Punto de vista Salvatore
Los siguientes días pasaron de una forma extraña, no me aleje ni un solo instante de Violeta, también concentre mi atención en evitar a como diera lugar su búsqueda, quite cada cartel con su rostro que estaba pegado en cualquier sitio de la ciudad. Después de todo, solamente me interesaba cumplir con las peticiones de su padre, el gran señor Branson me encomendó que la cuidara, y eso haría.
No desaproveche un solo instante para hacerla mía, cada noche fue testigo de nuestra intensa pasión; la química que atraía nuestros cuerpos era tan grande, que era inevitable que pasara un solo día sin que ella se entregara a mí, o yo a ella.
Me había convertido en un fan de sus curvas, de su aliento, de sus labios, y sobre todo de sus preciosos senos.
Entre a su habitación y ella estaba frente al espejo peinando su precioso cabello castaño. La tome por la espalda y baje a su altura, me acerque a su rostro y le di un beso en la mejilla.
—¡Estás muy hermosa! Voy a ponerme celoso —Violeta se mordió los labios mientras seguía con la mirada fija en el espejo y resopló.
—¿Celoso tú? No lo entiendo, si soy tu prometida, y creo que no tendría ojos para nadie que no seas tú.
Sentí el calor de sus mejillas y suspiré, ella era la fantasía más maravillosa que cualquier hombre podía vivir, solamente la necesitaba a ella para sentirme satisfecho.
—Sí, ¡Eres mi prometida! —Respondí con entusiasmo —Hoy será nuestro compromiso oficial y nos casaremos en un par de meses.
Violeta soltó el cepillo de un golpe y negó con la cabeza.
—¿Tan pronto?
—¡Sí! Me encantaría que mi padre pudiera asistir a nuestro matrimonio, al pobre le queda muy poco tiempo de vida, y ese es su mayor deseo.
Violeta se giró sin darme aviso, su rostro quedó justo frente a mi entrepierna, y erizó mi piel.
—Pensé que tal vez podríamos esperar a que yo recupere la memoria, así sería más fácil casarme contigo.
Sentí un duro nudo atravesar mi garganta. Que ella recupere la memoria sería el peor suceso que podría pasar, pero… cuando su padre viniera por ella, muy seguramente esas cosas deberían suceder.
Acaricie su mejilla y la abrace para que se recostara sobre mi dorso.
—Mi amor, haremos lo que tu quieras, por ahora, vamos se nos hace tarde.
Violeta me dio un pequeño mordisco en la entrepierna y se puso de pie, yo quedé con la boca abierta, pues ese pequeño roce hizo que mi m*****o se levantara de inmediato, volviéndome loco.
—Vamos, no debemos hacer esperar a tu familia. —Violeta pasó por mi lado, inundando mis fosas nasales con su delicioso perfume, llevaba puesto un precioso vestido azul oscuro con un corte en la espalda y algo de escote en la parte de adelante, no era muy corto, pero si lo suficiente para que sus muslos perfectos se vieran incitadores.
Su cabello caía sobre su espalda, casi llegando hasta sus nalgas, el maquillaje que aplicó fue perfecto, pestañas largas y labios rojos, ¡Mi favorito!
Me fui detrás de ella como un cachorro sin dueño, a merced de lo que sus encantos me ofrecían. Era maravillosa aunque no fuera realmente mía.
Leonard nos estaba esperando en el auto, abrió la puerta de atrás para que ella entrara y en seguida lo hice, sin decir una sola palabra, tomé su mano y así nos fuimos en silencio por todo el camino. Pude sentir un poco sus nervios, pues su mano estaba sudando y se deslizaba por la palma de la mía.
Me giré para verla y ella estaba un poco sonrojada, como si la tensión se hubiera subido a su cabeza.
—¿Estás nerviosa princesa? —Le pregunté antes de bajarnos del auto.
—¡Claro! Es normal que lo este, es el nombramiento oficial de nuestro compromiso ¿Qué mujer no estaría encantada de celebrar este día? —Me dijo con un toque de sarcasmo. ¡¡Me imagino su felicidad!!
