Punto de vista Violeta
—¿Qué fue todo eso? —le pregunté a Salvatore, al ver como el auto iba a toda velocidad.
Salvatore me miró con algo de nerviosismo, y negó con la cabeza.
—Soy un loco sobreprotector y después del accidente que tuviste, cualquier cosa me da temor—Él me tomó de la mano, y le dio un beso sobre el dorso —No me gustaría que te pasara algo de nuevo. —Aseguró
Un grueso nudo se atravesó en mi garganta, y se plantó directo en mi estomago ¿Por qué él no se me hacía familiar?
Simplemente le esboce una sonrisa con la comisura de los labios, y fije de nuevo la mirada hacia la ventana, unos cuantos minutos más tarde, llegamos a su gran mansión, a lo lejos se veía una hermosa casa de paredes blancas, moderna y alzada en unos cuatro pisos, con grandes ventanales y una estructura que parecía sacada de un cuento de hadas.
A pesar de ser moderna, aun conservaba algunos matices de antigüedad, eso me hacía estremecer, en algún lado de mi memoria conservaba el recuerdo de una casa así, pero no estaba segura de si era la misma.
El automóvil condujo por un camino hasta llegar a la puerta, mis manos temblaban, hechas un manojo de nervios por no saber a que iba a enfrentarme.
Salvatore me miró y con su hermosa sonrisa me señaló la entrada
—Hemos llegado princesa, este es tu hogar.
—Gra- gracias —titubeé al hablar.
Él se bajó rápidamente del auto y se fue hacia el lado de mi puerta, la abrió y me ayudó a bajar.
—Sigue por favor
—Gracias —No era capaz de decir más palabras, al bajarme del auto y sentir el aura del lugar, una extraña sensación se apoderó de mí, era como si efectivamente ese fuera mi hogar, y yo simplemente me estaba rehusando a aceptarlo.
Mire todo de arriba abajo, cada detalle, cada pared perfectamente tallada, la fina decoración italiana, el precioso jardín y claro, los excéntricos diseños; por lo visto Salvatore era alguien con demasiado dinero.
—¿Te gusta? —Salvatore preguntó al ver mi cara de acontecimiento
—¡He! Sí, si me gusta, es muy grande ¿De verdad yo vivo aquí?
—Si princesa, esta es tu casa, ven, vamos, Rosita nos tiene listo desayuno.
—¿Rosita? —Pregunté confundida
—Nuestra ama de llaves princesa, esa mujer te adora
—¡Ah! —odiaba no recordar absolutamente nada, era como vivir en un limbo desesperante, era como no existir en este planeta.
Las puertas de la gran mansión se abrieron, y por dentro, era todavía más deslumbrante que por fuera, de fondo había una melodía de música clásica italiana.
La gran sala de estar era mágica, moderna y minimalista, solamente una gran sala de cuero fino color marfil, el piso encerado a la perfección, un par de cuadros decorando el espacio, y un fino bar.
Al fondo estaban unas inmensas escaleras talladas, que dirigían al segundo piso, imagino yo que allí también seria igual de excéntrico, me quede boquiabierta al admirar tanto lujo.
—¡No puedo creer que yo viva aquí! —Le dije asombrada
—Sí, aquí vivimos princesa, vamos a tu habitación—Salvatore me tomó de la mano, yo apenas me quedé viendo como su contacto me invadía, sin embargo, no me pude resistir, así que sin más, me fui de cabeza con él.
Salvatore me condujo por las escaleras hasta el segundo piso, allí, al fondo del pasillo, en la ultima puerta, se supone que estaba mi habitación.
—Sigue princesa, aquí es tu dormitorio.
Negué con la cabeza completamente confundida, ¿Mi habitación? Éramos pareja, debíamos dormir juntos. ¿Por qué yo dormía en otro lado?
—Gracias Salvatore —Al entrar, al fondo había una cama gigante, preciosa, con un espaldar blanco con bordes plata, y una fina lencería, rodeada por dos mesas de noche del mismo color.
Una gran ventana con finas cortinas, que solamente con rozarlas al tacto se sentía su tersura, y al fondo, dos puertas.
—¿Qué ahí allí? —Le pregunte.
Salvatore se fue hacia allí y las abrió.
—Aquí es el armario de tus cosas personales, y aquí el baño privado.
—Wow ¿Por qué nada de esto se me hace familiar?
Dirigí mi mirada hacia la mesa de noche y allí, había una lampara, a su lado un pequeño marco con una foto.
Éramos él y yo, mi corazón se sobresaltó, él estaba ahí, abrazándome y yo me veía muy feliz y sonriente.
Estábamos en Paris, al lado de la torre Eiffel. De repente, a mi cabeza vinieron recuerdos sobre ese viaje, estaba completamente segura de eso. Me veía feliz y sonriendo, sentía besos por todo mi cuerpo, mientras que veía por la ventana del hotel. Por fin un destello de lucides.
Me senté en la cama y comencé a mirar la foto con más detalle, a pesar de las pocas imágenes que tenía en la cabeza no lograba ver el rostro de Salvatore en ninguna de ellas, pero si lo sentía en mis recuerdos, sentía sus manos, sentía sus besos.
¡Oh por favor! Eso es vergonzoso. Pues una corriente invadía mi entrepierna al percibir esos recuerdos. Aclaré mi garganta y levanté mi mirada hacia él.
—¿Tienes más fotos de este viaje?
Salvatore sonrió, y negó con la cabeza
—De ese viaje, no en este momento, pero tengo muchas fotos juntos.
Salvatore se fue hacia la puerta del armario y sacó una especie de álbum de fotos.
