Capítulo 3

918 Words
Punto de vista de Winter Me obligo a despertar temprano al día siguiente para prepararme para la escuela. Estoy tan cansado que apenas puedo ver correctamente y solo puedo hacer el esfuerzo de meterme en la ducha y vestirme. Damien llegó tarde anoche e insistió en que hiciera sus tareas escolares y, cuando no me moví lo suficientemente rápido para su gusto, me golpeó en el estómago y me tiró su maldita mochila. Fue una noche extremadamente larga, pasando mi tiempo haciendo mis tareas y las suyas. Dios, lo odio. No puedo evitar detenerme a mirar en el espejo maltratado encima de mí tocador. No estoy sorprendido por las grandes ojeras bajo mis ojos ni por lo delgado de mi figura. Odio mi apariencia y sé que soy feo. Mi rostro es pálido, más blanco que porcelana, mis ojos son de un azul opaco y mi cabello es rubio frisado, largo y desgarbado. No importa cuánto me lave el cabello, no parece hacer ninguna diferencia. Mis ropas están rasgadas, son prendas de segunda mano de tiendas de segunda, jeans con agujeros en las rodillas y un suéter que es el doble de mi tamaño y llega más abajo de mis rodillas. Realmente no tenía nada mejor que ponerme y calzo mis zapatillas desgastadas con muecas. El fondo está desgastado por el uso excesivo y sé que pronto tendré que ir a las tiendas de segunda mano a buscar un par nuevo. Apenas tengo el tocino crujiente en la sartén y los panqueques cuando mi padre entra tambaleándose, luciendo pálido y agotado, sus ojos rojos y hinchados mientras se sienta allí, esperando impacientemente su comida. Se ve desaliñado y espero que se arregle antes de ir a trabajar, porque a este ritmo, perderá su empleo. Aunque eso no pareciera preocuparle. -Aquí está tu café-, le digo muy suavemente, poniéndolo junto a su codo y esperando fervientemente que esta vez lo tome en lugar de arrojarlo lejos. Aparentemente, está demasiado cansado para hacer eso esta vez y sé lo bebe sin dudarlo ni quejarse. Damien también entra tambaleándose y se sienta a la mesa, mirándome furioso mientras espera, golpeando los dedos sobre la mesa mientras me apuro lo mejor que puedo. Solo una vez desearía que se levantaran del sofá y me dieran una maldita mano. No les mataría exactamente ayudar, ¿verdad? Además, él ya es lo suficientemente mayor como para hacerse su propio desayuno. Pero no me atrevo a decírselo, no estoy exactamente de ánimo para más moretones. -Aquí-, les digo suavemente, colocando sus grandes platos delante de ellos y volviendo al banco donde me espera mi pedazo miserable de tocino y una tostada. Ni siquiera es suficiente para calmar mi hambre, pero no me atrevo a tomar más por si me ven. Me detengo cuando Damien se levanta de la mesa y se acerca, mirándome maliciosamente. Está planeando algo, lo sé, y siento un sentido de temor creciendo en mi interior. Intento mantener mi expresión neutral para que no vea ni perciba mi miedo hacia él. -¿Qué estás haciendo?-, dice, y lo miro curiosamente, mi corazón ya empezando a latir rápidamente en mi pecho, anticipando lo que está a punto de pasar mientras contengo la respiración. -Comiendo el desayuno-, digo nerviosamente, y antes de que pueda detenerlo, su mano se lanza y hace volar el plato al suelo mientras lo miro a él y al plato roto consternado. ¿Qué demonios? -Ups-, dice con malicia, -supongo que te quedas sin desayuno gordito otra vez-, suelta mientras se sienta y comienza a devorar su propio delicioso desayuno. No digo nada. No soy gordo, de hecho, todo lo contrario, considerando que rara vez tengo suficiente comida. Pero, después de todo, ¿cuál sería el punto? Damien puede hacer lo que quiera conmigo y mi padre nunca intervendrá para detenerlo, no cuando aprueba lo que mi hermano me hace. Guardo mis lágrimas para mí mismo, mi estómago gruñendo de hambre. Respiro hondo con temblores y me agacho para recoger los pedazos del plato roto. Salivo al ver el tocino y la tostada en el suelo, pero están cubiertos de suciedad y serían repugnantes de comer. Me obligo a tirarlos en la basura. Un trozo afilado me corta el dedo y veo como la sangre gotea fascinado. Ni siquiera duele, nada lo hace ya, y lo limpio en mi suéter mientras recojo los fragmentos, sabiendo tristemente que esta sería mi única comida hasta la hora de la cena y que volvería a tener mucha hambre hoy. A mi padre y a Damien no les importa, saliendo apresuradamente de la sala de comer cuando terminan y dejándome limpiar antes de tomar mi propia mochila y caminar hacia la escuela. Damien ya se ha ido en su auto, por lo cual estoy extremadamente agradecido, ya que no tengo que preocuparme por lo que más me podría hacer, y mi padre también se ha ido sin decir una palabra, lo cual ya no espero de él. Esto me deja con tiempo, deseando prolongar la experiencia lo más posible. La escuela, que solía ser un refugio cuando era más pequeño, se ha convertido en mi propio infierno, un lugar para acosadores y mi hermano para atormentarme y hacerme burla, y sé exactamente a lo que me enfrento, todo mi cuerpo temblando de miedo mientras atravieso los pasillos y llego a clases, con la esperanza de que tal vez hoy sea diferente y me dejen en paz por una vez. Era una esperanza fútil. 
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