Nos bajamos del auto y al ingresar al salón de recepciones de la compañía de mis padres, había una cantidad de invitados, inclusive gente que yo ni siquiera conocía, me sentí demasiado nervioso por lo que pudiera suceder ese día, pues cualquier persona podría distinguir a Violeta y saber que era ella aquella chica a la que estaban buscando con desespero desde hace días.
Arreglé mi corbata y apreté la mano de Violeta, mientras nos deslizábamos por la gran alfombra roja que conducía a nuestra mesa, en la parte principal del salón y en donde nos esperaban mis padres.
Mi madre fue la primera en ponerse de pie al vernos.
—¡Santo Cielo! Pero que preciosa estás el día de hoy Violeta —Mi madre se acercó primero a Violeta y le plantó un par de besos, uno en cada mejilla.
—Muchas gracias, señora Antonella, usted también luce espectacular —Violeta respondió cortes.
—Hijo mío, pero tú no te quedas atrás ¿sabías qué se ven muy bien juntos? Hacen una pareja preciosa.
—Gracias madre ¿En donde está mi padre?
—Allí está esperando, el pobre se siente cansado , pero ele pedí que se quedara unos cuantos minutos más.
—Perfecto —Tomé de la mano a Violeta y me fui hacia la mesa de mi padre, efectivamente él lucia un poco agotado, con su rostro demacrado por la enfermedad, un par de ojeras implacables y con su tanque de oxigeno a su lado.
—¡Oh, padre mío! ¿Cómo estás? —Me puse de rodillas ante él para recibir su bendición y él me bendijo, al tiempo que sus labios me plantaron un beso en la frente.
—Increíble muchacho que ni siquiera en este estado te dignes a visitar a tu padre.
—perdóname, padre mío, he estado ocupado, pero ya estamos aquí —Levanté la mirada y señalé con mis ojos a Violeta, que estaba como petrificada viéndonos.
—Buenas tardes, señor
—Mucho gusto hija—dijo mi padre —Me llamo Thomas Bianchi, soy el padre de este joven que tienes aquí, es un buen tipo. Siéntate por favor.
Violeta, miró compasiva a mi padre y se hizo a su lado, le tomó la mano y se la acarició. Ambos comenzaron a hablar para conocerse un poco más.
Me levanté de los pies de mi padre, honrar su presencia me hacía sentir mejor, y con una sonrisa dejé que ellos dos conversaran mientras divisaba todo a mi alrededor. Me acerque a mi madre y la tome por el brazo.
—Mamá, has invitado mucha gente a esta reunión ¿Qué pretendes realmente?
—¿Qué pasa acaso? Somos una familia influyente en la ciudad, y tenemos demasiados conocidos, además en el mundo de los negocios, estos eventos son los que más nos conectan.
—Mamá, por favor, tú sabes que no me gustan este tipo de reuniones, estaremos un par de horas más y nos iremos.
—No hagas eso por favor —Mi madre me codeó —Mira quien esta allá, la pobre Dolores Stirling, ¡oh! Y viene para acá, ¿Qué le vamos a decir?
Rodé los ojos por tener que soportar ese tipo de encuentros. La desgarbada mujer se acercó a nosotros, su caminar era muy particular, ya que movía las caderas que no tenía, y su pelo perfecto se movía de un lado a otro, como si tuviera vida propia.
—Buenas, buenas los Bianchi, ¿Cómo están?
—Dolores —Respondí cortante, mientras que mi madre parecía que hubiera visto al mismo demonio tanto que se puso nerviosa y palideció.
—Dolores querida, ¿Cómo está tu padre?
La mujer rodó los ojos y movió sus dedos delgados señalándonos.
—Decepcionado de ustedes dos, porque nos quedamos esperando el compromiso, esta sería mi fiesta de compromiso contigo Salvatore, y te has comprometido con una don nadie ¿Quién es esa mujer? —Dolores miró con un profundo odio a Violeta.
—Ella, ella no es una don nadie, ella es mi prometida, y nos vamos a casar ¿Por qué? ¿Algun problema?
