Punto de vista de Winter
Miro fijamente sus ojos y ni siquiera intento luchar cuando siento sus manos alrededor de mi cuello, en cambio, miro hacia arriba a lo que veo como un monstruo, mientras intenta estrangularme sin piedad, mis ojos azules nadando en lágrimas no derramadas mientras aprieta su agarre. Otro castigo, otro día más.
-Estúpida zorra-, gruñe mi padre y yo no digo nada, yace allí como una muñeca de trapo inerte mientras finalmente me suelta, respirando pesadamente y tosiendo mientras ruedo hacia un lado e intento respirar algo de oxígeno en mis pulmones. Siento un dolor agudo repentino en mi caja torácica y cierro los ojos, sabiendo que me ha vuelto a patear y me levanto con dificultad, sabiendo que probablemente me ha fracturado una costilla o incluso más. No es la primera vez y no será la última.
-Ahora puedo ir a buscarte tu bebida-, balbuceo, mi garganta ahora extremadamente dolorida, y él me da una bofetada mientras saboreo la sangre en mi labio, una mano en mi cara mientras mi mejilla comienza a palpitar. Dios, eso duele.
-Hazlo, estúpida vaca-, murmura, dirigiéndose hacia nuestro sofá raído y dejándose caer en él, con las piernas sobre la mesa de café mientras se acomoda, encendiendo el televisor mientras cojeo hacia la cocina para buscarle su cerveza. La toma sin decir una palabra y espero, temiendo lo que está a punto de pedirme y sabiendo que si no lo hago a tiempo, enfrentaré un castigo aún más severo.
Probablemente te estés preguntando qué he hecho para merecer este tipo de trato de mi padre, y te lo puedo decir, es porque él me culpa por la muerte de mi madre. Mi madre murió protegiéndome de un rebelde cuando era una niña pequeña y desde entonces, he sufrido abusos por parte de mi padre e incluso de mi hermano mayor, Damien, quien me culpa por ello. Nada de lo que digo o hago los hace detenerse y desde entonces dejé de intentarlo. Tal vez sí merezco esto. Mi madre seguiría viva si no fuera por mí.
-Escucha, chica fea e inútil-, mi padre dice desde su asiento, la botella de cerveza ahora vacía y me hace un gesto con la mano como si me estuviera dejando claro, incluso cuando me estremezco por su tono áspero. Estoy acostumbrada a los insultos, pero por alguna razón, que no puedo explicar, todavía reacciono ante ellos. Aún me duele profundamente tener a mi propio padre tratándome de esta manera. -Ve y cocíname algo de cena de una vez y tráeme otra cerveza-, grita, lanzándome la botella. La esquivo justo a tiempo, consternada cuando se estrella contra la pared y se rompe en pedazos por todas partes. Ahora tengo otro desastre que limpiar además de todo lo demás, aunque a él no le importa. Para él y mi hermano mayor, solo soy una criada, una sirvienta.
Le di la cerveza y me dirigí a la cocina, examinando los escasos ingredientes. Cualquier alimento que tengamos es porque lo consigo antes de que el dinero se acabe debido a la constante bebida de mi padre. Finalmente, me decidí por pollo y ensalada, haciendo todo lo posible para hacer una comida decente y abundante con tan pocos ingredientes. Por supuesto, solo pongo un pedacito de comida en mi plato, si pongo más, él lo tirará y me dirá que estoy demasiado gorda para comer. Si no lo hace, entonces sé que lo hará Damien. Él imita a mi padre en un intento por obtener su aprobación y convierte mi vida en un infierno viviente.
Aparentemente, gracias a Dios, la cena que preparo es aceptable porque todo lo que recibo es un gruñido cuando se lo entrego, antes de arrodillarme y recoger los fragmentos de vidrio esparcidos por todas partes. Hay tantos de ellos y me estremezco cuando me corto la mano con un pequeño trozo de vidrio. Hasta ahora, Damien aún no ha vuelto a casa, lo cual no es demasiado inusual, y estoy extraordinariamente agradecida. Porque tan malo como es mi padre conmigo, mi hermano mayor es aún peor y no solo me atormenta en casa, sino también en la escuela, donde no hay escapatoria para mí. Es como un juego para él. Mi padre nunca se mete con él, de hecho, adora a su único hijo. Afortunado Damien. La única persona que odia soy yo. Siento una lágrima acumulándose en la esquina de mi ojo. Mi vida ya no significa nada para mí. Todo lo que me queda es conseguir escapar de este inútil grupo y estudiar en una universidad donde nadie pueda encontrarme. Porque si no hago eso, es probable que a este ritmo termine muerta.
¿Por qué no se lo digo al Alpha y a la Luna, preguntas? Porque son amigos de mi padre y vivimos en el límite del territorio, lejos de todos los demás, por lo que nadie me escucha gritar o gemir. Nunca me llevan al hospital, por lo que no hay registros de abuso. Quiero huir de todo esto, pero no tengo a dónde ir. No tengo otra familia, ni amigos, ni esperanzas. Todo me ha sido arrebatado. Hubo un tiempo en que mi hermano me adoraba, pero ahora él y sus amigos disfrutan torturándome y mi vida es una pesadilla total y absoluta debido a aquellos que se supone que más me aman. Mi propia familia.
Mi nombre es Winter y tengo diecisiete años. Esta es mi historia, mi vida, mi dolor. La familia solía significar todo para mí, pero ahora deseo que mi padre esté muerto e incluso Damien también. Estoy tan llena de odio que lo único que puedo hacer es ocultarlo en lugar de dejarlo salir. Nunca seré verdaderamente libre hasta que deje esta vida y Dios me ayude, espero que sea pronto.