Sharm El Sheik, 02.30 horas
Los seis hombres del comando estaban listos, habían recibido órdenes claras y había llegado la hora de seguirlas. Apostados en el techo del Hotel Oberoi solo esperaban el momento indicado. En ese preciso instante el jefe del comando ordenó.
-¡Ahora!
Al unísono se descolgaron del techo ayudados por robustas cuerdas, bajaron hasta el primer piso, frente a las habitaciones ocupadas por Santini y compañía. Llegando a la altura de las ventanas, empezaron a disparar miles de disparos de ametralladoras. El estruendo, unido al retumbo que ampliaba el efecto, rompió la calma de la noche. Los vidrios fueron destrozados, un millar de fragmentos de vidrio volaron hasta la piscina de abajo, otras se estrellaron en las habitaciones, clavándose en las paredes, puertas y mue
