevarme? Mi mamá se fue hace poco.
—Acabamos de llegar—contestó una desconocida
—Bueno, puedes prestarme tu teléfono, no tengo crédito en el mío—le dije
Estaba a punto de dármelo cuando llegó mi madre, su cara gritaba no digas nada o ya verás y si algo se es que debo obedecer cuando tiene esa cara.
Mi tía me puso dinero en la bolsa sin que nadie la viera y caminé con mi mamá, fue un camino con un silencio incómodo.
—Mi abuelito no debería de estar ahí—dije al fin llenando ese silencio
—Déjate de cosas—me contestó
—Lo siento, no debí quedarme, pero todo pasó muy rápido.
—No debiste hacerlo, el jefe se enojó—me dijo abrazándome
—Perdón—volví a decirle —¿Está lejos de aquí a dónde iremos?—le pregunté mientras seguíamos caminando
—A unas cuantas cuadras, es una playa privada
—¿Es bonita?
—Sí, te va a gustar
—Nunca había visto la playa
—¿Lista?—me dijo
Entramos en un callejón y cuando cruzamos por él, había una playa hermosa.
Mi cabello ondeó con libertad, wow era tan rica esa sensación, me quité los zapatos y sentí la arena en mis dedos. Seguí a mi mamá hasta llegar al agua, era tan clara que podía observar un poco de todo, cangrejos y unos cuantos peces miniatura.
El lugar estaba lleno de gente en trajes de baño y lujos yates que parecían estar transportando a las personas a algún lado.
Seguí a mi mamá, cruzamos por un sendero y después llegamos a una playa más tranquila, tenía una construcción medio extraña, parecida a una barra con cosas y cámaras, un poco ocultas, pero yo las podía ver.
Me quedé sola y todos se habían ido, había un señor no dejaba de verme, pero seguía haciendo lo suyo sea lo que sea. Pensé que sería una playa privada, era claro que no era completamente privada, el señor ese estaba ahí y bueno debería de ser uno de los invitados porque si no los guardias lo deberían de sacar, no sé la verdad me siento perdida.
A lo lejos podía observar algo en la arena, siempre he sido una persona curiosa, en el mar pude ver a mi hermana mayor nadando, así que me acerqué poco a poco, tratando de despistar que aquella cosa en la arena me interesaba.
—¿Quieres algo de tomar?.
—¡Dioses!— grité —Pero qué susto.
—Vamos muchacha, sea lo que veas no te acerques.
Me jalo del brazo y me llevo adentro de la casa, quise protestar, pero el rostro de la señora parecía decir no preguntes y calla, bien esto no me está gustando nada era claro que iba a hablar.
—¿Me está secuestrando?.
—Te estoy salvando del peor error de tu vida.
—No entiendo.
Se comienzan a escuchar balazos, gente gritar, no se que tanto más.
—¡Mierda!.
—¿¡Que está pasando!?.
—No hay tiempo de preguntas ¡Corre!.
—¡Este viaje no es divertido!.
No lo dude joder, si ella me iba a salvar de eso, corro todo lo que quiera, en las películas siempre giran a mirar atrás, siempre pasa algo malo, no mire atrás y aun asi paso, una bala entro y salió por mi hombro.
Grite, grite, pero no deje de correr, la señora maldijo de todas las maneras posibles, salimos a un techo y un helicóptero nos esperaba, prácticamente me empujo y se subió ella.
Partimos.
No sabía qué estaba pasando, estaba llorando del dolor, estaba preocupada por mi familia, mi hermana mayor estaba nadando, mi madre no se donde estaba, mi hermana menor, dioses mi hermana menor.
—¿¡Qué mierda está pasando!?.— grito desesperada
Más de la mitad de mi ropa estaba empapada de sangre y mi vista se estaba volviendo borrosa, tengo miedo, demasiado miedo de lo que está pasando y lo que va a pasar.
—¡Hey! ¡Hey no te duermas!.
Lo hice, perdí el conocimiento, la adrenalina estaba bajando, el dolor aumentando y la sangre seguía saliendo, asi que no había manera de mantenerme despierta.
Abrí poco a poco los ojos para acostumbrarme a la luz, el hombro me dolía a horrores, las imágenes de lo pasado llegaron como tormenta.
—Despertaste niña.
—¿Y mi familia?.— pregunté a punto de llorar —¿Murió?.
—Mi nombre es Tabita.
—Ana— conteste rápido —Por favor.— suplique.
—Desde el instante en que recibiste esa bala tu familia dejo de serlo.
—¿Qué está pasando? ¿Por qué me dice eso?.
—Porque quien disparo esa bala es alguien de tu familia, alguien quien se alió contra ti.
—¡Eso es mentira!— grité
La sinceridad de su mirada era tan clara, la señora Tabita no mentía y ahora entendía el porqué de este viaje, el porqué se sentía diferente, el porqué fui en un lugar por separado y el porqué él “jefe de mama” estaba molesto por quedarme atrás.
—¿No miente verdad?.
—No— dijo sería
La miré.
La miré otra vez.
Y otra
Y otra, hasta qué…
—¿Que pasara ahora?.