Dolores apretó los puños e hizo una mueca indeseable con su boca.
—Te vas a arrepentir de no casarte conmigo Salvatore.
—¿Qué? Pero si contigo no he tenido una relación, nunca hubo un consenso entre nosotros dos, nos hemos visto muy pocas veces.
Mi mamá se llevó la mano a la boca angustiada.
—Mira Salvatore —La mujer ahora puso la mano en su cintura —Yo siempre he estado enamorada de ti, y pensé que nuestro compromiso era en serio, inclusive busqué la unificación de tu compañía con la de mis padres, pero eres un desagradecido, desagradable, ve ¡cásate con esa don nadie! Pero después no regreses pidiendo clemencia, porque no la voy a tener.
—¿Qué? —Pregunté sorprendido —¡Estás loca!
Dolores nos miró de reojo como si quiera asesinarnos con sus ojos y se fue dejándonos un sin sabor.
—Ves madre, por eso no me gustan los matrimonios concertados.
—No te preocupes hijo —Mi madre me tomó del brazo —Tranquilo que ya hablare con sus padres respecto a su actitud.
—no soy un niño pequeño madre, que necesite que intervengas por mí, simplemente voy a casarme con Violeta sin importar las amenazas.
Me fui hacia donde estaba Violeta con mi padre y ellos conversaban amenos, a mi padre también le había encantado Violeta, cada situación de esas me hacía sentir como un perro miserable, pues nada de todo lo que estaba pasando era real, ¿Y como iba a hacer después?
Me acerque a los dos y los mire con amor, pues a los dos los quería inclusive a esa mujer que había llegado de la nada.
—¿Cómo están?
Violeta se giró y me sonrió
—Muy bien cariño ¿Y tú?
—Encantado, pero debemos saludar antes de irnos.
Mi padre frunció el ceño y me miró un poco molesto.
—¿Ya se van? ¿Cómo así? Mira la gran celebración que tenemos para ustedes dos, hay comida, música, regalos, y más tarde anunciaremos oficialmente su compromiso.
Sentí un escalofrío recorrer mi ser , y mi tic nervioso en el ojo apareció.
—Padre, es que Violeta se está recuperando de un accidente no se sienta por completo al cien por ciento, es importante que ella repose.
Violeta iba a decir algo, pero se retractó y me miró.
—Sí señor Thomas, no eme he sentido bien los últimos días.
Mi padre cabizbajo suspiró.
—¡Oh! Como lo siento, vayan entonces y saluden, que los vean por ahí, total los invitados son quienes van a disfrutar de la fiesta.
—Gracias padre —tome de la mano a mi violeta y la saque del lado de Thomas.
Comenzamos a recorrer el gran salón ante los ojos meticulosos de los invitados, inclusive ante la mirada perdida en odio de Dolores.
Las mujeres miraban con envidia a Violeta, y los hombres la admiraban con deseo, no era para menos, ¡Que preciosa era ella!
Comenzamos a saludar a todos los invitados que estaban allí, gente de la alta sociedad, amigos, clientes, proveedores, todos aquellos invitados por mi padre, pero de mi gente no había nadie. No estaban ni mis hombres, ni mi mejor amigo Jordano, ni nadie que me identificara como el rey.
Para todo el mundo, yo era un empresario más, que estaba haciendo un tour para saludar todo aquel que se atravesara por delante.
—Mucha gente vino hoy ¿Verdad? —Violeta me dijo apretándome el brazo, sintiéndose un poco nerviosa.
—No te preocupes mi amor, saludamos y nos vamos.
—Sí, me siento nerviosa por no saber quienes son todos.
—Ni siquiera yo sé quienes son —Respondí burlón.
Nos fuimos a dar el ultimo recorrido, cuando una rubia de ojos verdes se acercó a nosotros. Su apariencia era un poco de menos clase que los invitados en general.
Se quedó mirando profundamente a Violeta, como si ella la conociera de algún lado ¡Mierda!
La mujer tenía una copa en la mano y se acercó lentamente a nosotros.
—Hola—saludó a Violeta.
—Ho- Hola —Violeta titubeó
—Disculpe señorita ¿la conocemos? —La indague de inmediato.
