Estoy esperando en una sala llena de candidatas potenciales, algunas que parecen strippers, todas con la esperanza de conseguir el trabajo. Me pregunto por qué vienen vestidas medio desnudas. ¿Es la seducción la única forma en que creen que pueden conseguir el trabajo? ¿Por qué algunas mujeres piensan tan poco en sí mismas? Rezo para que el jefe no sea como todos esos jefes que buscan un asistente personal que ayude en otras áreas como su dormitorio, si sabes a lo que me refiero. Algunas otras vestidas más profesionales que yo parecen haber estado en esta profesión mucho más tiempo que yo. Me hace sentir no calificada con mi MBA en este momento.
Estaba ansiosa por conseguir este trabajo porque el dinero nos ayudaría a mi mamá y a mí. Ser madre soltera nunca es fácil, pero lo logró. Ella me crió de la mejor manera posible. Realmente nunca llegué a saber quién es mi padre o de dónde es porque cada vez que le pregunto a mamá sobre mi padre, me dice que fue una aventura de una noche. Y aunque creía que había más en la historia, lo sabía mejor que presionarla para que me lo contara. No estoy forzando el tema, y sé que ella está silenciosamente agradecida por eso.
Vuelvo a la tierra cuando la secretaria me llama por mi nombre. Ella es una rubia con grandes ojos grises y una bonita sonrisa. Me acerco a su mesa.
—Hola, soy Joan, tú debes ser Katherine. Camina hacia la puerta de la izquierda. Está esperándote.
—Está bien, gracias—digo, caminando hacia la puerta mientras rezo en silencio antes de tocar.
—Adelante—Escucho una voz ronca decir.
Entro en una hermosa oficina. Las paredes están pintadas de n***o con líneas doradas alrededor, con marrón caoba en algunos lugares. A mi izquierda hay una pared adornada con vidrio blanco, creo que una especie de mosaico, con un hermoso patrón de líneas doradas. Hay dos sillones negros y un sofá de dos plazas con una mesa de centro de madera marrón en el medio. Las ventanas tienen dos plantas verdes al frente. El área del escritorio tiene un largo estante para libros detrás. Hay dos sillas negras frente al escritorio de madera marrón. La persona detrás del escritorio tiene la nariz enterrada en algunos documentos, por lo que aún no me ha visto.
—Ven y toma asiento—dice el hombre. Su voz suena muy familiar, pero espero que mi mente me esté jugando una mala pasada.
—Gracias Señor.
—Comencemos—dice finalmente levantando la cabeza. Una vez que lo hace, es como si toda la sangre abandonara mi cuerpo, haciéndome c******r en el acto. No puedo creer que sea él. La única persona a la que pensé, o más bien recé, que nunca volvería a ver. Hizo de mi vida un infierno en la escuela secundaria. Mi enemigo jurado, Lorenzo Costanzo.
Él ha cambiado. Era guapo antes, pero ahora es aún más atractivo con su camisa gris incapaz de ocultar un pecho fantástico... Miro sus hermosos ojos verdes olvidando por qué estoy aquí.
—Cuando termines de mirar, me gustaría que empezáramos—dice actuando como si no supiera quién soy.
—¿Cuál es tu nombre? —él dice.
¿De verdad me está haciendo esa pregunta? No puedo creer que esté actuando como si no me conociera. Quizá esté preguntando para estar seguro.
—Mi nombre es Katherine Luciano—le digo, y realmente deseo que no recuerde quién soy después de lo que me hizo en la escuela secundaria.
—¿A qué escuela fuiste?
—Asistí a la Universidad de Nueva York.
—Estoy hablando de tu escuela secundaria.
—Asistí a la escuela secundaria Stuyvesant—le digo renunciando a toda esperanza de que no se dé cuenta de quién soy.
—Mmm, interesante.
—¿Puedo preguntar algo, señor?
—Seguro. Por qué no.
—Me parece extraño que solo te importe la información de mi escuela secundaria. Por favor, ¿por qué es eso?
—¿De verdad pensaste que te olvidaría, Bella? —Dice con una sonrisa en los labios.
¡Oh, no! Él me recuerda. Simplemente me llamó por el nombre que siempre usaba en la escuela secundaria. Totalmente no voy a conseguir este trabajo.
—Entonces, ¿por qué actuaste como si no me conocieras hace un minuto? —le digo.
—Porque tenía ganas—dice, todavía actuando como el mismo idiota que siempre fue.
