—¿Te quedo claro lo que siento por ti?—pregunto, yo seguía en las nubes. —Er...sí sí—admití —Eres tan tierna—dijo y sonrío—se me hizo imposible creer que fuiste la causante de la nariz rota de ese idiota. —reí—Tome clases—digo—Johny Wuilson era el mejor boxeador de su era ¿sabias? —Pero claro que lo sé—admite—Mi abuelo tenía un posters de él en la cochera. —El es mi abuelo—digo orgullosa—Cada verano lo visitamos y me da clases.—me encojo de hombros. —¡Wooh!—dice con asombro—¡Espero y nunca me golpees! —río—No me des motivos y no lo haré—digo. Sonó la campana indicando que el descanso se terminó, él entrelazo nuestras manos y camino junto a mí de regreso al pasillo, beso mi cabeza y continuó su camino hasta el otro pasillo, mientras yo tenía clases en el pasillo de arriba, subí