Ella me miró de arriba abajo y sorprendida bebió de su copa.
—Tú eres Salvatore Bianchi, el CEO de la compañía en donde trabajo
—¿Ah sí? —La miré de arriba abajo, nunca la había visto en mi oficina, a decir verdad, no conocía a todo el mundo
—Si, soy Samantha, trabajo en el departamento de autopartes —Luego la muer dirigió su mirada a Violeta —¡y tú! Tú eres…
—Violeta Harrys, mi prometida —Interrumpí.
La mujer palideció confundida, y de nuevo miró a Violeta.
—Soy Samantha
Violeta se puso nerviosa y sacudió la cabeza
—No sé quien eres, no tengo memoria, lo siento.
La mujer la miró todavía más confundida, y de nuevo la atacó a preguntas.
—¿No me recuerdas? Soy tu amiga, tu gran amiga
—¿Eres mi amiga? ¿De dónde?
¡Mierda! Los vellos de mi piel se erizaron y posiblemente la tal Samantha me iba a hacer quedar mal, así que tomé a la señorita por el brazo y la corrí hacia un lado.
—Permíteme Samantha por favor
—¿Qué pasa? Déjame hablar con ella.
—¿Quién eres tú? —Le pregunté en un tono bajo para que Violeta no escuchara.
—Soy la mejor amiga de Mía, ella no se llama Violeta ¿Qué putas pasa con ella? O me dices, o llamo a la policía.
Rodé los ojos
—No se de que me estás hablando, estás confundida de persona, ella es Violeta Harrys, y es mi prometida, si no quieres quedarte sin empleo, sal ahora mismo de mi fiesta.
—¿¡Que!? Claro que no, necesito hablar con ella, usted la tiene secuestrada, drogada, que se yo.
—Baja la voz ¿Cuánto quieres?
—¿Me está comprando o comprando mi silencio?
—Sí —Asentí con una mirada irónica, Violeta estaba hablando con otra mujer que llegó a saludarla, y los nervios me estaban jugando una mala pasada, fue una mala idea venir al compromiso.
—No señor, usted pude ser mi jefe, pero ella es mi mejor amiga —Samantha sacó de su bolso su telefono y comenzó a mostrarme fotos suyas junto a Violeta ¡mierda!
—Es otra mujer
—¡Ay por favor! Señor Bianchi, no insulte mi inteligencia, es mi mejor amiga, no sé porque carajos esta con usted, pero le exijo una explicación, sé que ahora es imposible, pero nos vemos mañana, en su empresa a las 9 de la mañana, podemos llegar a un trato.
—Solamente puedo decirle Samantha que tenga mucho cuidado con lo que hace, o de lo contrario, se puede arrepentir.
—Wow, mi jefe amenazándome, dígame lo que quiera señor Bianchi, solo tenga claro que tenemos una cita.
Samantha se fue, sin nisiquiera despedirse de Violeta, yo regrese con mi prometida, y la mujer con la que hablaba también se fue.
—¿Quién era esa mujer? —Le pregunte
—Una de tus tantas admiradoras, ¿Qué paso con Samantha?
—Se equivocó de persona, ya le dije que no molestara más
—Esto cada vez es más raro —Violeta me tomó del brazo y miró a su alrededor —Me quiero ir por favor
—Claro que si mi amor, vamos a celebrar nuestro compromiso los dos solos, pero primero, debemos despedirnos de mis padres.
Nos acercamos a la mesa en donde estaba la gran matriarca y mi padre, explicamos que Violeta no se sentía bien y salimos del salón. Al hacerlo , mi alma volvió al cuerpo, y respire por fin. Estar en publico junto a ella era completamente estresante.
Leonard nos estaba esperando en el auto.
—Llévanos al gran ensueño
—Enseguida señor
—¿Qué es el ensueño?
—Un bar restaurante cariño, un lugar para nosotros dos.
Arrancamos sin mirar atrás, al día siguiente me esperaba un encuentro con la mejor amiga de Violeta, que de mejor, no tenía absolutamente nada.
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