Monasterio de Santa Catalina, 09.30 horas
Antes de llegar a los muros de la fortaleza había un osario, un pequeño edificio en el que eran conservados los huesos y cráneos de los monjes que quedaron muertos a causa de los ataques durante la dominación árabe y antes de la bendición Mahometana; a su derecha un pequeño oasis ofrecía un poco de sombra, se sentaron en una piedra bajo un gigantesco árbol que provocó una variación térmica que hizo estremecer la espalda de Santini. Muy pronto, sin embargo, se dio cuenta que ese estremecimiento no era dictado por el frío sino más bien por una sensación de peligro, esa indefinible percepción que las mujeres llamaban sexto sentido, algunos, poderes sensoriales, otros clarividencia. Santini lo llamaba instinto de conservación. Lo percibía no como alg