No digo nada, pero le doy una mirada que dice '¿en serio?' No puedo creer que en el fondo desearía que hubiera cambiado. Se pone de pie y camina hacia las ventanas dándome una vista de sus magníficos abdominales marcados debajo de su camisa. Me da la espalda mostrando sus hombros increíblemente anchos. Pero incluso con un cuerpo tan fantástico y una cara hermosa, todavía tiene el corazón de un demonio. ¡Qué vergüenza!
—Te quiero aquí el lunes por la mañana, no llegues tarde.
—¿Estás diciendo que tengo el trabajo? —Pregunto.
—¿Tengo que ser más explícito para que lo entiendas? —pregunta.
—No, no lo tienes que hacer.
—¡Bien! Nos vemos el lunes por la mañana con mi café; n***o, sin azúcar.
—Está bien, señor, pero tengo que decir que ni siquiera tuvimos una entrevista real. No es que me queje ni nada.
—Bella, te conozco desde hace casi la mitad de nuestras vidas. Sé que no serás una amenaza para mí, y por tu currículum sabía que eras buena para el trabajo incluso antes de que entraras.
—¡Vaya! Muy bien, gracias. —Digo, feliz de haber conseguido el trabajo, pero también sintiéndome muy preocupada. ¿Obtuve el trabajo porque estoy calificada y él me conoce? ¿O hay otra razón? Tendré que esperar y ver.
—Nos vemos el lunes—le digo saliendo de su oficina.
—¡No llegues tarde!
Mientras camino, al salir del edificio, llamo a mamá para darle las buenas noticias, pero no contesta. Supongo que está en una reunión. Ella envía un mensaje unos minutos más tarde diciendo que debería reunirme con ella para almorzar en una hora.
Tomo un taxi y lo llevo a casa para refrescarme a fines de reunirme con ella en una hora.
Llego a casa, me ducho y me pongo algo más informal. Llevo una camisola negra, una camiseta sin mangas de NYC, pantalones de talle alto a rayas rosas y negras y un par de zapatos de tacón de charol. Pido un Uber para el restaurante en el que nos encontraremos.
Llego y entro, ya sabiendo dónde estará sentada ya que este es su restaurante favorito.
—Hola, mamá—digo sentándome.
—Hola, niña, ¿cómo estuvo la entrevista de trabajo?
—Fue bastante extraño, pero conseguí el trabajo.
—Estoy feliz por ti, ¿y qué quieres decir con extraño?
—Te explicaré después de comer, tengo bastante hambre.
Aproximadamente a la mitad de la comida, le cuento cómo fue la entrevista.
—Mamá, no vas a creer quién es mi jefe. No es otro que el mismísimo diablo poderoso, Lorenzo Costanzo.
—¿Cuántas veces te he dicho que dejes de llamarlo así?
—Pero eso es lo que es.
—No, solo es un hombre confundido que no sabe cómo expresar sus sentimientos.
—Estoy bastante segura de que los ha expresado bien al mostrar cuánto me odia.
—Él no te odia.
—Lo hace, mamá, y sabes lo gracioso es que ni siquiera éramos compañeros de clase. Era mi último año en la escuela secundaria. Ni siquiera entiendo cómo se fijó en mí o tuvo tiempo de intimidarme cuando había otras niñas en la escuela, y más lindas en su clase, que se morirían por la atención que me brindaba.
—Se fijó en ti porque le gustas.
—¿Cómo sabes eso, mamá?
—Simplemente lo sé.
—Está bien, lo que tú digas. Pero todavía dudo que lo haga, y mamá, ¿sabes que al principio actuó como si no me conociera?
—¿Qué quieres decir?
Le explico lo que sucedió en la oficina y lo idiota que era, pero ella siente que tal vez solo quería estar segura.
Mamá se va poco después de que terminamos de hablar y comer, cuando recibe una llamada de su oficina.
Después del almuerzo decido ir de compras, porque la última vez que revisé mi armario no tenía ropa para una asistente personal. También tengo mucho tiempo libre antes de irme a casa, así que tomo un taxi y voy al centro comercial.
Visito unas diez tiendas diferentes o más, buscando los mejores conjuntos que digan "sofisticado". No voy a mentir, fue difícil, pero valió la pena. Estoy visitando la última tienda del día cuando aparece un número extraño en la pantalla de mi teléfono. Respondo, preguntándome si tal vez sea Enzo queriendo recordarme algo.
