—Perdiste todo tu derecho cuando te vendiste a mí, ahora dime con quién diablos hablabas esta mañana —gruñó Xander.
Ella nunca se había sentido tan humillada.
Se abrazó a sí misma para controlar un poco sus temblores, con cada palabra que salía de la boca de él, su corazón se rompía más y más.
—Era mi primo —susurró tan bajo, que él apenas le escuchó.
Xander le creyó, sabía que ella no mentía y pudo comprobarlo en sus ojos. El silencio se hizo presente entre los dos por largo rato.
Él la vio darse vuelta con los ojos cristalizados y temblando frenéticamente, y comprendió lo que había hecho, cómo la había presionado de manera vil y cruel.
Christine parecía como si estuviera apunto de romperse, pensó que se había comportado como un hombre celoso, pero descartó aquella idea, él nunca h