Allí, había por lo menos un centenar de imágenes de nosotros juntos, cada vez que pasaba una página venían a mi cabeza pequeños destellos de recuerdos, pero en ninguno podía verlo con claridad. Sin embargo, ninguno de esos recuerdos me hacía sentir triste, por el contrario, una inmensa felicidad invadía mi ser, él era mi prometido y lucia muy bien a mi lado.
Lo miré fijamente y deje el álbum sobre la cama, me acerqué más a él a pesar de que se mantenía distante y le tome la mano.
—Perdóname por no poder recordar las cosas, pero se que hemos sido felices, en estas fotos nos vemos muy bien.
—¡Violeta! Hemos sido felices, todo el tiempo princesa, con cuanta aventura que hemos pasado juntos. —Salvatore, con su mano libre me tocó el cuello y lo acarició, haciendo que mis vellos se pusieran de punta.
—Espero que pueda recuperar pronto la memoria, —Le tome la mano que me tenía en el cuello y se la quite de mi piel, al hacerlo, sus dedos rozaron un poco más debajo de mi clavícula, teniendo un pequeño contacto con mis senos.
Mi rostro se puso rojo, mientras que él, se mordió su labio inferior, mostrándome una expresión de infinito deseo.
—Por mi no te preocupes Violeta, desde que yo tenga mis recuerdos intactos sobre nuestra relación, está bien
Le solté la mano y me fui de nuevo por el álbum, quería terminar aquel incomodo momento, me senté de nuevo sobre la cama y seguí mirando las fotos.
Al terminar, y sin tener otro recuerdo más en mi cabeza, lo cerré y suspiré, solo era cuestión de tiempo.
Me levanté y me fui hacia el armario, Salvatore no dejaba de mirarme, sus ojos me devoraban, podía percibirlo, eso de verdad me hacía sentir nerviosa.
Abrí la puerta y la imagen frente a mí, me dejo mucho más desconcertada, pues todo olía a nuevo, ese olor era inconfundible.
Toda la ropa que estaba colgada revise en los cajones, todo parecía que jamás se hubiera usado, también tenía más de dos docenas de zapatos, entre deportivos y tacones altos.
Esto era demasiado confuso para mí, cada cajón que abría era más impresionante, pues había joyas, accesorios, bolsos, perfumes, diferentes utensilios de aseo, y todo lo que una mujer necesita para sentirse completamente bella.
Negue con la cabeza, todo estaba muy extraño, me giré hacia Salvatore y él seguía allí, mirándome, como si fuera él quien hubiera perdido la memoria, sus ojos claros me hacían sentir incomoda.
—¡No Salvatore! Algo no está bien
—¿Por qué? —preguntó sin mayor importancia
—Es que mira todo esto, no parece real, me siento muy confundida. Todo está nuevo, es como si yo no hubiera vivido aquí, dime la verdad ¿Qué pasa?
Salvatore se me acercó y de nuevo me tomó de la mano, pero esta vez se hizo mucho más cerca de mí, tanto que pude sentir como el aire se tornaba espeso entre los dos, su nariz casi perfecta rozaba con la mía, y su respiración era cálida.
Trague entero, aunque deseaba alejarme, mi cuerpo estaba comportándose de una manera traidora, pues aunque mi cabeza estaba siendo racional de que algo no estaba del todo bien, mis pezones se erguían de tan solo sentirlo cerca.
Salvatore no me dijo nada más, solamente comenzó a rozar su nariz por mi mejilla, luego bajó por mi cuello, y absorbió todo mi aroma. No pude evitar dar un sobresalto.
—Es…estoy nerviosa —Le dije
—Lo sé, y me fascina el aroma que emana tu cuerpo al estarlo, oh por Dios eres hermosa Violeta.
Cerré los ojos esperando para que me besara, pero él aclaró su garganta y se alejó de mí.
—Sin embargo, se que esto es muy difícil Violeta, así que voy a darte tu tiempo, no quiero fastidiarte y mucho menos presionarte, no te extrañes por todo lo que ves, llevamos una buena vida, y no acostumbramos a tener ropa repetida por mucho tiempo, renovamos nuestro closet de manera constante.
—¿Y tú?
—¿Yo que?—Preguntó arqueando una ceja.
—¿Tú eres así siempre? Es decir, no me tocas, no me besas, no nada —Le pregunté intrigada
El rostro de Salvatore cambió a mil colores, se puso rojo primero, luego pálido, y por poco morado, no podía ni respirar.
—Yo…—Tartamudeó —Yo simplemente quiero darte tu espacio, para mi es increíble que no me recuerdes y que por iniciativa propia no puedas besarme, acariciarme, entregarte a mí.
Si eso era sí, entonces quería sentirlo para recordar, necesitaba más cosas que me hicieran recordar lo que me estaba ausente.
—¡Bésame! —le dije, necesitaba probar sus labios —Bésame por favor, necesito recordarlo mejor.
Además de querer que lo hiciera para ayudarme en la recuperación de mi memoria, él era fascinante, guapo, enigmático, y con un cuerpo sensacional.
Salvatore me esbozó una sonrisa maquiavélica, ¡Oh por Dios!
Se acercó a mí, me tomó de la cintura y me aprisionó a su cuerpo, no lo pensó dos veces y me besó. Cuando lo hizo, no reconocí sus labios de inmediato, pero si me dejé llevar por ese beso, su lengua se enredó con la mía, y podía sentir como sus suaves y dulces labios poseían mi boca con furia.
Todo en mi se estremeció, me colgué a su cuello y dejé que devorara mi boca, si bien no podía recordarlo, si podía comenzar a conocerlo de nuevo. Total, en mi cabeza no había un solo recuerdo, y hasta ahora, lo único que tenía, era lo que él me ofrecía.