Respondo y escucho las peores noticias que alguien podría recibir sobre su madre. La persona en el teléfono dice que mamá fue llevada de urgencia al hospital mientras regresaba a casa desde la oficina. Ella dijo que se desmayó y trataron de despertarla, pero fue en vano, por lo que la llevaron de urgencia al hospital. Le pido a la persona que envíe la dirección del hospital para poder seguir mi camino.
Tomo un taxi y le pido al conductor que conduzca lo más rápido que pueda sin matarnos. ¡Decir que tengo miedo sería quedarse corta! Estoy aterrada porque mamá es una de esas personas que siempre está sana y casi nunca se enferma, así que escuchar que se desmayó y está en el hospital me da mucho miedo.
Llego al hospital y subo rápidamente a la recepción para saber cómo está mamá.
—¿Dónde está mi madre? —Le digo a la enfermera en la recepción.
—¿Cuál es su nombre? —pregunta una señora con uniforme de enfermera.
—Christine Luciano—le digo.
—Tu madre está en el segundo piso. Tome el ascensor hasta el segundo piso. Una vez que llegue allí, camine derecho por el pasillo. La primera puerta a tu izquierda es donde la encontrarás.
—Gracias—digo tomando el ascensor hasta el segundo piso.
Sigo sus instrucciones y encuentro la habitación sin dificultad.
Entro y veo a mamá usando una máscara de oxígeno para respirar. ¡Ay dios mío! ¿Qué está sucediendo?
Camino hacia el lado de mamá y noto que está despierta. ¡Gracias a Dios!
—Mamá, ¿qué pasa?
—No llores, mi niña. Todo va a estar bien. Yo voy a estar bien, no debes preocuparte—dice quitándose la máscara para hablarme.
—¿Cómo no voy a llorar mamá, cuando te veo así? —le digo, sosteniendo sus manos en las mías.
—No te preocupes, todo va a estar bien—dice, dándome un cálido apretón en la mano.
Un médico entra más tarde y me pide que lo vea en su oficina por el estado de mamá. Lo sigo a su oficina rezando para que mamá no tenga nada demasiado serio. Me pide que tome asiento, pero insisto en estar de pie. Tal como me siento en este momento, todo lo que quiero hacer es escuchar lo que tiene que decir y estar al lado de mamá. Pero él insiste, así que me siento con manos temblorosas.
—Tu madre tiene cáncer de mama, pero podemos…—dice, pero no lo dejo terminar de hablar antes de que lo interrumpa.
—¡No- ¡No, esto no puede estar pasando! —Lloro antes de romper en llanto.
—Señorita Luciano, necesito que sea fuerte. Todo va a estar bien —dice mientras trata de consolarme.
—Tu madre necesita todo el apoyo que pueda obtener, por lo que debes ser fuerte.
—Tienes razón. Necesito ser fuerte para mamá—digo secándome las lágrimas que han caído y tratando de mantener a raya a los demás.
—¿Entonces, ¿qué podemos hacer? —Pregunto tratando de sonar fuerte.
—Eso me gusta más—dice sonriendo tranquilizadoramente.
—Tu mamá está en la primera etapa del cáncer, por suerte lo detectamos a tiempo. Necesitará cirugía, pero todo debería estar bien.
—¿Cuánto cuesta? —Hago la única pregunta que he tenido miedo de hacer desde que descubrí que mamá tiene cáncer. Mamá y yo no tenemos mucho dinero, pero no nos podrías llamar pobres, porque tenemos tres comidas al día y vivimos una vida cómoda.
—Veinte mil dólares—dice, y pienso para mis adentros, '¿dónde voy a conseguir esa cantidad de dinero?'
—Doctor, no tengo esa cantidad de dinero ahora, pero le prometo que conseguiré el dinero a su debido tiempo. Por favor, no detenga el tratamiento de mi madre—. Rezo para que Enzo pague bien, así podré pagar el tratamiento y la cirugía de mamá.
—Lo único que puedo hacer por ella ahora, antes de que consigas el dinero, es ponerla en drogas hasta que tengamos que hacer la cirugía.
—Muchas gracias doctor, gracias.
—De nada.
—Iré a ver a mi madre ahora.
—Está bien, hasta la próxima, señorita Luciano.
Regreso a la habitación de mamá y la encuentro durmiendo. Me siento en la silla al lado de su cama. No puedo imaginar mi vida sin mamá, ella es la única familia que tengo. Espero que Enzo pague bien para poder pagar las facturas del hospital lo antes posible. Paso el fin de semana con mamá en el hospital. El lunes le darán el alta, así que después del trabajo volveré a buscarla.