El sonido de golpes secos sobre aquel saco de boxeo, rompía el silencio de aquel humilde departamento en los barrios bajos de Palermo, el sudor recorría cada uno de sus músculos que se mostraban poderosos para quien pudiese verlos, los tatuajes en su cuerpo, invadían cada vez más y más espacios en su figura, era ya un líder, aunque menor, bastante reconocido, no había una sola persona en la ciudad que no supiese del temido Satán, era una sensación indescriptible la del poder que ya estaba teniendo, sin duda, iba en el camino correcto para lograr sus objetivos.
Dejando de lado aquella agotadora faena de ejercicios para fortalecer su cuerpo, decidió tomar una ducha, mirando a su alrededor, sonrió para si mismo, aquel departamento era pequeño, demasiado humilde, parecía más un cuarto dividid
