Muchas horas antes Karl Weiber aterrizó en el aeropuerto de Sharm El Sheik a la medianoche en punto. No le agradaba que sus hombres no hubiesen logrado terminar con Santini y la magistrada, los doce del comando se habían hecho aniquilar por un solo hombre, según lo que pudo ver en el video registrado por el satélite. Había sido astuto Santini al tomarlos por sorpresa, era evidente que había perdido a varios hombres, pero la salida los había salvado. Vio la escena de su loca carrera hasta el interior de los muros del Monasterio, no quería fallar. Por eso había tomado el primer vuelo directo a Egipto para formar parte de las operaciones. Al pequeño helicóptero lo tomó en la pista, evidentemente el dinero gastado por algunos influyentes exponentes del Gobierno egipcio habían dado buenos resu
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