Fiscalía de la República de Roma, 02,40 horas Nunca habría pensado que la Gendarmería Vaticana estuviese organizada con una actitud militar de aquel tipo. En el restaurante la Abogada pensaba lanzar una fuerte y clara señal: la ley soy yo. En cambio se había sentido presa en una trampa aterradora, aquella nube de gendarmes había sacado sus armas sin siquiera respirar, eficiente como la mejor Policía. Si hubiesen sido criminales, sus hombres habrían llevado seguramente la peor parte. Imaginaba que la Gendarmería era un Cuerpo de Policía fláccido y aburrido, en cambio había tenido que pensarlo de nuevo. De regreso en la Fiscalía, la Casoni había reunido, en la sala del tercer piso, su staff de la Policía Judicial. Del cual formaba parte su buen amigo el Capitán Baresi, el Comisario Ayala y